La guerra de Rusia en Ucrania está impidiendo que granos dejen el “granero del mundo”, lo que está encareciendo los alimentos en todo el mundo y amenazando con agravar la escasez, el hambre y la inestabilidad política en los países en desarrollo.
Juntos, Rusia y Ucrania exportan casi una tercera parte del trigo y la cebada del planeta, más de 70 por ciento de su aceite de girasol y son grandes proveedores de maíz. Rusia es el mayor productor de fertilizantes del mundo.
Los precios de los alimentos en el mundo ya estaban subiendo y la guerra vino a empeorar las cosas, evitando que unos 20 millones de toneladas de grano ucraniano lleguen al Medio Oriente, el norte de África y partes de Asia.
Semanas de negociaciones para crear corredores seguros que permitan sacar los granos de los puertos de Ucrania en el Mar Negro no han conseguido avances, en momentos en que aumenta la urgencia, pues se acerca la temporada de cosecha del verano.
“Eso tiene que suceder en los próximos dos meses o va a ser horrible”, advirtió Anna Nagurney, que estudia Manejo de Crisis en la Universidad de Massachusetts Amherst y está en la junta de la Facultad de Economía de Kiev.
Recalcó que 400 millones de personas en el mundo dependen de los suministros alimentarios de Ucrania. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) proyecta que hasta 181 millones de personas en 41 países pudieran enfrentar este año una crisis alimentaria o peores niveles de hambre.
A continuación, un vistazo a la crisis global de alimentos:
¿Cuál es la situación?
Usualmente, 90% del trigo y otros granos de los campos ucranianos son exportados a los mercados mundiales por mar, pero se han visto retenidos por los bloqueos rusos en la costa del Mar Negro.
Parte del grano está siendo redirigido a través de Europa por tren, carreteras y ríos, pero la cantidad es apenas una gota en un cubo si se compara con los volúmenes que se manejan en las rutas marítimas. Los embarques están acumulados además porque el ancho de vía de los ferrocarriles en Ucrania no se corresponde con el de sus vecinos al oeste.
El viceministro de Agricultura ucraniano, Markian Dmytrasevych, pidió ayuda a los legisladores de la Unión Europea para exportar más grano, incluso mediante la expansión del uso de un puerto rumano en el Mar Negro, construir más terminales de carga en el río Danubio y eliminar trabas burocráticas para el cruce de carga en la frontera polaca, pero eso significa alejar los alimentos de quienes los necesitan.
“Ahora tienes que darle la vuelta a Europa para regresar al Mediterráneo. Eso realmente ha añadido un costo enorme al grano ucraniano”, lamentó Joseph Glauber, un especialista del centro de estudios Food Policy Research Institute (Instituto de Investigación sobre Políticas Alimentarias) en Washington.
Ucrania solamente ha conseguido exportar entre 1,5 millones y 2 millones de toneladas de granos desde el comienzo de la guerra, comparado con los más de 6 millones previos, explicó Glauber, ex economista en jefe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Los granos rusos tampoco están saliendo de su país. Moscú dice que las sanciones de Occidente contra sus industrias bancarias y naviera imposibilitan que Rusia exporte alimentos y fertilizantes y están disuadiendo a compañías extranjeras de que lo transporten. Los funcionarios rusos insisten en que se retiren las sanciones para poder enviar sus granos a los mercados globales.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyden, y otros líderes occidentales aseguran, sin embargo, que las sanciones no incluyen a los alimentos.
¿Qué dicen las partes?
Ucrania ha acusado a Rusia de cañonear su infraestructura agrícola, quemar campos, robar granos y tratar de vendérselos a Siria luego de que Líbano y Egipto se negaron a comprarlo. Imágenes de satélite tomadas a finales de mayo por Maxar Technologies muestran buques con bandera rusa en un puerto en Crimea siendo cargados con grano y días más tarde atracados en Siria, con las compuertas abiertas.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acusa a Rusia de haber provocado la crisis global de alimentos. Occidente coincide, con funcionarios como el presidente del Consejo de Europa Charkles Mitchell y el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken diciendo que Rusia está usando efectivamente los alimentos como un arma más.
