China y Estados Unidos están intercambiando bienes al ritmo más rápido en años, lo que da una impresión como si la larga guerra arancelaria y la pandemia nunca hubieran sucedido.
Dieciocho meses después de que la Administración Trump firmara el acuerdo comercial, todo resultó como una tregua, en el mejor de los casos. El déficit comercial de Estados Unidos no se ha reducido, la mayoría de los gravámenes siguen vigentes y no ha derivado en negociaciones sobre otros temas económicos.
Y, sin embargo, el comercio bilateral de bienes es un área estable en una relación que sigue deteriorándose en otros aspectos, con una tensión creciente sobre Hong Kong, Taiwán, los derechos humanos, los orígenes de la pandemia de COVID-19, las acusaciones de piratería informática y muchos otros puntos sensibles.
El comercio bilateral mensual, que en febrero del año pasado cayó a 19 mil millones de dólares en medio de cierres de fábricas chinas, repuntó en el último año a nuevos récords, según datos oficiales chinos. Y dicho auge tiende a continuar, dado que China compró millones de toneladas de productos agrícolas estadounidenses para este año y el próximo. Además, los consumidores estadounidenses siguen comprando e importando en cantidades récord.
Si bien los números del Gobierno de Estados Unidos difieren un poco, el fuerte flujo comercial desafió todas las expectativas de que los aranceles sobre mercancías por valor de cientos de millas de millones de dólares llevarían una disociación de las cadenas de suministro. En cambio, ambas partes aprendieron a convivir con los impuestos, y las empresas chinas compran más para cumplir con los términos del acuerdo comercial de 2020. En Estados Unidos, las empresas compran bienes que no pueden obtener en otro lugar para satisfacer la demanda de las familias, impulsada en parte por billones de dólares en estímulos gubernamentales.
“Hemos observado la fuerte demanda de los consumidores durante la pandemia, y los niveles de importación se dispararon”, dijo Jonathan Gold, vicepresidente de oferta y política de aduanas de la Federación Nacional de Minoristas, que representa a proveedores de pequeñas tiendas ya gigantes minoristas . “Esa es una fuerte señal de que la economía continúa recuperándose”.
Las exportaciones de Corea del Sur y de Taiwán a Estados Unidos también aumentaron durante el mismo período, lo que resalta la fortaleza de la demanda estadounidense a pesar de que el país enfrentó uno de los peores brotes de COVID-19.
Casi la mitad de los 259 mil millones de dólares en carga que entran y salen del puerto de Los Ángeles, el más grande de Estados Unidos, tiene que ver con China y Hong Kong. La demanda de bienes de Estados Unidos continúa, con importaciones récord que llegan al puerto en mayo, ya que las empresas comienzan a reabastecerse antes de la temporada de compras navideñas.
“Todas las señales apuntan a un sólido segundo semestre del año”, dijo el director ejecutivo del puerto de Los Ángeles, Gene Seroka, durante una rueda de prensa reciente, señalando que la moda de otoño, el regreso a clases, Halloween y los artículos navideños ya están llegando a los muelles.
Con aranceles vigentes sobre más de 300 mil millones de dólares en importaciones de China, desde calzado y ropa hasta productos electrónicos y bicicletas e incluso alimentos para mascotas, muchos minoristas estadounidenses están optando por absorber el costo y reducir su ganancia, dijo Gold de NRF. Pero algunos están transmitiendo los costos a los consumidores.