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‘Chérnobil Chileno’: la bahía en el país andino que preocupa por su contaminación

Un enésimo “pico de polución” que puso en marcha el protocolo de “alerta sanitaria” en esta bahía de Chile.

Educadores, activistas y víctimas piden una mirada “más social” y “menos económica” para resolver el problema de la grave contaminación en la bahía de Quintero-Puchancaví.

Educadores, activistas y víctimas piden una mirada “más social” y “menos económica” para resolver el problema de la grave contaminación en la bahía de Quintero-Puchancaví, conocida como “el Chérnobil chileno”, que esta semana volvió a intoxicar a un centenar de personas, obligó a cerrar los colegios y a cesar la actividad.

Un enésimo “pico de polución” que puso en marcha el protocolo de “alerta sanitaria” en esta bahía del Pacífico en la que desde hace décadas se concentran una veintena de empresas termoeléctricas, petroleras y plantas químicas altamente contaminantes, y que está considerada la “zona cero” de la contaminación industrial en Latinoamérica.

El martes, cerca de un centenar de estudiantes hubieron de ser atendidos aquejados de dolores de cabeza y vómitos. La noche antes la Secretaría Regional Ministerial de Salud de Valparaíso ya había decretado una alerta ambiental por excesiva concentración de hidrocarburos no metálicos en suspensión en el aire en las localidades de Concón, Quintero y Puchancaví.

“Es una situación sostenida y sistemática que viene de muchos años, pero particularmente detectada el año pasado. Y, curiosamente, los casos solían tener una mayor fuerza o frecuencia en julio, al inicio del invierno. Pero este año partió en marzo, iniciado el año escolar”, explica a EFE Guillermo Trejo, director de una de las escuelas afectadas.

“Es difícil poder determinar si corresponde a un mayor índice de agente contaminante. O a una mayor conciencia respecto al hecho o a la capacidad que tenemos ahora de medir por los dispositivos entregados por el Gobierno”, añade.

Mirada social

Para Trejo, gran parte del problema procede de que “el malestar ha pasado a ser parte de la vida cotidiana y eso dificulta poder tener datos concretos y duros de cuál es el nivel de impacto que estamos teniendo a nivel comunal”.


Opina que el “Gobierno ha dado pasos importantes en procesos de medición”, pero que necesitan “medir tanto como legislar”.

“La bahía también representa una fuente de economía importante, no tan solo para la localidad, la región y el país. Por lo tanto, las medidas que se están tomando tienen que ver también con la mirada económica. Pero por primera vez hemos visto que se está marcando una tendencia hacia la mirada social de lo que está pasando con nuestros niños, con nuestras familias”, subraya.

Reflexiona que “resulta complejo poder establecer un equilibrio y legislar en contra de aquello” que los está contaminando. “Entre la mirada social de lo que está pasando y la mirada industrial y el desarrollo del foco económico”, explica.

Meses atrás, el presidente chileno, Gabriel Boric, volvió a criticar las llamadas “zonas de sacrificio” industrial existentes en Chile, con Quintero-Puchancaví a la cabeza, e insistió en su voluntad de combatir algo que dijo avergonzarle.

Algunos pasos se han dado, como el cierre definitivo el próximo 31 de mayo de la Fundición Ventanas, propiedad de la estatal Codelco, la mayor cuprífera del mundo, responsable de anteriores episodios de contaminación.

“A la larga, morirán”

Para Jorge Cerda, vicepresidente de red infancia Chile ONG, en esta mirada social debe incluirse la “vulneración del derecho” de los niños que viven en estas áreas a crecer y educarse en un medioambiente libre de contaminación.

“Esto en el futuro puede traer una grave lesión. Incluso la muerte. Y nadie se lo dice así a la gente. (Dicen) esto va a pasar porque ya están acostumbrados a vivir aquí, en esa contaminación. Pero a la larga, se van a morir. ¿Y quién va a ser responsable? ¿La municipalidad, el Estado o las empresas? Siempre callan a la gente con plata”, denuncia.

Los hijos de José, vecino de Quintero, son uno de los muchos ejemplos de las enfermedades respiratorias cronificadas que denuncia la citada ONG.

Ambos adolescentes son asmáticos, y en el caso de la hija, tuvo que estar dos meses ingresada en riesgo vital en la lejana Viña del Mar. Al hijo, ya le han detectado un fuerte deterioro en uno de los pulmones.

“Si no se trata a tiempo va a terminar usando un tubo de oxígeno”, lamenta antes de poner sobre las mesa otra de las grandes deficiencias de esta “zona de sacrificio” obrera entregada a la industria: la falta de hospitales y médicos especialistas en enfermedades respiratorias.

Patricio Vergara, otro de los vecinos, también cree que, pese a las promesas, poco se ha avanzado, y que episodios contaminantes seguirán repitiéndose.

Aunque se hagan mediciones “es difícil saber quién fue, no podemos echarle la culpa a cualquiera. Es algo que nosotros vivimos a diario, de forma silenciosa y lo que queremos es una solución”, concluye.

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