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Alemania, en vilo por la irrupción de la ultraderecha como factor clave

El demócrata cristiano Merz, que es favorito para las elecciones del domingo, deberá elegir con quién formar gobierno.

Alemania tendrá elecciones en 5 días. (Foto: EFE)

Munich.- La quietud de la noche oscura y fría en la capital bávara trae a la memoria del recién llegado el eco de la premonitoria letra del tango escrito por Carlos Gardel y Alfredo Le Pera en el periodo de entreguerras: “Silencio en la noche. Ya todo está en calma. El músculo duerme, la ambición trabaja”.

Dentro de cinco días se realizarán en Alemania las elecciones federales que podrían decidir en forma definitiva el rumbo de Europa, con la irrupción de la ultraderecha filonazi, prorrusa y anti europeísta de Alternativaa para Alemania (AfD) como la segunda fuerza política nacional.

Las dos corrientes contrarias a la Unión Europea, a la migración y al apoyo a Ucrania estarán en la boleta que cruzarán los alemanes este domingo: la ultraderechista Alice Weidel, candidata de AfD, y Sahra Wagenknecht, del ultraizquierdista BSW, que lleva su nombre.

Alemania y sus partidos del centro tradicional, democracia cristiana y social democracia, están prensados por el fin del gas barato de Rusia, el retiro de la protección militar de Estados Unidos, y los aranceles anunciados por Donald Trump.


La confianza en el futuro solo dice tenerla un mínimo porcentaje de la población, al nivel de Bulgaria, y es la economía con peor desempeño de la Unión Europea.

El éxito de AfD, que duplicaría su votación de acuerdo con las encuestas, significaría la irrupción más elevada de un partido ultra desde 1933, se basa en el descontento por tres años de recesión económica, el declive del sector industrial, la incertidumbre por el futuro, y el recurrente chivo expiatorio en épocas de estancamiento: la migración.

De acuerdo con las encuestas revisadas anoche, el próximo canciller de Alemania sería el Demócrata Cristiano, Friederich Merz, que en alianza con su partido hermano de Bavaria, Unión Social Cristiana, alcanzaría el 30 por ciento de los votos.

Por primera vez el segundo lugar no lo ocupará otro partido de centro (en este caso, el Social Demócrata del canciller Scholz), sino el ultra AfD, mucho más al extremo que el partido de Marine Le Pen en Francia o Vox en España, que lleva como candidata a una aspirante atípica para ese tipo de formaciones políticas: mujer (suelen ser partidos machistas), lesbiana, casada con una señora de originaria de Myanmar, con la que tiene dos hijos, y su base de votantes tiene una fuerte concentración en la zona de la ex Alemania del Este (comunista).


El tercer sitio sería para los socialdemócratas, lo que va a llevar a Merz –de consumar su triunfo el domingo- a un dilema para formar gobierno, pues las diferencias en “el centro” parecen irreconciliables en el terreno clave: la economía.

Los socialdemócratas quieren sortear la crisis con más deuda para financiar obras públicas y pagar subvenciones y subsidios. Para los demócratas cristianos, en la agenda está bajar impuestos para reducir costos a las empresas y generar riqueza.

¿Con quién va a gobernar Merz, entonces?, es la pregunta que tiene a Alemania en vilo, y al 38 por ciento de los votantes sin decidir aún por quién cruzará la boleta este domingo, de acuerdo con la encuesta del Instituto Forsa publicada este martes.

Hasta ahora ha funcionado el “cordón sanitario” impuesto por los partidos de centro a la agrupación filonazi, aunque como dijo el fin de semana en Madrid el periodista alemán Wolfgang Munchau, “cada vez es más difícil formar una coalición de gobierno sin AfD”.

Munchau estuvo en la capital española para presentar su demoledor libro Kaput, que documenta la decadencia de su país como potencia industrial y la incompetencia de las élites políticas y empresariales para modernizar la economía.

AfD llega a lomos del abierto respaldo de los más altos funcionarios del gobierno del presidente Donald Trump, como Elon Musk y el vicepresidente J.D. Vance, que en su visita a esta ciudad se reunió con la candidata Alice Weidel e ignoró al canciller Scholz.

Ayer en Budapest, el presidente húngaro Víktor Orban, también amigo de Putin y pro MAGA, recibió a Weidel como “el futuro de Alemania”.

Tal vez tenga razón, sin que ello sea promisorio, sino más bien abre una enorme interrogante, como la que tiene el 38 por ciento de los electores del país más poderoso de Europa.

Silencio en la noche de Munich, donde los fantasmas han vuelto a salir.

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