Las autoridades noruegas sacrificaron a una morsa que atrajo a una gran cantidad de espectadores a un muelle en Oslo después de llegar a la conclusión de que representaba un riesgo para los seres humanos.
El animal, una hembra de 600 kilogramos (mil 320 libras) conocida afectuosamente como Freya, se convirtió en una popular atracción en Noruega en las últimas semanas, a pesar de las advertencias de las autoridades de que las personas no debían acercarse ni posar para fotografías con el enorme pinnípedo. A Freya le gustaba subir en pequeños botes, y causó daños en algunos de ellos.
Las morsas son una especie protegida y apenas el mes pasado las autoridades habían dicho que esperaban que Freya se alejara por voluntad propia y que la eutanasia sería el último recurso.
La Dirección de Pesca de Noruega dijo que Freya fue sacrificada la mañana del domingo “con base en la evaluación general de la amenaza continua a la seguridad humana”.
“Mediante observaciones en el lugar durante la última semana, quedó en claro que el público ha hecho caso omiso de la recomendación actual de mantener distancia de la morsa”, indicó la agencia. “Por lo tanto, la Dirección concluyó que la posibilidad de posible daño a las personas era elevada y no se estaba atendiendo el bienestar del animal”.
El titular de la dependencia, Frank Bakke-Jensen, dijo que se sopesaron otras opciones, incluyendo el traslado del animal a otro lugar. Pero las autoridades llegaron a la conclusión de que esa no era una opción viable.
“Sabemos que la decisión puede generar una reacción del público, pero estoy convencido de que fue la decisión correcta”, dijo Bakke-Jensen. “Tenemos un enorme respeto por el bienestar animal, pero la vida y seguridad para el ser humano deben ser prioritarias”.
Las morsas del Atlántico por lo general viven en el Ártico. Es poco usual, pero llega a ocurrir, que se trasladen hasta los mares del Norte y Báltico. Otra morsa, apodada Wally, fue vista el año pasado en las playas y en muelle de Gales.