Las últimas semanas han sido agitadas en Reynosa. Mientras persiste la expectativa sobre el eventual levantamiento del Título 42, la orden que permite la expulsión inmediata de personas migrantes desde Estados Unidos y que permanece vigente por una orden judicial, miles de personas siguen llegando a esta ciudad fronteriza del noreste de México en donde enfrentan duras condiciones climáticas, falta de acceso a servicios básicos e inseguridad.
La situación es cada vez más crítica. El desalojo de los últimos habitantes que quedaban en la Plaza de la República a comienzos de mayo, el paso a cuentagotas de personas hacia Estados Unidos por medio de las gestiones de abogados privados y la consecuente llegada cada día de cientos de migrantes más buscando acceder también a esta oportunidad mantienen colapsada la de por sí escasa capacidad existente en la ciudad para atender a esta población.
Sumado a esto, en las últimas semanas han incrementado las tensiones entre los grupos del crimen organizado que disputan el territorio, generando mayores riesgos para la población. Médicos Sin Fronteras (MSF) es una de las pocas organizaciones que está presente en Reynosa brindando servicios para mejorar la situación de las personas migrantes. Anayeli Flores, responsable de asuntos humanitarios de MSF, cuenta lo que están viendo los equipos en terreno.
¿Cuál es la situación actualmente de la población migrante en Reynosa?
La dinámica de la migración ha cambiado visiblemente respecto al panorama que se tenía algunos meses atrás. El número de personas migrantes en la ciudad aumentó y hay una gran carencia de servicios de alojamiento, alimentación y salud para atenderlas. Los permisos de ingreso a EEUU, que gestionan principalmente los grupos de abogados privados y las continuas expulsiones desde EEUU a fronteras del norte de México, por el aún vigente Título 42, está actuando como factor de hacinamiento de solicitantes de asilo.
Cientos de personas llegan intentando acceder a un apoyo legal para su ingreso y deciden quedarse a esperar en la ciudad, pero ya no hay espacio en los albergues y muchas están viviendo en la calle. Además de las dificultades de acceso a servicios de salud y espacios seguros, estas personas se enfrentan a temperaturas muy elevadas, sin acceso a agua potable y sanitarios. También están expuestas a situaciones de violencia que persisten en esta ciudad fronteriza, donde en las últimas semanas se han incrementado los enfrentamientos entre grupos armados también en las colonias cercanas a los albergues.
¿Cómo ha respondido MSF ante este cambio de contexto?
Actualmente, hay aproximadamente 2 mil 400 personas en los dos albergues en los que MSF presta apoyo, pero no tenemos un cálculo exacto del número de migrantes que viven en los alrededores y en las calles. Ante este panorama aumentamos la capacidad del equipo, añadiendo personal médico y logístico, así como medicamentos e insumos de hidratación. Brindamos consultas médicas y de salud mental, entregamos kits de hidratación, agua potable y realizamos actividades de promoción de la salud y trabajo social. También nos enfocamos en coordinar con los pocos actores oficiales e internacionales que están presentes en la ciudad.
¿Cuáles son las principales afectaciones que está sufriendo la población?
A nivel físico vemos cuadros respiratorios, enfermedades gastrointestinales, infecciones urinarias, ginecológicas, en la piel y descompensaciones por padecimientos crónico-degenerativos. Nos ha resultado preocupante que nuestras consultas para mujeres embarazadas en las últimas semanas se han triplicado y también las consultas a menores de cinco años.
En cuanto a salud mental, prevalecen los síntomas relacionados a desorden de estrés postraumático, ansiedad, duelo o pérdida y depresión. Así mismo, nuestro equipo de Trabajo social ha incrementado la cantidad de referencias a otros actores de salud ante la necesidad de consultas de salud especializadas.
Es importante resaltar que, a pesar de nuestros esfuerzos por atender a la mayor cantidad de personas, estamos rebasados ante la magnitud de migrantes que requieren servicios y las dificultades para poder brindarlos, sobre todo para las personas que viven en situación de calle.
¿Qué hace falta para solucionar esta grave situación humanitaria?
Este es un caso claro del impacto negativo que tienen las condiciones de inseguridad, pobreza y desigualdad en los países de origen, que obligan a huir a miles de personas en búsqueda de protección y bienestar. Sumado a ello, las políticas migratorias de países como Estados Unidos y México criminalizan a las personas migrantes y generan crisis humanitarias en lugares como Reynosa. Sin duda hace falta una mayor respuesta de parte de las entidades oficiales e internacionales para mejorar el acceso a hábitat, servicios sanitarios, alimentación, salud, educación y protección; así como un discurso que mire en las personas migrantes y refugiadas una oportunidad de crecimiento nacional y no una amenaza, porque migrar no es un delito y buscar protección y seguridad no es un crimen.