La mariposa monarca ha dado un paso más hacia la extinción y los científicos el jueves incluyeron al emblemático insecto de alas anaranjadas y negras en la lista de especies amenazadas debido a la rápida reducción de sus números.
“Es una disminución desgarradora”, dijo Stuart Pimm, ecologista de la Universidad Duke que no participa de la clasificación. “Es una de las mariposas más reconocibles del mundo”.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza incluyó por primera vez a la monarca en su “lista roja” y la clasificó como especie “en peligro”, a dos pasos de la extinción.
La UICN calcula que la población de monarcas en América del Norte ha disminuido entre un 22 y un 72 por ciento en los últimos 10 años, según el método de medición que se utilice.
“Lo que nos preocupa es la tasa de disminución”, dijo Nick Haddad, biólogo de la Universidad Estatal de Michigan. “Es muy fácil imaginar con cuánta rapidez esta mariposa podría estar en peligro aún mayor”.
Haddad, quien no participó directamente en la clasificación, calcula que la población de monarcas estudiada por él en el este de Estados Unidos ha caído entre 85 y 95 por ciento desde los años 90.
En América del Norte, millones de monarcas realizan la migración más larga de cualquier especie de insecto conocido por la ciencia.
Después de pasar el invierno boreal en las montañas del centro de México, las mariposas migran hacia el norte, reproduciéndose en varias generaciones a lo largo de miles de kilómetros (millas). Las descendientes que llegan al sur de Canadá inician la migración de regreso a México al final del verano boreal.
“Es un espectáculo verdaderamente sobrecogedor”, dijo Anna Walker, bióloga conservacionista de la BioPark Society de Nuevo México, quien participó en la nueva clasificación.
Un grupo más pequeño pasa los inviernos en la costa de California y luego se dispersa en la primavera y el verano en varios estados al oeste de las Rocallosas. La disminución de esta población ha sido aún más precipitada que las de las monarcas del este, aunque hubo un pequeño rebote el invierno pasado.
Emma Pelton, de la ONG Xerces Society, que monitorea las monarcas del oeste, dijo que están amenazadas por la pérdida de hábitat y el uso creciente de herbicidas y pesticidas en la agricultura, además del cambio climático.
La gente puede ayudar, por ejemplo, plantando asclepia, también llamada algodoncillo, una planta de la cual dependen las orugas.