Médicos en la franja de Gaza advirtieron que miles de personas podrían morir si los hospitales llenos de heridos se quedan sin combustible y suministros básicos. Los palestinos en el asediado enclave costero trataban de conseguir comida, agua y un lugar seguro antes de una ofensiva israelí terrestre en la guerra iniciada la semana pasada por un letal ataque de Hamas.
Las fuerzas israelíes, respaldadas por un creciente despliegue de buques estadounidenses en la región, se posicionaron a lo largo de la frontera de Gaza y ensayaban lo que Israel dijo que sería una amplia campaña para desmantelar al grupo miliciano. Los duros ataques aéreos de la última semana han destruido vecindarios enteros, pero no han logrado detener el fuego de cohetes milicianos a Israel.
El Ministerio de Salud de Gaza informó de 2 mil 670 palestinos muertos y 9 mil 600 heridos desde que comenzaron los combates, más que la guerra de 2014 en Gaza, que duró unas seis semanas. Eso convierte la contienda en la más letal de las cinco guerras de Gaza para ambos bandos. Más de mil 400 israelíes han muerto, la gran mayoría civiles asesinados en el ataque de Hamás del 7 de octubre. Se calcula que otros 155, incluidos niños, fueron capturados por Hamas y llevados a Gaza. Esta es la guerra más mortal para Israel desde la Guerra de Yom Kipur de 1973 con Egipto y Siria.
El Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que su secretario de Estado Antony Blinken regresaría a Israel el lunes 16 de octubre después de completar una frenética gira por seis países árabes destinada a evitar que los combates desencadenen un conflicto regional más amplio.
Con la situación en Gaza cada vez más desesperada, Estados Unidos designó a David Satterfield, exembajador en Turquía que tiene años de experiencia en la diplomacia del Medio Oriente, como enviado especial para asuntos humanitarios en el conflicto. El asesor de seguridad nacional estadounidense Jake Sullivan dijo en un comunicado el domingo que Satterfield se enfocará en hacer llegar asistencia humanitaria a palestinos en Gaza.
Se esperaba que los hospitales se quedaran sin combustible para generadores en dos días, según Naciones Unidas, que dijo que eso pondría en peligro las vidas de miles de pacientes. La única central eléctrica de Gaza se apagó por falta de combustible después de que Israel bloqueara los accesos al territorio de 40 kilómetros de largo tras el ataque de Hamas.
En el Hospital Nasser, ubicado en la localidad sureña de Jan Yunis, las unidades de cuidados intensivos estaban llenas de heridos, la mayoría niños menores de tres años. Cientos de personas con graves lesiones por explosiones habían llegado al hospital, donde se esperaba que el combustible se acabara el lunes, indicó el doctor Mohammed Qandeel, médico de cuidados críticos en el centro.
Hay 35 pacientes en la UCI que dependen de respiradores para seguir con vida y otros 60 en diálisis, señaló. Si se acaba el combustible, “supone que todo el sistema de salud se apagará, los servicios se quedarán desconectados”, dijo.
“Hablamos de otra catástrofe, otro crimen de guerra, una tragedia histórica”, dijo, mientras de fondo se oía el lamento de dolor de los niños. “Todos estos pacientes están en peligro de muerte si se corta la electricidad”, dijo.
En el hospital Kamal Alwan, en el norte de la Franja de Gaza, el doctor Hussam Abu Safiya, director de pediatría, dijo que no habían evacuado pese a la orden israelí porque no había forma de trasladar a los pacientes sin poner sus vidas en peligro. Había siete recién nacidos en la UCI conectados a respiradores, dijo. “No podemos evacuar, supondría su muerte y la de otros pacientes a nuestro cuidado”.
Además, seguían llegando pacientes con miembros cercenados, quemaduras graves y otras lesiones que ponían en riesgo sus vidas. “Da miedo”, dijo.
El hospital de Shifa en Ciudad de Gaza, el más grande del territorio, indicó que enterraría 100 cuerpos en una fosa común como medida de emergencia porque su morgue estaba desbordada y las familias no podían sepultar a sus seres queridos. Decenas de miles de personas se han congregado en el complejo del hospital en busca de cobijo.
“Una catástrofe humanitaria sin precedente se destá desenvolviendo ante nuestros ojos”, declaró Philippe Lazzarini, director de la agencia de la ONU para refugiados palestinos.
Gaza ya vivía una crisis humanitaria debido a la creciente escasez de agua y material médico provocada por el bloqueo israelí. Algunas panaderías cerraron y la gente dijo que no podía comprar pan. Israel también cortó el agua, lo que obliga a muchos a recurrir a pozos salobres.
El asesor de seguridad nacional estadounidense Jake Sullivan dijo a CNN que las autoridades israelíes le informaron que habían restablecido el servicio de agua en el sur de la Franja de Gaza. El ministro de energía y agua de Israel, Israel Katz, dijo en un comunicado que se había restablecido el agua “en un punto específico” en Gaza, pero no dio detalles. Los grupos de asistencia en Gaza dicen que no han visto evidencia de que se ha restablecido el suministro de agua.
Israel dejó caer panfletos sobre Ciudad de Gaza en el norte y reiteró sus advertencias en redes sociales para ordenar a más de un millón de palestinos de Gaza —casi la mitad de la población— que se fueran al sur. El ejército dijo que intentaba alejar a los civiles antes de una gran campaña contra milicianos de Hamás en el norte, donde tienen amplias redes de túneles y búnkeres.
Hamás instó a la gente a permanecer en sus casas, y el ejército israelí publicó fotografías que, según dijo, mostraban un control de carretera de Hamás que impedía el tráfico hacia el sur.
A pesar de eso, más de 600 mil personas han evacuado Ciudad Gaza, indicó el principal vocero militar israelí, contraalmirante Daniel Hagari.
