“El sábado, cuando escuché los primeros disparos afuera alrededor de las 8:30 a.m. mientras desayunaba, estaba comenzando lo que pensé que sería mi último día en Jartum. Mi equipaje estaba listo, mi refrigerador y armarios vacíos, y solo tenía unas pocas horas de espera antes de ir al aeropuerto para volar a casa tras haber pasado un año en Sudán.
Rápidamente bajamos a la habitación segura en nuestra casa de huéspedes, en el sótano. Allí pasé el día sentada en el suelo, junto con más de 10 compañeros, saltando con el sonido de fuertes tiroteos, de aviones de guerra volando a baja altura y los posteriores estruendos de los ataques aéreos. El sonido resonaba en la habitación, las paredes y las pequeñas ventanas temblaban. El silencio a menudo seguía a una explosión, pero nunca duraba mucho.
Esa primera noche, mientras dormía en el suelo rodeada de mis colegas, cuando se suponía que debía estar en el aeropuerto y volar a casa, pensaba en las personas atrapadas dentro del aeropuerto, donde se habían producido intensos combates. Yo podría haber sido una de ellas. Algunas resultaron heridas y no han podido salir del aeropuerto para ser atendidas.
Estaba pensando también en todos mis colegas sudaneses y, en general; en las personas que viven en Jartum que, a diferencia de mí, no tuvieron la oportunidad de dormir en un búnker, con alimentos y agua de emergencia. Ahora estamos en el sexto día de combates en las calles de la densamente poblada Jartum, con sus cerca de 10 millones de habitantes, y la gente se está quedando sin comida, agua, combustible, y asumiendo grandes riesgos para abastecerse en tiendas que ya sufren escasez.
Escuchar toda la destrucción afuera, leer sobre la pérdida de vidas, sobre las personas heridas y enfermas que no pueden llegar a un hospital o clínica en funcionamiento, incluso en la ciudad capital de Jartum, me entristece increíblemente por Sudán y por su gente, que se encuentran atrapados en medio de los combates entre las fuerzas armadas de su propio país.
Las personas están luchando por conseguir alimentos, agua, medicamentos, atención médica... y estos son solo los primeros días. Las consecuencias y secuelas de esta lucha sobre las ya altas necesidades humanitarias serán absolutamente dramáticas.
Durante un año, he estado monitoreando las necesidades humanitarias en Sudán y documentando el impacto de la falta de respuesta a esas necesidades en la salud y nutrición de los sudaneses, especialmente los niños y niñas.
Acabábamos de publicar una nota informativa para dar la alarma sobre las necesidades extremas de las poblaciones que viven en el oeste de Darfur, pidiendo a los actores humanitarios y a los donantes que intensificaran la respuesta y apoyaran el ya colapsado sistema de salud de Sudán.
Entre mis colegas que actualmente se refugian en Jartum, hay una enfermera y una entrenadora de enfermeras que debían volar a El Geneina, en Darfur Occidental, para trabajar en el hospital apoyado por Médicos Sin Fronteras y tratar a niños enfermos y con desnutrición severa.
El psicólogo de MSF que trabaja en el hospital de El Geneina también está atrapado en Jartum. Debido al conflicto, es posible que no puedan volver allí en el corto plazo para hacer su vital trabajo humanitario.
Los equipos en Darfur Occidental reportan un número inusualmente bajo de pacientes en las salas, probablemente una señal de que las personas temen abandonar sus hogares e ir al hospital en un contexto de seguridad tan inestable. El año pasado, en El Geneina, el pico de desnutrición comenzó a principios de mayo, que es dentro de diez días.
Si los trabajadores humanitarios y médicos no pueden continuar trabajando de manera segura para brindar atención médica, apoyo nutricional y asistencia alimentaria; y si los pacientes no pueden acceder a la asistencia y llegar a un hospital sin miedo, millones de niños y otras personas vulnerables en Sudán corren riesgo de sufrir graves consecuencias médicas.
Ya se consideraba que un tercio de la población de Sudán padecía inseguridad alimentaria antes de este conflicto. Solo podemos esperar que la situación empeore en todo Sudán.
Desde Médicos Sin Fronteras continuamos brindando atención médica en Sudán donde nos es posible. Sin embargo, muchos integrantes de nuestro personal actualmente no pueden moverse debido a los intensos combates en la capital, Jartum, y en todo el país.
La seguridad de nuestro personal y de los pacientes es nuestra prioridad, y apoyamos a quienes integran nuestro personal de acuerdo con sus circunstancias específicas. Hacemos un llamado a todas las partes en el conflicto a que garanticen la seguridad del personal médico, los pacientes y las instalaciones de salud, y permitan el paso seguro de ambulancias, trabajadores de la salud y humanitarios, y personas que buscan atención médica.
En los últimos años, tuvimos proyectos en los estados de Jartum, Gedaref, Kassala, Nilo Azul, Nilo Blanco, Darfur Norte, Darfur Oriental, Darfur Occidental, Darfur Sur y Darfur Central, con equipos de emergencia iniciando actividades en otros estados según fuera necesario.