Tatiana Clouthier, la titular de la Secretaría de Economía, quiere hacer su trabajo. Platica con inversionistas, con cámaras industriales. Se preocupa por la inversión. No puede meterse en cambiar las complicaciones al comercio causado por políticas como la carta de porte.
Ayer Tatiana Clouthier anunció una cifra preliminar para la inversión extranjera directa (IED) de 2021, ubicándola en 31 mil 621 millones de dólares. Los principales medios de comunicación reportaron esta cifra, la cual se valida sumando los cuatro trimestres de 2021 de la estadística de Banco de México.
El número agregado es positivo: es una señal de recuperación económica. Si pensamos que en 2020 tuvimos solamente 27 mil 933 millones de dólares en IED, esto implica que estamos 13 por ciento por encima del año horrible de dos doces y dos ceros. Hasta miedo da mencionarlo.
Ya desagregando el número, hay claroscuros. Banco de México rompe esta cuenta en tres componentes: empresas nuevas, reinversión de utilidades y cuentas entre compañías con participación extranjera. La IED en nuevas empresas fue de 13 mil 825.3 millones. 106 por ciento más que el año 2020 (que fue horrible, fue horrible). Comparado con 2019, un año más normal, 2021 estuvo 3 por ciento arriba.
La noticia mala es que la reinversión de utilidades en 2021 fue 24 por ciento menor que en 2020. Si comparamos 2021 con 2019, 32.5 por ciento menor. Esto implica que así como están llegando inversionistas, los que ya estaban ya no están reinvirtiendo y se están yendo.
Las cuentas entre compañías extranjeras aumentaron 8 por ciento entre 2020 y 2021. Esto implica un mercado muy dinámico de venta de activos entre extranjeros en México.
Por otra parte: si comparamos el promedio trimestral 2011-2018 con la misma cifra para 2019-2021, nos daremos cuenta de que estamos atrayendo, en promedio, 4 por ciento menos inversión. Eso es explicable por ahuyentar a inversionistas del sector privado en sectores como energía, donde tenemos espacio para crecer, porque durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, mantener ese sector en manos del sector público significó que no le llegara suficiente inversión.
De todo esto concluimos que Tatiana está haciendo su trabajo. Que desmantelar Proméxico no fue un problema tan grave de atracción de empresas nuevas, aunque en esta columna estamos seguros de que el sector privado y los embajadores han tenido que trabajar más para hacer esta labor de atracción de empresas nuevas.
También en la semana Rogelio Ramírez de la O, el titular de SHCP, anunció que busca que la inversión pública sea de 3 por ciento del PIB. Ojalá, aunque seguimos bajos. Necesitamos que el sector público invierta al menos 5 por ciento, y que no lo invierta en Pemex, sino en la infraestructura que usamos los mexicanos. Que no lo invierta en nuevas plantas de generación para la CFE, sino en las redes de transmisión de la empresa, como bien ha recomendado Óscar Ocampo del Imco.
Sobre todo, necesitamos que se recupere la inversión total, no solamente la IED. Hoy, México tiene un 7 por ciento menos de la inversión fija bruta que teníamos en 2013. En mayo de 2018 estábamos en niveles históricamente altos, casi 11 por ciento por encima de la que teníamos en 2013. Hoy estamos casi 17 por ciento debajo de la inversión fija bruta total que teníamos en ese mayo de 2018, antes de concluir el sexenio del presidente Peña Nieto.
Lo que requerimos para que la inversión y la confianza regresen, es que el presidente nos diga que ya no va a invertir como loco en Pemex Refinación y en plantas de generación para la CFE. Que Rocío Nahle esté mínimamente preocupada por atraer inversionistas del sector energía, en lugar de malgastar el tiempo en construir una refinería. Que Manuel Bartlett reconozca que el sector privado puede generar más barato con energías renovables, y que tanto Manuel como Rocío dejen de encontrarle problemas de intermitencia y tecnicismos mal aplicados a la incorporación creciente de renovables a nuestra mezcla energética.
Necesitamos que el presidente use menos tiempo en fustigar a la prensa, y más tiempo en platicar con inversionistas, nacionales y extranjeros, para que la manufactura siga creciendo. Que Rogelio Ramírez de la O no solamente abra espacio fiscal para más inversión en infraestructura, sino que además ayude a Tatiana Clouthier a simplificar la operación de las empresas. La carta de porte ha sido una complicación burocrática muy seria que no abona a la seguridad pública pero sí traba el comercio.
En resumen: necesitamos un gobierno que funcione como cuerpo colegiado, no como una colección de personas obsesionadas con complacer al presidente. Si logramos eso, volveremos a crecer. Seguro.