Con Sídney a dos días de un confinamiento que paraliza los negocios y la variante Delta extendiéndose por todo el país, el ‘acto de equilibrio’ del primer ministro Scott Morrison de mantener a los australianos seguros y la economía abierta se está volviendo cada vez más precario.
La decisión de su gobierno hace 15 meses de cerrar las fronteras internacionales fue fundamental para el éxito de Australia en frenar la transmisión comunitaria del virus SARS-CoV-2, permitiendo que la vida volviera a la normalidad en gran medida y la economía se recuperara.
Pero una distribución tardía de la vacuna en el que solo 23 por ciento de la población recibió su primera dosis ha hecho que la nación sea particularmente vulnerable a la cepa Delta altamente contagiosa que se filtró a la comunidad a principios de este mes, probablemente de un piloto infectado mientras transportaba a la tripulación de vuelo internacional.
Y con Australia ahora en ‘las garras’ del invierno del hemisferio sur, los expertos en salud advierten que la nación potencialmente enfrenta meses de restricciones justo cuando las economías con programas de vacunas más avanzados como el Reino Unido y Estados Unidos se preparan para abrirse.
“Con la cepa Delta y la forma en que se está propagando e infectando a muchas personas, se está volviendo muy crítico” acelerar el despliegue de la vacuna, subrayó Taghrid Istivan, profesor asociado de microbiología en la Universidad RMIT de Melbourne, en una entrevista.
El brote en Sídney ahora cuenta con unos 130 casos, con 18 infecciones más anunciadas por el estado de Nueva Gales del Sur. Los rastreadores de contactos están luchando para mantenerse al día con una lista creciente de sitios de exposición, incluidos algunos vuelos domésticos de Virgin Australia después de que un miembro de la tripulación de cabina dio positivo.
Se ha ordenado a los residentes del área de la ‘Gran Sídney’ que se queden en casa excepto para hacer ejercicio, compras esenciales y tratamiento médico hasta el 9 de julio, mientras que Darwin, la capital del Territorio del Norte, vio el lunes su cierre inicial de 48 horas extendido hasta el viernes. El estado de Queensland ha impuesto restricciones adicionales, mientras que Perth y Canberra han hecho obligatorio el uso de máscaras en público por primera vez desde que comenzó la pandemia.
El periodo más aterrador
“Desde que comenzó la pandemia, este es quizás el período más aterrador por el que atraviesa Nueva Gales del Sur”, declaró a los periodistas Gladys Berejiklian, la primera ministra del estado más poblado de Australia, la semana pasada.
Morrison, quien se aíslo a sí mismo después de viajar a Europa este mes para reunirse con los líderes que asistieron a la cumbre del G-7, ha elogiado el historial del Gobierno en la lucha contra el virus.
“El mundo está asombrado de cómo Australia ha podido salvar vidas y salvar medios de vida”, dijo a los televidentes de un popular programa de televisión matutino el jueves. “Mantenemos el crecimiento de nuestra economía y mantenemos a la gente a salvo”.
Pero las críticas van en aumento.
Los operadores turísticos advierten que los bloqueos localizados están causando estragos en su industria, mientras que la Asociación Australiana de Minoristas indicó que se espera que el pedido de permanencia en casa de Sídney cause pérdidas comerciales por un total de aproximadamente 759 millones de dólares a la semana.
Antes de las elecciones que se celebrarán en mayo, el principal partido de oposición estaba al ataque, criticando al gobierno por ser demasiado lento en la obtención de vacunas y por no cerrar contratos con suficientes farmacéuticas.
El Partido Laborista también culpa a Morrison por no mejorar un sistema de cuarentena en el que los residentes que regresan del extranjero pasan 14 días en aislamiento obligatorio en hoteles del centro de la ciudad. El partido dijo que han habido 24 casos en los que el virus SARS-CoV-2 se ha filtrado a la comunidad a través de guardias de seguridad o limpiadores infectados. Los viajeros también contrajeron el virus mientras estaban en cuarentena, posiblemente debido a sistemas de ventilación deficientes, y solo dieron positivo después de ser liberados.
“Tuvieron dos trabajos este año: vacunación y cuarentena”, dijo el líder laborista Anthony Albanese al parlamento el mes pasado. “Han estropeado ambos”.
Peter Collignon, especialista en enfermedades infecciosas, dijo que el sistema de cuarentena del hotel y la frontera internacional cerrada habían tenido mucho éxito en frenar la propagación del virus.
Aún así, durante al menos los próximos tres meses hasta el final del invierno “vamos a tener que vivir con restricciones de algún grado para tener el control de esto”, advirtió.