Hamás estudiaba este jueves la propuesta más reciente de un cese el fuego con Israel, con la que Estados Unidos y otros mediadores esperaban evitar una incursión israelí sobre la localidad gazatí de Rafah. Sin embargo, las posibilidades de llegar a un acuerdo estaban asociadas a la cuestión de si Israel puede aceptar un final de la guerra sin alcanzar su objetivo declarado de “destruir a Hamás”.
Si la guerra en Gaza terminara hoy, aún tomaría hasta 2040 reconstruir todas las viviendas destruidas en casi siete meses de bombardeo y ofensivas terrestres de Israel sobre el territorio, según un reporte de Naciones Unidas presentado este jueves que hizo patente lo que había en juego en las negociaciones. El daño a la economía local retrasará el desarrollo del enclave durante generaciones y no hará más que empeorar con cada mes que continúen los combates, añadió el informe.
Hamás ha insistido en que no firmará el acuerdo sin garantías de que, si finalmente libera a todos los rehenes, Israel detendrá la campaña sobre Gaza y retirará a sus tropas del territorio.
La propuesta que Estados Unidos y los mediadores egipcios han puesto sobre la mesa —al parecer, aceptada por Israel— plantea un proceso de tres fases que iniciaría un cese al fuego inmediato de seis semanas y una liberación parcial de rehenes, así como negociaciones para una “calma permanente” que incluya alguna forma de retirada israelí de Gaza, según un funcionario egipcio.
Si Israel acepta poner fin a la guerra a cambio de recuperar a todos los rehenes, sería un gran cambio de parecer. Desde que el ataque de Hamás del 7 de octubre conmocionó a Israel, sus líderes han prometido no detener el bombardeo y las ofensivas terrestres hasta que el grupo armado sea destruido. Los ataques han dejado más de 34 mil personas asesinadas, la gran mayoría mujeres, niñas y niños. Políticos israelíes afirman que Israel debe mantener una presencia militar en Gaza y un control de seguridad después de la guerra para asegurarse de que Hamás no se recupere.
Al menos en público, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, sigue insistiendo en que es el único final aceptable.
El mandatario ha prometido que incluso si se alcanza un cese el fuego, Israel atacará por tierra en algún momento Rafah, que describe como el último bastión de Hamás en Gaza, y donde solo ha lanzado bombardeos. El miércoles reiteró esa determinación en sus conversaciones con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, que viajó a Israel dentro de una gira regional para respaldar el acuerdo.
El destino inmediato del acuerdo depende de si Hamás aceptará la incertidumbre sobre las fases finales del plan para conseguir la pausa inicial de seis semanas en las hostilidades, y al menos posponer el que se teme sea un ataque devastador sobre la localidad más meridional de Gaza, en la que se han refugiado unas 1.4 millones de personas palestinas porque Israel dijo que era una “zona segura”.
Egipto ha asegurado en privado a Hamás que el acuerdo supondrá el final definitivo de la guerra. Pero un funcionario egipcio dijo que Hamás dice que el texto es demasiado vago y quiere que se especifique una retirada completa israelí de Gaza. El funcionario habló bajo condición de anonimato para comentar las deliberaciones.
El grupo sigue estudiando la oferta, dijo el jueves Osama Hamdan, miembro destacado de Hamás, en un mensaje a The Associated Press. No confirmó si la respuesta oficial se emitiría durante el día.
Hamdan se había mostrado escéptico el miércoles por la noche y dijo que la posición inicial del grupo era “negativa”. En declaraciones a la televisora Al Manar de Hezbollah, dijo que las conversaciones seguían en marcha pero terminarían si Israel invade Rafah.
Blinken incrementó la presión sobre Hamás para que acepte, diciendo que Israel había hecho concesiones “muy importantes”.
“No hay tiempo para más regateos. El acuerdo está aquí”, dijo Blinken el miércoles antes de emprender el regreso a Estados Unidos.
La invasión de Israel a Rafah, en Gaza, es el punto clave a evitar
La amenaza de un ataque israelí a Rafah se cernía sobre las negociaciones. Estados Unidos y la ONU han advertido que podría ser catastrófico para los civiles palestinos. Tras huir de la campaña israelí en otros puntos del territorio, más de la mitad de la población gazatí está en abarrotados campamentos de carpas y otros refugios en Rafah y sus alrededores.
Washington, que ha respaldado con firmeza a Israel durante toda la guerra, ha dicho que no debe avanzar sobre Rafah y se ha mostrado cada vez más crítico con el enorme precio que han pagado los civiles palestinos. Las autoridades estadounidenses dicen que se oponen a una gran ofensiva en Rafah, pero que si Israel inicia una debe evacuar primero a los civiles. Israel dice que está trabajando en planes de evacuación masiva de civiles.
La guerra de Israel contra Hamás escaló con el ataque del 7 de octubre al sur de las tierras ocupadas de Israel, en el que los milicianos mataron a unas mil 200 personas, la mayoría civiles, y capturaron a unos 250 rehenes. Se cree que Hamás aún retiene a unos 100 rehenes y los restos de otros 30 ya fallecidos.
Desde entonces, la campaña israelí en Gaza ha matado a más de 34 mil personas palestinas, según autoridades locales de salud. La contienda ha dejado una amplia destrucción y provocado un desastre humanitario, con cientos de miles de palestinos en el norte de Gaza en riesgo de una hambruna inminente, según Naciones Unidas. Más del 80 por ciento de la población ha sido expulsado de sus hogares.
La “base productiva de la economía ha sido destruida” y la pobreza crece con rapidez entre los palestinos, según el reporte publicado el jueves por el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas y la Comisión Económica y Social de Asia Occidental.
En 2024, señaló el documento, toda la economía palestina —lo que incluye tanto Gaza como Cisjordania— se ha reducido en un 25.8 por ciento. Si la guerra continúa, la pérdida alcanzará la “impactante” tasa del 29 por ciento para julio, señaló. La economía cisjordana se ha visto afectada por la decisión israelí de cancelar los permisos de trabajo de decenas de miles de personas que dependían de empleos dentro de Israel.
“Cada día adicional que continúa esta guerra supone costes enormes y acumulativos a los gazatíes y a todos los palestinos (...). Estas nuevas cifras advierten que el sufrimiento en Gaza no terminará cuando lo haga la guerra”, dijo el administrador del Programa de Desarrollo de la ONU Achim Steiner, que advirtió de una “grave crisis de desarrollo que pone en peligro el futuro de generaciones por venir”.