Naciones Unidas y grupos humanitarios dijeron que el éxodo masivo en Gaza, junto con el asedio israelí al territorio, causarían un sufrimiento humano indescriptible. La Organización Mundial de la Salud dijo que la evacuación “podría equivaler a una sentencia de muerte” para los más de 2 mil pacientes en hospitales norteños.
Cerca de medio millón de personas, casi una cuarta parte de la población de Gaza, se refugiaban en escuelas de las Naciones Unidas y otras instalaciones en todo el territorio, donde los suministros de agua estaban disminuyendo, dijo Juliette Touma, portavoz de la agencia de refugiados de la ONU. “Gaza se está secando”, agregó.
El ejército dijo el domingo que no atacaría ninguna ruta al sur desde las 10:00 y hasta la 13:00 horas e instó de nuevo a los palestinos a abandonar el norte.
Estados Unidos intenta negociar la reapertura del paso de Rafah entre Gaza y Egipto para permitir que estadounidenses y otros extranjeros puedan marcharse y la ayuda humanitaria acumulada en el lado egipcio entre en el territorio. El cruce, que cerró por los ataques aéreos al inicio de la guerra, no ha reabierto por el momento.
Israel ha dicho que el asedio sólo se levantará con el regreso de los cautivos.
Cientos de familiares de las aproximadamente 150 personas capturadas por Hamás en Israel y trasladadas a Gaza se congregaron ante el Ministerio israelí de Defensa en Tel Aviv para reclamar su liberación.
“Este es mi grito al mundo: por favor, ayuden a traer a mi familia, mi esposa y tres hijos”, dijo Avihai Brodtz de Kfar Azza. Muchos expresaron su descontento con el gobierno y dijeron que no tenían información sobre sus seres queridos.
Los ataques con cohetes de Hamás contra Israel continuaron el domingo, lo que provocó una evacuación más amplia de la ciudad de Sderot, en el sur de Israel. La ciudad de unos 34 mil habitantes se encuentra a aproximadamente 1.6 kilómetros de Gaza y ha sido un objetivo frecuente de cohetes. “Los niños están traumatizados, no pueden dormir por la noche”, dijo Yossi Edri al Canal 13 antes de abordar un autobús.
El ejército dijo este domingo que un ataque aéreo en el sur de Gaza había matado a un comandante de Hamás al que se responsabilizaba de los asesinatos en Nirim, una de las poblaciones que atacó el grupo en el sur de Israel. Israel dijo haber alcanzado 100 objetivos militares durante la noche, incluidos centros de mando y lanzacohetes.
En el norte, combatientes de Hezbollah lanzaron cohetes y un misil antitanque e Israel respondió con ataques aéreos y fuego de artillería, según el ejército. Israel también reportó un ataque a tiros contra uno de sus puestos fronterizos. La violencia mató a por lo menos una persona del lado israelí y dejó varios heridos en ambos lados. Israel cerró después el acceso a zonas hasta a 4 kilómetros de la frontera y ordenó a los civiles a dos kilómetros de distancia que se cobijaran en espacios seguros.
Una vocera de Hezbollah, Rana Sahili dijo que los ataques representan “una advertencia” y que no significa que Hezbollah ha decidido entrar en la guerra.
Israel y Hezbollah, que libraron una guerra devastadora en 2006, han intercambiado fuego junto a la frontera en varias ocasiones desde el inicio de la nueva guerra en Gaza.
Israel ha movilizado unos 360 mil reservistas y acumulado tropas y tanques a lo largo de la frontera con Gaza. Los milicianos en Gaza han lanzado 5 mil 500 cohetes desde que comenzaron los combates, muchos de los cuales han llegado al corazón de Israel, mientras los aviones israelíes golpeaban Gaza.
Los funcionarios israelíes dijeron que el objetivo de su ofensiva en Gaza era destruir a Hamás.
“Si Hamás pensó que nos desmoronaríamos, entonces no: destrozaremos a Hamás”, dijo el primer ministro Benjamín Netanyahu al inicio de la reunión del gabinete de Israel el domingo.
Los funcionarios israelíes no dieron ningún calendario para una invasión terrestre.
En un mensaje televisado el sábado por la noche, el contraalmirante Daniel Hagari, vocero jefe del ejército, dijo que “pronto vamos a atacar Ciudad de Gaza muy ampliamente”, sin concretar el momento del ataque.
Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa si Israel trataría como combatientes a los civiles que se queden en el norte, el teniente coronel Richard Hecht, otro portavoz militar, dijo que “por eso hemos instado a la gente que no está relacionada con Hamás a moverse al sur”.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, dijo el sábado por la noche que Estados Unidos enviaría un segundo grupo de ataque de portaaviones, el USS Dwight D. Eisenhower, al Mediterráneo oriental. Era una demostración de fuerza para disuadir a aliados de Hamás, como Irán o el grupo armado libanés Hezbollah, de buscar una expansión de la guerra.
El secretario estadounidense Blinken se reunió en Riad con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman dentro de los esfuerzos del gobierno de Biden de impedir un conflicto regional más amplio. El príncipe Mohammed era el sexto líder árabe con el que se reunía Blinken desde su llegada a Oriente Medio el jueves.
Hamás seguía desafiante. En un discurso televisado el sábado, Ismail Haniyeh, un líder del grupo, afirmó que “todas las masacres” no quebrarían al pueblo palestino.
El portavoz de Hamas Jihad Taha dijo a The Associated Press en Beirut que Israel “no se atreve a librar una batalla por tierra” por los rehenes. Mencionó la posible entrada en batalla de Hezbollah y otras fuerzas regionales si Israel emprende una invasión por tierra, aunque declinó decir si habían hecho algún compromiso concreto.