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Elecciones en Argentina: ¿Quién es Javier Milei, ‘El Loco’ que cambió el futbol por los estudios?

Javier Milei cerró su campaña con un gancho contra su rival, Sergio Massa, en las elecciones en Argentina, pero ¿quién es el candidato? Pablo Hiriart, desde Buenos Aires, perfila al político.

La segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Argentina será entre Javier Milei y el peronista Sergio Massa. (Facebook Javier Milei)

Buenos Aires, Argentina.- Los encargados de llevar el pulso íntimo de la elección en el equipo de Javier Milei sostienen que su candidato presidencial llega a la cita crucial con cuatro puntos de ventaja sobre su rival, el peronista Sergio Massa.

Considerado un ultra, Milei dio un “volantazo” y se corrió al centro en la recta final de su campaña, obligado por la necesidad de captar los votos de la oposición liberal, representada por el PRO de Mauricio Macri y Patricia Bullrich.

El jueves cerró campaña en la ciudad de Córdoba, donde espera fincar su victoria. Acompañado en el templete por Bullrich, su contendiente en la primera vuelta, subrayó la idea central de su candidatura: “cambio o eterna decadencia”.

Lanzó el último gancho de la campaña al rostro de su adversario, con la fuerza de lo que más ha amado, Conan, su perro mastín al que llamaba hijo: “Díganle al panqueque (chapulín), al mentiroso, al fullero (falso y de mala calidad) que quiso decirle a los cordobeses que yo los desprecio, que el mejor regalo que me dio la vida me lo dio Córdoba. Avísenle al panqueque que Conan es cordobés”.


También soltó el último spot de televisión, destinado a bajar la temperatura de sus propuestas iniciales: no va a permitir la libre portación de armas de fuego, no va a privatizar la salud, no va a privatizar la educación.

“Lo que sí vamos a hacer es terminar con la inflación para siempre. Lo que sí vamos a hacer es terminar con la inseguridad para siempre. Lo que sí vamos a hacer es terminar con los privilegios de los políticos para siempre. Ese es nuestro compromiso: con la democracia y con todos los argentinos de bien. Que la esperanza venza al miedo”, dice en su último comercial.

Puede ganar la presidencia este domingo. ¿Quién es Javier Milei?

A diferencia de Trump, Bolsonaro y otros exponentes de su línea política, que conecta muy bien con un nuevo perfil de electores, Javier Milei no es un ignorante. Es licenciado en Economía, tiene dos maestrías, doctorado emérito, y es profesor universitario.

Algunos de sus alumnos lo recuerdan como un profesor elitista, exigente e intenso. Ponía el ojo en tres o cuatro estudiantes notables y con ellos se encerraba hasta dos días en su departamento para explicar y estudiar a fondo un tema. No salían ni para comer; pedían pizzas.


En octubre cumplió 53 años, tuvo una infancia difícil y juventud solitaria, que se abrió paso a la fama como polemista mediático que llama a las cosas por su nombre, sin tamices, y generalmente sin pensarlas.

Miedo provocan algunas de sus propuestas, pero sobre todo su acendrada intolerancia. Ambas características, intolerancia y propuestas extremas, le han sido útiles para llegar al lugar donde se encuentra: en la antesala de la presidencia de Argentina.

Carece de estructura partidista, porque su agrupación, La Libertad Avanza, no tiene gobernadores, ni intendentes. Apenas unos pocos diputados. Esa debilidad, sumada a su tendencia a descalificar e insultar a quienes piensan distinto, será una traba casi insalvable a la hora de gobernar, si es que gana el domingo. Para negociar hay que ceder, y no sabe comportarse de otra manera.

Tendrá que enfrentarse al peronismo y sus sindicatos, y al 40 por ciento de la población empobrecida por malos gobiernos, que vive de los subsidios y no querrán dar un paso atrás en lo que ya reciben del Estado.

Milei abandera a los demás. Grita por los enojados porque trabajan, pagan la mitad de su sueldo en impuestos y no llegan a fin de mes por la inflación desbordada.

Por los que han visto a la “casta política” enriquecerse hasta el delirio con la farsa de la justicia social y el tráfico de favores a grandes empresarios “prebendarios”.

El fenómeno Milei viene de ahí, de la ineptitud y la corrupción kirchnerista, del populismo peronista, y de la decepción con Mauricio Macri.

A Milei le dicen “El Loco” desde 1983. Se lo ganó cuando empezó a jugar como portero en las juveniles de Chacarita Juniors, por su arrojo temerario a la hora de salir a cortar un centro o lanzarse a los botines de un rival para quedarse con la pelota. Seis años después fue ascendido al cuadro de primera división, pero no debutó porque decidió dedicarse al estudio.

