Tras 13 días en el mar y recorrer unos cuatro mil quinientos kilómetros, el buque El Puma, que transportó a científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de la Universidad de Kyoto, concluyó su misión en las costas de Guerrero, donde se detectó el primer sismo lento bajo el mar, fenómeno que no se había registrado en la historia de México.
Luego de tocar tierra firma en Mazatlán, Sinaloa, los científicos esperan confirmar los datos recogidos en el fondo oceánico que indican que se está produciendo un sismo lento bajo el mar.
El responsable del equipo mexicano, el doctor Víctor Manuel Cruz Atienza, de la UNAM, explicó que el sismo lento que parece estar ocurriendo podría provocar, de darse un sismo semejante al de septiembre pasado en las próximas semanas, un terremoto de mayor magnitud.
La actividad sísmica en la Costa Chica de Guerrero, reportada por el Servicio Sismológico Nacional, es actualmente “anómalamente alta”, señala Cruz Atienza. Agregó que el nivel de actividad sísmica puede estar relacionado con los sismos lentos ocurridos desde septiembre hasta la actualidad.
De acuerdo con el investigador, todo ese panorama sísmico tiene similitudes con los acontecimientos previos al terremoto de magnitud 9 ocurrido en Japón en 2011, que junto con un gran tsunami dejó 15 mil personas muertas, “lo que no significa que vaya a ocurrir lo mismo”, aclaró Cruz Atienza.
La elevada cantidad de temblores producidos en las costas de Guerrero en los últimos cinco años sirve para aliviar la energía acumulada por el acoplamiento de las placas continentales de Cocos y Norte América.
Buque El Puma cumple sus misión en costas de Guerrero
Otro de los objetivos de la misión de El Puma era recoger siete sismógrafos instalados en el fondo marino de la Brecha de Guerrero para estudiar la actividad sísmica de la zona.
El proyecto mexicano-japonés de 6 millones de dólares de presupuesto y 6 años de trabajo interrumpidos por la pandemia de COVID-19, proseguirá con el estudio de todos los datos recopilados por la expedición.
La misión logró rescatar tres de los siete sismómetros instalados en el fondo marino en 2019 y ha podido colocar otros ocho sismómetros para que aporten datos en los próximos meses.
Aunque frustrados por no haber recogido cuatro sismómetros, la expedición se muestra satisfecha por los valiosos datos recopilados de la presión en el fondo marino que permitirán observar la deformación vertical del continente y los datos GPS acústicos obtenidos por planeador de olas.
“Nunca habíamos observado directamente en México los sismos lentos bajo el mar”, afirmó el doctor Víctor Manuel Cruz Atienza.
“Estos deslizamientos silenciosos entre las placas, recogidos por la expedición científica, son los previos y posteriores al terremoto en Acapulco de septiembre de 2021″, agregó.
También por primera vez en México se ha registrado la deformación del fondo oceánico producida por un terremoto, agregó el doctor de la UNAM.
Yosihiro Ito, científico jefe de la parte japonesa del proyecto, se mostró también satisfecho por lo logrado.
“Necesito comparar los datos recogidos en el mar con los de tierra, pero lo más importante es que con los datos de presión desde 2017 hasta 2022, podremos saber dónde está la mayor zona de fricción en la que podría suceder el gran terremoto”, explicó.