El rediseño del espacio aéreo del Valle de México ha generado polémica y ya tiene suspensiones provisionales en contra, pero, ¿de qué se trata?
Primero es importante explicar en qué consiste el espacio aéreo y por qué es tan importante.
El espacio aéreo es una porción de la atmosfera terrestre, tanto sobre tierra como sobre agua, sobre la cual los aviones pueden circular y está regulado por autoridades.
Se compone de muchas rutas en las que los aviones pueden circular, y cuentan con una ruta nominal y un área de protección, la cual sirve para que otra nave no tenga un incidente.
La aerovía, como también se le conoce a la ruta designada en el espacio aéreo, es un camino virtual predefinido, tanto en altura como trazado, que sigue una aeronave desde un punto A hasta un punto B.
Sin embargo, no es tan sencillo, porque a diferencia de una autopista, las aerovías tienen una determinada altitud a la que los aviones deben volar para evitar impactos y choques entre ellos.
Para el diseño de un espacio aéreo se toma en cuenta la orografía de una región, es decir, se evalúa si hay montañas, valles, sierras o volcanes que impidan o representen un peligro para el vuelo de las aeronaves.
También se tiene que conocer si hay poblaciones a las que les pueda afectar el ruido de las aeronaves, ya que puede representar una molestia para los habitantes.
Asimismo, el diseño de las rutas se hace considerando el volumen de las operaciones aéreas y el segmento de espacio en cada aeropuerto, sea nacional e internacional. Esto garantiza la separación entre los flujos de llegada y salida para cumplir con las disposiciones de seguridad y eficiencia.
El caso de la CDMX
Construir un aeropuerto no es una cuestión de levantar la edificación, contratar personal o establecer conexiones satelitales. Al hacer un nuevo aeropuerto, se debe tener en cuenta que las rutas aéreas podrían sufrir modificaciones, ya que se agregaría una nueva parada o destino para los vuelos nacionales e internacionales.
Tras la suspensión del aeropuerto en Texcoco y la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en Santa Lucía, el actual gobierno federal indicó que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) seguiría en funciones, ante el asombro de propios y extraños. Y el rediseño del espacio aéreo busca conectar a los aeropuertos capitalinos con el de Cuernavaca y Toluca.
En 2018, el centro de investigación MITRE, principal asesor de a la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus sigla en inglés) en Estados Unidos, detalló que nadie había desarrollado el obligado estudio del espacio aéreo para dicho proyecto, y calificó como “preocupante” la alternativa impulsada por el presidente López Obrador porque requería crear “un espacio aéreo sumamente complejo” que podía traer “problemas importantes”.
La tarea de conectar cuatro aeropuertos internacionales representa un gran reto, pues los aviones que quieran despegar de Santa Lucia tendrán que estar al pendiente de los posibles cruces de vuelos que aterricen en el AICM y viceversa.
La reestructuración del espacio se realiza con la implementación del sistema PBN o Navegación Basada en Desempeño (Performance Based Navigation), que se fundamenta en tecnologías satelitales para hacer más eficientes las operaciones aéreas, y lograr una optimización de la capacidad del espacio aéreo, reduciendo hasta en 16% el promedio de tiempo de las aeronaves dentro del sistema, disminuyendo también la carga de trabajo de tripulaciones y controladores y hasta ahorrando combustible a las aerolíneas.
¿Es un riesgo?
Pese a que el gobierno asegura que los cuatro aeropuertos pueden operar de forma “simultanea” y “segura”, expertos señalan que el proyecto cuenta con “incertidumbres técnicas” que podrían tener costos de varios millones de pesos y vidas humanas, en el peor de los casos.
Hace unos días, el Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo (Sinacta) advirtió que aumentó el riesgo de accidentes en los vuelos desde y hacia la Ciudad de México, pues las maniobras se han vuelto más complicadas.
El gremio afirmó que al inicio del rediseño dos aviones viajaron en direcciones encontradas, de frente a la misma altitud, y que estuvieron a punto de chocar.
Sin embargo, Comunicaciones y Transportes sostuvo que ni los Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam) ni la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) recibieron reporte sobre un posible choque o incidente en el Valle de México que lo relacione con el rediseño del espacio aéreo de la Ciudad de México.
Y tanto Aeroméxico como la Cámara Nacional de Aerotransportes dijeron que no tenían reportes de sus miembros de “situaciones que hayan puesto en riesgo las operaciones aéreas como resultado de la implementación del rediseño del espacio aéreo”.
¿Hacia dónde va el rediseño?
No todo ha sido “miel sobre hojuelas”, pues hace unos días una ciudadana del Estado de México interpuso un amparo por el cambio de rutas, argumentando que se daña al medio ambiente y a su familia. Un juez federal ordenó la suspensión inmediata del rediseño hasta que se den a conocer los estudios de impacto ambiental.
De acuerdo con reportes de prensa, se han otorgado más suspensiones provisionales que ordenan a las autoridades federales la suspensión inmediata de la ejecución del rediseño y que se utilicen las rutas establecidas previamente.
Sin embargo, Comunicaciones y Transportes descartó la posibilidad de regresar pronto al anterior diseño del espacio aéreo por las dificultades técnicas que implica.
“(La suspensión provisional) no es un tema que se pueda implementar de un día para otro, hay que hacer del conocimiento a todos los operadores aéreos técnicamente (…) estamos impedidos para dar cumplimiento de un día para otro”, señaló el 26 de abril Román García, titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos de la dependencia.
El funcionario declaró que el gobierno prepara la defensa para contrarrestar el amparo y determinar los medios que se pueden utilizar para revertir la medida provisional.