Inicia el mes de enero, caracterizado por la práctica de diversas actividades encaminadas a alcanzar los propósitos planteados para el 2025. ¿Qué le parece si le sugiero añadir un propósito a su lista? Me refiero a solicitar factura por cada compra que realice. Antes de que piense que no le es útil o que es una mala idea, le invito a dedicar unos minutos para explicarle el propósito de esta acción y cómo podría beneficiarse.
Tradicionalmente al realizar una compra solo quienes buscan utilizarla con fines fiscales solicitan factura. De no ser así, podría parecer que obtenerla carece de beneficios. Sin embargo, es importante tener presente que, al contar con una factura, podrá facilitar devoluciones o reclamaciones de garantía, ya que tendrá una prueba fehaciente de la adquisición, con todos los detalles correspondientes.
Además, solicitar factura le ayudará a llevar un control financiero más detallado de sus gastos. Tal vez piense: “Ya llevo el control de mis finanzas y no necesito las facturas para eso” ¡Qué bueno que ya cuente con este hábito! Sin embargo, las facturas le permitirán tener un respaldo adicional para verificar sus erogaciones con información más precisa que le permitirá realizar análisis más detallados.
No tiene que preocuparse por archivarlas, ya que la podrá descargarlas del portal del SAT en cualquier momento. Al incluir detalles como el concepto, la forma de pago, el nombre del proveedor, entre otros datos que podrían ser de gran utilidad.
El proceso de obtención de una factura puede variar. En ocasiones, es sencillo y toma un par de minutos, pero en otras puede ser engorroso y demorar días debido a procedimientos rudimentarios, requisitos excesivos, o una combinación de ambos. Esto desmotiva a muchas personas a solicitar facturas.
En algunos casos, las complicaciones en la emisión de facturas tienen su origen en los procesos del SAT, pero muchas veces son culpa del comercio, ya sea por prácticas mal diseñadas o por la falta de capacitación de las personas encargadas de facturar.
La factura se solicita al finalizar la compra, el interesado es el cliente, no el comercio. Por ello, no sorprende que en algunos casos el proceso de facturación no sea considerado dentro de las métricas que monitorean y evalúan las empresas. Recordemos que aquello que no se mide, no se puede mejorar y lo que no se mejora, tiende a degradarse.
Por otro lado, hay empresas cuyos requisitos para emitir facturas están diseñados para simplificar sus procesos internos, no para facilitar la vida del cliente. Esto se traduce en tiempo adicional que los clientes deben destinar para cumplir con los caprichos….. perdón requisitos, a veces excesivos o innecesarios, como la presentación de la Constancia de Situación Fiscal. Muchas de esas exigencias no están estipuladas en la normativa fiscal. Ante estas situaciones el SAT ha publicado una lista de “prácticas indebidas en la emisión de facturas”, señalando lo que no debe suceder al momento de facturar.
Entre más personas soliciten factura, mayor será la presión sobre las empresas para que mejoren su proceso. Al atender esta demanda, las empresas tendrán que optimizar su sistema de facturación, generando así una experiencia más ágil y satisfactoria para los clientes.
Si los problemas de facturación se deben a lineamientos del SAT, las empresas tendrán que alzar la voz en las cámaras empresariales u otros medios para promover ajustes en las disposiciones fiscales, alineándolas con las necesidades del día a día. En este sentido, los consumidores finales tienen el poder de influir tanto en las empresas como en las autoridades fiscales.
Sé que este camino es complicado y genera resistencia. Pero, como dice el dicho: “No pain, no gain”. Solicitar una factura no solo beneficia a quien la pide, sino que puede impulsar cambios estructurales. Es una acción que resume el espíritu de “hoy por ti, mañana por mí”.
Historias de impuestos bien contadas
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