Isabel II celebrará los 70 años en el trono británico los primeros días de junio de 2022. Será el Jubileo de diamante y la convertirá en la segunda monarca activa con más años en un trono después de Luis XIV de Francia (72 años en el trono).
Formalmente su Majestad ya cumplió los 70 años el pasado 6 de febrero, cuando se sumaron las 7 décadas exactas de su ascenso al trono al momento del fallecimiento de su padre, el Rey Jorge VI.
Desde la muerte de su esposo el Príncipe Felipe, Duque de Edinburgo (marzo 2021) la salud de la Reina se ha deteriorado lentamente. Aunque activa, con reuniones y encuentros vía zoom y algunas recepciones menores en el Castillo de Windsor donde ha pasado la mayor parte de la pandemia, su Majestad experimenta por estos días dificultades de movilidad.
Ella misma lo comentó con su peculiar sentido del humor, el día en que celebró su cumpleaños número 96 acompañada por un grupo de personas mayores, casi sus contemporáneos, cuando confesó que le costaba trabajo caminar.
La fortaleza y vitalidad de Isabel II ha disminuido y esto ha provocado una serie de ajustes en la agenda de la Casa Real y de los compromisos de la Reina.
Esta misma semana, en la ceremonia oficial de Apertura del Parlamento, Isabel se ausentó por primera vez en casi 60 años. En todo su reinado, faltó sólo en 1959, debido a su embarazo del Príncipe Andrés, y en 1963 por el embarazo del Príncipe Eduardo.
El tradicional discurso de su Majestad frente a las dos Cámaras del Parlamento tiene cientos de años de puntual protocolo. La reina acude al Palacio de Westminster en carruaje ceremonial tirado por caballos, revestida del manto real y de la corona imperial de estado que se usa sólo para esta ocasión a lo largo del año.
Generalmente fue acompañada por su esposo el Príncipe Felipe, pero muchas veces lo hizo también, acompañada por su hijo el Príncipe Carlos.
El discurso que la monarca lee frente a los miembros de la Cámara de los Lores y de los Comunes -la cámara electa de forma democrática por la ciudadanía- es redactado por la oficina del Primer Ministro y da cuenta de los planes, iniciativas de Ley y proyectos que el gobierno de su Majestad tiene previsto para el siguiente año legislativo.
Esta semana, Isabel II no asistió a esta reverenciada ceremonia que ella encabezó por 67 años, interrumpida sólo por dos embarazos y por su avanzada edad en esta ocasión.
Fue el Príncipe de Gales, acompañado por su esposa Camila, Duquesa de Cornuales, y por su hijo el Príncipe Guillermo -quien debutó en esta ceremonia- quien dio lectura al discurso de la Reina.
Isabel II ha empezado a delegar algunas de sus más preciadas responsabilidades en miembros de su familia. No asistió en meses recientes a la Cumbre de la Commonwealth, la Comunidad Británica de Naciones, otro compromiso al que su Majestad otorga la máxima seriedad. Fue enviado el Príncipe de Gales, heredero al trono en su lugar.
A la apertura del Parlamento de Escocia, en meses recientes, fue enviado el Príncipe Guillermo y su esposa Catalina, Duquesa de Cambridge.
La Reina se retira gradualmente de la escena pública, permitiendo más y más tareas en manos de sus descendientes.
Por años, desde la muerte de la Princesa Diana, y ante la mala prensa que persiguió a Carlos por mucho tiempo, se especuló que su majestad podría abdicar en su nieto, el Príncipe Guillermo. Esto no sucederá jamás, y es poco probable que Isabel II abdique y se retire voluntariamente del trono. Lo considera su deber y responsabilidad de vida, su máxima tarea, y el servicio supremo a su país. Isabel II, como todos sus antecesores, a excepción de su tío Eduardo VIII, morirá en el trono dando paso a un nuevo Rey en la persona de Carlos, Príncipe de Gales.
La meta es llegar al jubileo de diamante, a la gran celebración por los 70 años en el trono, festejar su fantástico reinado, la sobrevivencia de la monarquía británica ante tantas crisis y duros desafíos durante el siglo XX y ya también, durante el XXI.
Para los preparativos de ese magno evento, se sabe ya que el tradicional viaje de la monarca por los cuatro países que integran el Reino Unido -Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte- será imposible para su majestad. Por lo que han asignado ya al Príncipe Carlos, la Princesa Ana, el Príncipe Guillermo y el Príncipe Eduardo para representar a la Reina en cada rincón de la Gran Bretaña.
Ausentes de toda ceremonia protocolaria, como esas representaciones oficiales o la tradicional aparición de la familia en el balcón central del Palacio de Buckingham, los desfiles, los conciertos y eventos encabezados por su Majestad, estarán su hijo el Príncipe Andrés, Duque de York y el Príncipe Enrique, Duque de Sussex.
El primero debido al escándalo sexual del fue acusado y a su impresentable relación con el pederasta Jeffrey Epstein.
Mientras que el Príncipe Enrique, Duque de Sussex, decidió -como es ampliamente sabido- retirarse de las actividades y responsabilidades de la familia real junto con su esposa Meghan, Duquesa de Sussex.
Seguramente ambos estarán invitados a festejos o eventos privados, pero no aparecerán en ningún acto oficial.
La Monarquía británica se prepara gradualmente para una transición tersa, que evite el mayor número de sobresaltos, cuando se acerca de forma evidente, al final de la era Isabelina de la modernidad. Así se conoce también a la edad dorada del esplendor inglés del siglo XV, la poesía, el teatro y el crecimiento económico bajo el reinado de Isabel I de Inglaterra (1558-1603) que tuvo una prolongada duración de 45 años en el trono.
Isabel II sin duda ha marcado una era al sostener con dignidad, compromiso, impecable rectitud el rol de cabeza de la Monarquía, cabeza de la Iglesia Anglicana, de la Cortes y de las Fuerzas Armadas del Reino Unido de la Gran Bretaña.
Carlos, Príncipe de Gales asumirá el trono a la muerte de su madre, y tendrá un reinado que muchos pronostican como corto y de transición, dada su edad (74 años).
Guillermo de Cambridge, ha demostrado -a diferencia de su hermano Enrique- asumir con profunda seriedad y compromiso las obligaciones y tareas del segundo heredero en la línea de sucesión. Su esposa Catalina, Duquesa de Cambridge, ha cumplido sobradamente las expectativas y ha demostrado, lealtad absoluta a la corona, a la Reina y a su esposo.
Hay dinastía Windsor asegurada por dos generaciones más, por lo menos.