El Papa Francisco se saltó la tradicional procesión del Viernes Santo en el Coliseo de Roma para proteger su salud, dijo el Vaticano, lo que aumentó las preocupaciones sobre su frágil condición durante un periodo litúrgico particularmente ocupado.
Se esperaba que Francisco presidiera la procesión del Vía Crucis, que recrea la Pasión y crucifixión de Cristo, y compusiera las meditaciones que se leen en voz alta en cada estación. Pero justo cuando el evento estaba a punto de comenzar, el Vaticano anunció que Francisco estaba siguiendo el evento desde su casa en el Vaticano.
“Para preservar su salud de cara a la vigilia de mañana y a la misa del Domingo de Resurrección, el Papa Francisco realizará esta tarde el Vía crucis en el Coliseo desde la Casa Santa Marta”, indicó un comunicado de la oficina de prensa del Vaticano.
Era la primera vez que se saltaba el tradicional y evocador evento en sus 11 años de papado y recordaba el Viernes Santo que San Juan Pablo II observó desde el Palacio Apostólico justo antes de morir en 2005.
¿Qué enfermedad padece el Papa Francisco?
Francisco, de 87 años, a quien le extirparon parte de un pulmón cuando era joven, ha estado luchando durante todo el invierno contra lo que él y el Vaticano han descrito como un caso de gripe, bronquitis o resfriado. Durante las últimas semanas, ocasionalmente le pidió a un asistente que leyera en voz alta sus discursos y se saltó por completo su homilía del Domingo de Ramos.
La decisión de no asistir a la procesión del Viernes Santo pareció ser de último minuto: la silla de Francisco estaba colocada en la plataforma donde debía presidir el rito. Su asistente más cercano, monseñor Leonardo Sapienza, estaba presente y movió la pantalla de televisión en la plataforma para que Francisco pudiera ver mejor lo que estaba sucediendo dentro del Coliseo.
Pero a las 21:10, cinco minutos antes del inicio oficial de la procesión, la oficina de prensa del Vaticano anunció en Telegram que no se presentaría. Rápidamente se llevaron la silla.
El precipitado anuncio recordó la decisión de último minuto de Francisco el Domingo de Ramos, cuando el Vaticano transmitió la homilía del Papa con antelación a los periodistas, y su asistente se levantó para darle sus gafas para leerla, cuando Francisco dejó claro que se la saltaría.