Recientemente, el Papa Francisco recibió a miembros de la Asociación Austriaca de Esquí en una audiencia privada en el Vaticano, donde destacó la capacidad del deporte para transformar a las personas y construir comunidades más fraternas. “Aporten su contribución a un mundo más fraterno, en medio de las maravillas naturales de su país”, dijo Su Santidad, instando a los atletas a practicar y promover valores como la perseverancia, la solidaridad y la amistad, no solo en sus competiciones, sino en su vida cotidiana.
El Papa enfatizó que en un mundo cada vez más polarizado y competitivo, el deporte debería ser un terreno fértil para fomentar la constancia, la honestidad y el respeto mutuo. Para él, el deporte no solo trata de victorias y trofeos, sino de fortalecer vínculos humanos que trascienden las fronteras de la competencia. “Esos valores —declaró— son esenciales no solo para la vida de los atletas, sino para forjar una sociedad más justa e inclusiva”.
Torneo de la Amistad: un espacio para la fraternidad en el deporte escolar
Los principios defendidos por el Papa encuentran su reflejo en el Torneo de la Amistad, el evento deportivo escolar más grande de Latinoamérica, que este año celebra su 41ª edición en Querétaro. Organizado por la Red de Colegios Semper Altius y la Prepa Anáhuac, este torneo reúne a más de 9 mil 300 atletas de diferentes países, y busca ser mucho más que una serie de competencias deportivas.
El Torneo de la Amistad ha crecido significativamente desde su primera edición en 1982, cuando solo participaron estudiantes de secundaria en dos disciplinas: fútbol y baloncesto. Hoy en día, el evento ofrece 14 disciplinas deportivas, que van desde el ajedrez hasta el golf, lo que proporciona a los jóvenes un entorno variado donde pueden explorar diferentes talentos y habilidades.
Sin embargo, lo que distingue al torneo no es solo su magnitud, sino su énfasis en la construcción de una comunidad sólida. Más de 30,000 personas participan en cada una de las ediciones, en esta ocasión se llega una cifra récord de 45000 personas de Filipinas, Guatemala, El Salvador, y México. El evento se ha transformado en una ocasión anual para promover la unión y la convivencia.
Este año, Querétaro será sede del torneo por cuarta vez, del 4 al 12 de noviembre, con actividades repartidas en instalaciones como el Club Campestre El Campanario y el Estadio La Corregidora. Más allá del deporte, el evento representa un importante motor económico para la región. Se estima que el torneo generará una derrama económica de 500 millones de pesos, y la ocupación hotelera alcanzará el 90%, consolidando el impacto del torneo no solo en el ámbito deportivo, sino también en el desarrollo local.
En términos de participación, el Torneo de la Amistad es impresionante: 641 equipos, 84 colegios y cientos de voluntarios forman parte de esta edición. La inclusión es un principio central del evento, con la participación de colegios de la Red Mano Amiga, que integran a estudiantes de comunidades menos favorecidas, promoviendo así un espacio de sana competencia y amistad entre jóvenes de diversas realidades.
A medida que el deporte sigue evolucionando hacia una industria multimillonaria y globalizada, eventos como el Torneo de la Amistad nos recuerdan el poder transformador que puede tener a nivel comunitario. En lugar de enfocarse únicamente en la victoria, este torneo pone un énfasis considerable en el desarrollo de habilidades personales y sociales. La perseverancia, la amistad y la solidaridad, pilares mencionados por el Papa Francisco, son igualmente promovidos entre los jóvenes que participan.
El Torneo de la Amistad ha demostrado ser un evento clave en la formación de una cultura deportiva que valora la unidad sobre la competencia. A través del deporte, los participantes aprenden a trabajar en equipo, a enfrentar desafíos con resiliencia y a respetar las diferencias. En su esencia, el torneo busca transmitir que los valores adquiridos en la cancha o en la pista pueden ser aplicados en la vida cotidiana, ayudando a construir una sociedad más unida.
El mensaje del Papa Francisco resuena profundamente en eventos como el Torneo de la Amistad, donde el deporte se convierte en una herramienta poderosa para educar en valores esenciales. En un mundo donde la individualidad y la competitividad muchas veces prevalecen, el deporte, tal como lo describe el Papa, ofrece una vía para restaurar la fraternidad y la cohesión social. Los atletas y familias que forman parte del Torneo de la Amistad son testigos de cómo el deporte puede trascender los resultados y contribuir a algo mucho más grande: la construcción de una comunidad global más justa y solidaria.
Este evento es un ejemplo emblemático de cómo las disciplinas deportivas pueden ir más allá del ámbito físico y generar impactos profundos en el tejido social, alineándose con la visión del Papa Francisco de un mundo donde la solidaridad y la cooperación sean la norma.