“El pibito también estaba loco”, recuerda quien lo conoció desde niño, Daniel, un melenudo de pelo blanco, un “cebollita”, es decir de los nacidos en 1960 y formado en las divisiones inferiores de Argentino Juniors.

Aquí en Buenos Aires todo pasa por el futbol

Hace un par de semanas, días antes de la final de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y Fluminense en Río de Janeiro, Javier Milei, fanático de Boca, declaró que ya era “anti Boca”.

“Cuando Angelici (dirigente de Boca) trajo a (Juan Román) Riquelme en un acto de populismo, dije: ‘Bue, bastante tengo para vivir en un país populista como para ser hincha de un equipo que toma decisiones populistas. Lo trajo para robar, entonces agarré y dejé de ser hincha de Boca. Después traen a Gago, un pésimo jugador, una gran mentira del futbol argentino”.

Contó en televisión, ese día, que tiene palco en la Bombonera y una estrella con su nombre en el Museo de Boca, pero, confesó: “cuando se retiró (Martín) Palermo la tristeza fue tan grande que no pude volver a la cancha”.

“El loco”, le dicen, lo que ya es decir, en un país donde hay una iglesia de Diego Maradona, sus restos reposan en el cementerio de Bella Vista, pero su corazón y sus riñones están en el Departamento de Anatomía Patológica, en La Plata. Su corazón pesaba 504 gramos. Igual que un balón.

Daniel cuenta de algunos maltratos de “El Queso al pibito”, es decir a Javier Milei, que coincide con lo publicado por biógrafos del candidato. Pero aquí el ambiente está tan cargado de información falsa o exagerada sobre Milei, de su vida privada e íntima, que más vale señalar lo que ha dicho el propio candidato o es un asunto público.

En algunas entrevistas se refiere a su padre como “mi progenitor”. Vivía con un mastín llamado Conan (cuya muerte aún llora), al que llamaba su hijo, y lo clonó para tener cinco animales idénticos (un metro de alto cada uno)

Con ellos vivía en un departamento de cien metros cuadrados en el barrio del Abasto. Los vecinos del edificio hicieron los reclamos correspondientes.

Milei siempre fue solitario. Sin amigos. Y contra lo que él dice ser -un liberal- es profundamente intolerante. Tengo páginas con los insultos a periodistas y a quienes no están de acuerdo con él. Eso no sería interesante en particular, pero Milei es diputado y aspirante a gobernar a todos los argentinos.

Se ha corrido al centro en estos días, aunque sostiene su propuesta de dolarizar la economía. El problema es que Argentina no tiene dólares, incluso las reservas del Banco Central son negativas.

El shock devaluatorio, en caso de ganar, se sentirá desde el lunes. A conseguirlos al precio que sea, pues será la nueva moneda en el momento que Milei lo decida.

De su programa, preocupa su animadversión ideológica hacia Lula, y que ésta se traslade a la gestión de gobierno. Brasil es el principal socio comercial de Argentina, y de esa relación depende el empleo de cerca de dos millones de personas.

Crear un mercado libre de órganos humanos ha sido una expresión muy usada en su contra, porque efectivamente la dijo, la sostuvo y la defendió.

Se lo dijo en una extensa entrevista al periodista Jorge Lanata:

“El que decidió venderte el órgano, ¿en qué afectó la vida, la propiedad, la libertad de los demás? ¿Quién sos vos para determinar qué tiene que hacer él con su vida? Es su vida, es su cuerpo, es su propiedad. ¿Tenemos que tener tanto amor por la intervención al punto tal de no dejarle vivir la vida a la gente como quiere?”, dijo.

Y concluyó: “Entonces lo vamos a poner en otros términos: si no le terminás comprando ese órgano, (esa persona) se termina muriendo de hambre y ni siquiera tiene vida”.

Es decir, adiós a las listas de espera a los que necesitan un órgano, y el que tenga dinero para comprar un riñón o un hígado es el que vive.

Y el robo de órganos humanos dispararía el crimen, porque se podrían vender.

Una propuesta peligrosa, pues, aunque ya dio marcha atrás y matizó, es lo que piensa. Dicho está, en una entrevista formal y no en una grabación clandestina como las que hacen funcionarios del gobierno fantasmal de Alberto Fernández.

Este domingo Argentina concluye un ciclo. Y la incertidumbre, gane quien gane, es si lo que viene será peor.

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