El nivel del agua es tan bajo que en partes del río más grande de Italia la gente puede caminar sin mojarse y asoman barcos hundidos.
Las autoridades temen que si no llueve pronto, habrá una seria escasez de agua potable y de irrigación en el norte de Italia.
En un parque cerca de la ciudad de Gualtieri, los ciclistas y los caminantes se detienen para observar perplejos a Zibello, una barcaza de 50 metros de largo que transportaba madera durante la Segunda Guerra Mundial cuando fue hundida en 1943. Normalmente está cubierta por las aguas del río Po.
“Es la primera vez que podemos ver la barcaza”, dijo el ciclista amateur Raffaele Vezzali mientras se bajaba de su bicicleta para observar la escena. Vezzali dice que se sorprendió a medias, porque sabía que la escasez de lluvias había hecho que el nivel de las aguas bajase enormemente durante el invierno.
La curiosidad volvió al asomar el barco hundido durante la guerra. Playas arenosas que también aparecen por primera vez no disimulan el impacto que la escasez de agua tendrá en los residentes y los campesinos de la zona.
El Po recorre 652 kilómetros por el norte de Italia, desde Turín hasta Venecia. La escasez de agua hace peligrar el suministro en distritos densamente poblados y muy industrializados, al tiempo que amenaza la irrigación de la parte del país que produce más cultivos.
En el norte de Italia no llueve desde hace 110 días y las nevadas cayeron un 70 por ciento.
Los acuíferos --depósitos de agua subterránea-- están casi vacíos. Temperaturas 2 grados Celsius por encima del promedio hacen que se derritan pequeños sectores nevados y glaciares en los Alpes, por lo que la cuenca del Po se quedará sin agua en sus embalses durante el verano.
Todos estos factores provocan la peor sequía en 70 años, según la Autoridad de la Cuenca del Río Po.
“Tenemos (en Boretto) una situación en la que pasan por aquí 300 metros cúbicos de agua por segundo, cuando normalmente hay casi mil 800”, expresó Meuccio Berselli, secretario general de la Autoridad de la Cuenca del Río Po.
Ese organismo monitorea constantemente el caudal del río y tiene pocas esperanzas de que el clima ayude a mejorar las cosas.
En junio hubo algunos aguaceros sueltos, pero el agua no fue absorbida por la tierra y no llegó al Po y a sus acuíferos.
Berselle está elaborando un plan que garantice el suministro de agua potable y de irrigación a millones de viviendas y a los agricultores del valle del Po, responsable del 40 por ciento de los alimentos que produce Italia. La región produce queso Parmesano, trigo, tomates de alta calidad, arroz y excelentes uvas, entre otras cosas.
El plan de emergencia incluye un mayor drenaje de los lagos de los Alpes, menos agua para plantas hidroeléctricas y el racionamiento del agua río arriba.
La sequía del Po se produce en momentos que los agricultores exigen al máximo los sistemas de irrigación para combatir el impacto de altas temperaturas y fuertes vientos cálidos.
Martina Codeluppi, campesina de 27 años de la pequeña localidad rural de Guastalla, dice que la totalidad de sus tierras se irriga con aguas del Po y que ya está sintiendo los efectos de la sequía. Dijo que espera un “año desastroso”.
“Con temperaturas tan altas, sin lluvia --y parece que no lloverá en los próximos días--, la situación es catastrófica”, manifestó Codeluppi mientras recorría las tierras de su familia. Ella cultiva calabazas, sandías, trigo y uvas en su granja, pero sospecha que la cosecha de este año será muy baja.
“Creo que la cosecha de trigo mermará al menos un 20 por ciento, si no más, por la falta de lluvias y de irrigación”, se lamentó.
La confederación de agricultores de Italia calcula que la producción de trigo disminuirá entre un 20 por ciento y un 40 por ciento este año. El trigo es el cultivo que más preocupa porque es el que más depende de la lluvia y no es irrigado.
Los sistemas de irrigación también corren peligro. Normalmente, el agua del río es bombeada y llevada al norte, donde es distribuida por cientos de vías acuáticas. Pero se cree que las bombas tal vez no puedan bombear agua y se están haciendo excavaciones para ver si pueden canalizar agua para la irrigación.
La escasez de agua afecta no solo la producción de alimentos sino también la generación de electricidad. Si el Po se seca, dejarán de funcionar numerosas plantas hidroeléctricas, en momentos en que la invasión rusa de Ucrania hace subir los precios de la electricidad.
Según la empresa eléctrica estatal, el 55 por ciento de las energías renovables producidas por plantas hidroeléctricas en Italia viene del Po y sus tributarios. Los expertos, por otro lado, temen que un corte en el suministro de las plantas hidroeléctricas genere un aumento en las emisiones de dióxido de carbono, ya que será necesario producir más electricidad con gas natural.