Muchas mujeres han hecho de las agujas y los hilos sus armas de lucha. Han denunciado en sus bordados la opresión, la discriminación y la violencia de los hombres, convirtiendo una actividad considerada doméstica y femenina en un expresión política –y no pocas veces artística– contra el sistema patriarcal.
El Movimiento de Mujeres Sufragistas Británicas, fundado en 1908, es un ejemplo de esa amalgama histórica que ha habido entre bordado y feminismo. Es sabido que sus participantes salían a las calles a marchar portando pancartas bordadas. “En sus manos, el bordado fue empleado para cambiar ideas sobre la mujer y la feminidad. Lejos de querer desenredar al bordado y la feminidad, ellas querían que el bordado evocara la feminidad, pero la feminidad representada como una fuente de fuerza, no como una evidencia de la debilidad de la mujer”, como explica Rozsika Parker en su libro La puntada subversiva. El bordado y la confección de lo femenino.
México no ha sido la excepción y actualmente varias colectivas se dedican a bordar mensajes feministas en telas que después portan en las protestas. Particularmente, sus pancartas están dedicadas a recordar a víctimas de feminicidio.
En una labor solidaria y colectiva, grupos de mujeres de varios estados crean pequeños memoriales que se resisten al olvido y que claman justicia. Es el caso de las telas que bordan las participantes de la colectiva Las nombramos bordando, que busca denunciar los feminicidios cometidos en Morelos.
“Las nombramos bordando surge el 8 de marzo de 2020. Nuestra primera acción fue un funeral simbólico donde bordamos toda la noche los nombres de víctimas de feminicidios para forrar con ellos un ataúd. Este ataúd se incorporó a la marcha de colectivas autoconvocadas en la Plaza de Armas de la ciudad de Cuernavaca”, cuenta la colectiva en entrevista vía electrónica.
Sobre la importancia del bordado en las luchas feministas, comentan: “El bordado feminista es un arma de protesta muy potente cuyo origen viene desde las Sufragistas en Inglaterra. Actualmente, en México, el bordado ha creado espacios que articulan la protesta y la amistad, ya que bordar es un acto de entrega, de amor y de ternura radical”.
En Ciudad Juárez, Chihuahua, las integrantes de Bordeamos por la Paz bordan con hilos rosas pañuelos en los que se pueden leer los nombres de “todas aquellas mujeres que perdieron la vida por su condición de sexo y género”. También dedican bordados en rojo a hombres asesinados y, en verde, color con que representan la esperanza, a víctimas de la desaparición forzada. “Creemos en la posibilidad de una sociedad justa y solidaria, que viva en paz y armonía, que preserve la memoria de quienes ya no están, pero que merecen verdad y justicia”, describe en su página de Facebook.
Las mujeres de Bordamos por la Paz, de Guadalajara, Jalisco, también bordan los nombres de mujeres y hombres asesinados. En su página de Facebook explican el sentido de su actividad: “Bordamos tal vez porque queremos crear algo bello de los pedazos que recogemos del infierno. Porque unas manos pueden transformar las cosas y necesitamos transformarlas en cosas bellas porque ya muchas manos trabajan en hacer lo detestable, lo innombrable, lo incomprensible”.