La presencia sostenida e irrefutable del narcotráfico en las comunidades indígenas de México ha obligado a estas poblaciones a desplazarse por la violencia, por lo que no debe seguir ocultándose, aseguró Carlos Arturo Hernández Dávila, docente de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
En el conversatorio Cerocahui: Martirio y Violencia, organizado por el Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, el académico afirmó que las comunidades rarámuri se han tenido que desplazar a las grandes ciudades de Coahuila y Chihuahua para huir de la violencia.
Señaló que la crueldad en las comunidades indígenas es cada vez más compleja, ya que el crimen organizado las obliga a trabajar como esclavos en los plantíos de amapola, y les ha quitado la tierra donde sembraban maíz.
Marisol López Menéndez, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Ibero, sostuvo que en la sierra Tarahumara hay vínculos entre los diferentes niveles de gobierno y la delincuencia.
En un comunicado, la Ibero señaló que la experta expuso que “se tiene tala clandestina, narcotráfico, tráfico de personas, toda una serie de delitos que parecen incrustados en la región”.