Rusia sostiene que pueden reanudarse las exportaciones si Ucrania retira minas del Mar Negro y si los barcos que arriban pueden ser inspeccionados para ver si llevan armas.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, prometió que Rusia no “abusaría” de su ventaja naval y que daría “todos los pasos necesarios para garantizar que los buques puedan salir libremente”.
Pero funcionarios de Ucrania y Occidente dudan de esas promesas. El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlut Cavosoglu, dijo días atrás que pudiera ser posible crear corredores seguros sin necesidad de despejar las minas porque la posición de los artefactos explosivos es conocida.
Sin embargo, persisten otras interrogantes, como la de si las empresas aseguradoras proveerán seguros para esos viajes.
Dmytrasevych dijo a los ministros de Agricultura de la UE días atrás que la única solución es derrotar a Rusia y desbloquear los puertos: “Ninguna otra medida temporal, como corredores humanitarios, va a resolver el problema”.
¿Cómo llegamos a esta situación?
Los precios de los alimentos ya estaban subiendo antes de la invasión rusa, con factores como el mal tiempo y las malas cosechas que redujeron los suministros, al tiempo que la demanda mundial se recuperó sólidamente luego de la pandemia de COVID-19.
Glauber mencionó las malas cosechas del año pasado en Estados Unidos y Canadá y una sequía que dañó las cosechas de soya en Brasil. Afectado por el calentamiento global, el Cuerno de África enfrenta una de sus peores sequías en cuatro décadas, mientras que una ola récord de calor en India en marzo redujo el rendimiento de los cultivos de trigo.
Eso, junto con el alza de los pecios del combustible y los fertilizantes, ha prevenido que otros países productores de granos cubran los huecos.
¿Quiénes son los más afectados?
Ucrania y Rusia exportan sus productos básicos principalmente a los países en desarrollo, que son los más vulnerables a los aumentos de costos y la escasez. Países como Somalia, Libia, Líbano, Egipto y Sudán dependen grandemente del trigo, el maíz y el aceite de girasol de ambas naciones en guerra.
“Los más pobres son los que reciben la carga”, lamentó Glauber. “Es una crisis humanitaria, sin duda alguna”.
Aparte de la amenaza del hambre, el alza disparada de los precios de los alimentos amenaza con crear inestabilidad política en esos países. Las alzas de precios fueron una de las causas de la Primavera Árabe y hay temores de que el fenómeno social se repita.
Los gobiernos de los países en desarrollo deben dejar que los precios suban o subsidiar los costos, afirmó Glauber. Un país moderadamente próspero, como Egipto, que es el mayor importador de trigo en el mundo, puede absorber los costos elevados, comentó. Sin embargo, “países pobres como Yemen o naciones del Cuerno de África realmente van a necesitar ayuda”, agregó.
El hambre y la hambruna acosan esa zona de África. Los precios de productos básicos como el crudo y el aceite de cocina en algunos casos están aumentando más del doble, mientras millones de cabezas de ganado que las familias usan para obtener leche y carne han muerto. Para Sudán y Yemen, el conflicto ruso-ucraniano se suma a años de crisis internas.
La UNICEF advirtió sobre “una explosión de muertes infantiles” si el mundo se concentra solamente en la guerra en Ucrania y no interviene. Las agencias de la ONU han calculado que más de 200 mil personas en Somalia enfrentan “hambre y hambruna catastróficas”, que unos 18 millones de sudaneses pudieran experimentar hambre aguda para septiembre y que 19 millones de yemeníes enfrentan inseguridad alimentaria este año.
Los precios del trigo han subido en algunos de esos países en hasta 750 por ciento.
“En general, todo se ha vuelto más caro. Ya sea el agua o los alimentos, todo se está volviendo casi imposible” de adquirir, advirtió Justus Liku, asesor de seguridad alimentaria del grupo de ayuda CARE, luego de una visita a Somalia este año.
Liku dijo que una vendedora de comida cocinada no tenía verduras ni productos animales. “Ni leche ni carne. Ella nos decía que estaba ahí parada únicamente por estar”.
En Líbano, las panaderías que solían tener diversos tipos de pan venden ahora pita básico para ahorrar harina.