Las opresiones que experimentan las mujeres tienen color. Las experiencias de las féminas níveas no son las mismas que las de indígenas, negras o morenas.
Esta diferenciación fue atendida con mayor intensidad por teóricas latinoamericanas a partir de la década de los noventas, cuando el fin de la Guerra Fría, el afianzamiento del orden capitalista como hegemonía global y la aplicación de políticas neoliberales provocaron expresiones de resistencia y protestas en el sur global.
Fue en este contexto en el que se fraguaron nuevas apuestas reflexivas que cuestionaban las narrativas históricas impuestas por la empresa colonial moderna. Los feminismos decoloniales fueron algunas de estas.
Las críticas al pensamiento feminista blanco o hegemónico evidenciaron que “si bien es una ruta de lucha que ha liberado a mujeres en condiciones de opresión por género, lo cierto es que no visibiliza las condiciones de opresión de otras mujeres que son racializadas, que viven las lógicas de dominación colonial en continuum”, explica la escritora, feminista y activista, Karina Ochoa para El Financiero.
“El feminismo es profundamente colonial y hegemónico cuando no es capaz de reconocer la racialización de las mujeres en los países del ‘tercer mundo’, las condiciones de clase, de etnia y otro tipo de opresiones que nos atraviesan”, agrega.
Aunque los aportes del pensamiento feminista decolonial adquieren mayor relevancia a finales del siglo XX, se pueden encontrar indicios de resistencia y planteamientos anticoloniales de mujeres desde inicios de la invasión del “nuevo mundo”.
“Agustina Gómez Checheb encabeza una revuelta muy importante en el sureste mexicano en el siglo XIX con una connotación anticolonial. Cien años antes, en la región andina, en Bolivia, Bartolina Sisa, logra sitiar La Paz con un ejército indígena. Estas son rebeliones encabezadas por mujeres donde el papel que fungen es muy relevante y muestran que hay una actitud colonial constante”, detalla la académica.
Los movimientos liderados por mujeres en la región sur del continente americano no se han servido de una sola idea o teoría sino que de acuerdo a su contexto y características se valen de distintas cosmovisiones.
En el caso de México, “hay muchas genealogías, rutas que han llevado a algunas pensadoras, intelectuales, académicas, activistas y luchadoras sociales a posicionarse en el tema de los feminismo decoloniales, muchas de nosotras venimos de diferentes trayectorias, de diferentes activismos o perspectivas pero confluimos en algunos elementos del debate”, afirma Ochoa.
En su libro Feminismos descoloniales latinoamericanos para principiantes, por ejemplo, la activista retoma a la argentina María Lugones para hablar de cómo la idea de género impuesta por los colonizadores europeos propició la aniquilación de organizaciones políticas y sociales ancestrales, y la subordinación de las mujeres en la sociedad.
Así como ella, muchas otras y otros han propuesto distintos acercamientos teóricos desde distintas trincheras que han coadyuvado al enriquecimiento de la corriente anticolonial en la región. Sin embargo, aún queda mucho por hacer.
Alternativas frente a un mundo en crisis
“Hay una tarea larga en el ámbito académico e intelectual en el sentido en que no solo se reescriba la historia sino que hay que hacer arqueología decolonial, una recuperación de esos horizontes de sentido, de esas cosmovisiones, de esos órdenes civilizatorios que nos permitan plantear una alternativa frente a un mundo que está en crisis”, subraya la escritora.
La invasión rusa en Ucrania; los bombardeos en Yemen; los ataques del ejército iraelí a Palestina, entre otros conflictos han dejado cada vez más claro que “para los países poderosos la guerra sigue siendo la posibilidad de reorganizar políticamente el mundo”.
Es aquí donde los aportes anticoloniales pueden tener un impacto significativo y así, ayudar a romper con las dinámicas suicidas establecidas por el orden capitalista.
“Las alternativas no van a venir de las culturas que han mostrado su fracaso. Tienen que venir de otras miradas, de otros horizontes de sentido. El debate decolonial puede dar muchas posibilidades de hacer estas tareas para ir descifrando cuáles son las apuestas por la vida e ir desdeñando y eliminando las apuestas de la muerte que se han construido desde la lógica capitalista, imperial y por supuesto, patriarcal”, señala Ochoa.