Caminan, se ocultan y chupan la sangre de su víctima cuando duerme. Pueden viajar en las ropas o en las mochilas, en busca de otra persona con la que puedan darse un festín en el Metro o en el cine.
Las chinches van adonde va uno y se han convertido en una pesadilla para los franceses durante semanas.
El gobierno se ha visto forzado a intervenir para calmar a una nación cada vez más nerviosa, que albergará los Juegos Olímpicos en poco más de nueve meses. Semejante suceso podría ser la ocasión ideal para la infestación por parte de estos insectos que adoran a las multitudes.
La primera ministra Elisabeth Borne se reunió este viernes con los ministros para idear formas de enfrentar la crisis de las chinches. Asimismo, el ministro del transporte Clement Beaune conversó esta semana con empresas de transporte a fin de trazar un plan de supervisión y desinfección.
“No hay un resurgimiento de casos”, dijo Beaune.
El funcionario también refutó la autenticidad de videos muy populares en redes que mostraban a varias criaturas pequeñas, arremolinándose en el asiento de un tren rápido.
Francia y #París sufren plaga de chinches
— DW Español (@dw_espanol) October 2, 2023
Los insectos se manifiestan sobre todo en tapicerías de asientos del transporte público, como trenes o aviones, e incluso en cines y hospitales. La ciudad de la luz está en alerta, a diez meses de los Juegos Olímpicos.#DWNoticias /jam pic.twitter.com/qEUoRxg5nb
Las chinches han sido una plaga en Francia y otros países durante décadas. Del tamaño de una semilla de manzana, estos insectos no saltan ni vuelan, pero se movilizan tan fácilmente como la gente lo hace entre ciudades y naciones. Y se han vuelto cada vez más resistentes a los insecticidas.
Si eso no basta para generar comezón, hay otro dato: Las chinches pueden permanecer con vida durante un año sin comer.
Cuando no hay sangre disponible, “pueden lentificar su metabolismo y simplemente esperarnos”, dijo Jean-Michel Berenger, entomólogo que cría chinches en su laboratorio en el Hospital de la Universidad Mediterránea en Marsella.
El bióxido de carbono que expelen todos los seres humanos “las reactiva, y pueden volver para morderlos”.
Berenger dijo que, por ahora, hay una plaga evidente: “Las chinches han infestado la prensa”.
Pero las pesadillas suelen alimentarse al menos por una dosis de realidad.
Más de una de cada 10 viviendas en Francia estaba infestada con chinches de 2017 a 2022, de acuerdo con un informe de la Agencia Nacional de Seguridad en los Alimentos y los Medicamentos. La dependencia se basó en una encuesta realizada por Ipsos sobre un tema que poca gente estaría dispuesta a exponer en público ante el temor de quedar estigmatizada.
Pero el silencio es un error, consideran los expertos. Ningún grupo social es inmune a encontrar chinches en sus ropas, frazadas o colchones.
“No es un problema de higiene. Lo único que les interesa a las chinches es tu sangre”, dijo Berenger. “Les da lo mismo si vives en un basurero o en un palacio”.
El pánico cundió entre el público francés hace aproximadamente un mes, cuando surgieron reportes de que había chinches en un cine de París. Comenzaron a aparecer en las redes sociales distintos videos que mostraban también a los insectos en los trenes y autobuses.
Ahora, tanto los socialistas como los centristas en el partido del presidente Emmanuel Macron quieren proponer iniciativas para combatir las chinches. Mathilde Panot, legisladora de extrema izquierda, llevó recientemente un envase con chinches al parlamento para reprochar al gobierno, que, a su juico, dejó que estos insectos proliferaran.
Las chinches, molestas desde tiempos inmemoriales, parecieron desaparecer con la aplicación de insecticidas sumamente tóxicos y ahora prohibidos. Reaparecieron en la década de 1950, particularmente en ciudades densamente pobladas, como Nueva York.
Y recorren el mundo, gracias al comercio y al turismo.
Ello complica el reto que plantean para los Juegos Olímpicos que comienzan en julio en París.
“Todos los desplazamientos de la población humana son positivos para las chinches, porque pueden ir con nosotros a los hoteles o en los transportes”, indicó Berenger.
Beaune, el ministro del transporte, confía en que puedan darse pasos para mitigar los temores del público. Sin embargo, reconoció que “estas chinches son infernales”.