Monterrey

Pablo de la Peña: Desaceleración económica y restricción política

El reto no es menor, pues llevamos ocho trimestres continuos cada vez con menores tasas de crecimiento de nuestro Producto Interno Bruto en términos anuales.

Hace unos días el Fondo Monetario Internacional redujo su pronóstico de crecimiento para este 2024 para la economía de México, muy alineado a lo que ya habíamos observado de otros organismos tanto nacionales como internacionales.

El pronóstico nuevo es de un crecimiento del 1.5 por ciento para el 2024, y del 1.3 por ciento para el 2025. Recordemos que la economía mexicana creció un 3.2 por ciento en todo el 2023, esta expectativa de menor crecimiento confirma una desaceleración prolongada de la economía mexicana.

La administración de Claudia Sheinbaum, además de tener que lidiar con el complicado reto de la inseguridad desbordada en varios estados del país, y del conflicto político creado por las reformas al poder judicial y a los organismos autónomos, ahora tendrá que diseñar estrategias contra-cíclicas para acelerar el ritmo de crecimiento de nuestra economía.

El reto no es menor, pues llevamos ocho trimestres continuos cada vez con menores tasas de crecimiento de nuestro Producto Interno Bruto en términos anuales. El tercer trimestre del 2022 tuvimos una tasa de crecimiento anual del PIB del 4.6 por ciento, en el cuarto trimestre fue del 4.4 por ciento. En el primer trimestre del 2023 tuvimos una tasa de crecimiento del 3.6 por ciento, en el segundo trimestre del 3.5, seguidos por 3.4 y 2.3 en el tercer y cuarto trimestre del mismo año.

En este 2024, la economía mexicana creció en términos anuales en el primer trimestre un 1.8 por ciento y en el segundo trimestre crecimos un 1.0 por ciento. Ojo, no estamos en una recesión porque no hemos tenido aún tasas negativas de crecimiento; pero claramente tenemos ya casi dos años presentando tasas de crecimiento menores en cada trimestre que avanzamos. Todo esto se puede consultar en la página de INEGI.

El mismo INEGI, dio a conocer hace unos días los datos de la variación de los indicadores de empresas constructoras, y este es un indicador clave porque la actividad de la construcción tiene un espectro amplio de impacto en la economía, genera empleo, tiene una cadena de valor importante en diferentes sectores y subsectores y es geográficamente amplia en todo el país.

La variación porcentual anual para el mes de agosto en términos reales del valor de la producción total de las empresas constructoras es de -15.6 por ciento. Es decir, el valor de la producción tuvo una contracción del 15.6 por ciento, respecto al mismo mes de agosto del 2023. Claramente estamos viendo el efecto de la reducción de la inversión pública en las mega obras del sexenio pasado, pues la construcción en “transporte y urbanización” tuvo una contracción del 47.4 por ciento, y de este tipo de actividad, el sector público participó con el 77 por ciento del total.

Con temor a sonar a disco rayado, debemos tener claro que la inversión productiva es la que tiene la capacidad de acelerar el crecimiento económico sostenido del país, no las transferencias de efectivo a adultos mayores, no las becas a jóvenes construyendo el futuro, no el gasto público corriente en pocas palabras. Es la inversión productiva la que acelera el crecimiento de manera sostenida, tanto pública como privada, pero la inversión privada no sucederá mientras no haya condiciones de seguridad, estabilidad y confianza para invertir.

Otro indicador importante que nos deja ver la dinámica de nuestra economía es el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) que también publicó el INEGI hace unos días para el mes de agosto de este año.

El IGAE muestra una variación positiva del 0.4 por ciento respecto al mismo mes de agosto del 2023. Sin embargo, el indicador correspondiente para las actividades primarias (agricultura, cría y explotación de animales) tuvo una variación negativa del 2.1 en términos anuales. Así mismo las actividades secundarias (minería y actividades industriales) tuvo una variación negativa de 0.9 por ciento. Solamente las actividades terciarias (comercio y servicios) presentaron una variación positiva del 1.3 por ciento.

Dentro de las actividades secundarias, nuevamente la actividad de la construcción muestra una caída del 4.5 por ciento respecto al mes de agosto del 2023. Es evidente con toda esta información que la economía mexicana entra al final del 2024 con un menor ritmo, por lo que el pronóstico del FMI se alinea a esta información.

El reto para acelerar el crecimiento y revertir la posibilidad de continuar con esta desaceleración inercial, es incrementar la inversión tanto pública como privada, pero la inversión privada no llegará si no existen las condiciones de certidumbre en las instituciones de mercado y en el estado de derecho.

La nueva presidenta de nuestro país está iniciando con un ancla atada a la cintura, un ancla que no le permite moverse hacia adelante en términos políticos y de mercado, una ancla que limita sus movimientos y la restringe a continuar con una política restrictiva, una ancla que le dejó López Obrador provocada por el revanchismo político y por una ideología anacrónica que solo beneficia a quienes pertenecen al grupo del poder.

López Obrador quiso terminar con una mafia del poder del PRI y del PAN, pero dejó otra en Morena y sus aliados, que, irónicamente, además de mantener viejas prácticas de opacidad también entorpecen el funcionamiento del mercado.

Pablo de la Peña

Pablo de la Peña

Decano Asociado de Educación Continua de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno y director de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública, profesor del Tec de Monterrey de Economía y de Gestión Pública Aplicada.

COLUMNAS ANTERIORES

Busca CMIC modernizar Ley de Obras Públicas de NL
Cae optimismo de empresarios con el nuevo gobierno

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.