Antes de que fuera capturado Rafael Caro Quintero, el narcotraficante era el líder de una organización rival y se hizo dueño de la “codiciada” sierra norte de Sinaloa, revelaron documentos que figuran entre los millones de correos filtrados de la Sedena.
Según los informes que fueron vulnerados por los hackers Guacamayas, a los que tuvo acceso el periódico El País, cinco años antes de ser detenido, Caro Quintero cerraba importantes acuerdos en la sierra de Sinaloa para apuntalar su poder.
En el documento llamado “Reunión de Caro Quintero en Sinaloa de Leyva y Guasave” se detalla que mientras el “Narco de Narcos” estaba prófugo, la Sedena fue informada de una reunión clave en la que el capo “asumió el control” de una organización rival.
El informe del Ejército revela cómo Caro Quintero había retomado el poder después de quedar libre en 2013, por una decisión judicial. Las fuerzas armadas registraron este y otros movimientos del narcotraficante durante los años previos a su detención.
En 2017, en un hotel de Bacurato, en el municipio de Sinaloa de Leyva, Caro Quintero “asumió el control de la organización Beltrán Leyva”, la alianza del narco se produjo en un contexto de luchas de poder tras la extradición del exlíder del Cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Por esta razón, el líder Cártel de Caborca creó una alianza con Fausto Isidro Meza Flores, más conocido como “El Chapo Isidro”, líder de los Beltrán Leyva y enemigo de los de Sinaloa.
Los documentos aseguran que Caro Quintero traicionó los acuerdos del cártel que él y sus socios fundaron en los ochenta para lograr ampliar su dominio en la zona serrana que colinda con el Estado fronterizo de Chihuahua.
También se dio a conocer que el fundador del grupo de Sinaloa jamás dejó su tierra y no cambió de oficio. Incluso, se señala que la actividad de Caro Quintero tuvo un papel clave en la violencia desatada en Sonora mientras estuvo libre.
Los últimos días de libertad de Rafael Caro Quintero
Desaparecido en el mapa, Choix, un pequeño municipio serrano de Sinaloa, se convirtió en la última guarida de Rafael Caro Quintero.
En 2012, la noticia llegó a oídos de las autoridades: el fundador del extinto Cártel de Guadalajara se había enclavado en la región —limítrofe entre dos tierras calientes, Chihuahua y Sonora— para retomar sus actividades criminales y desde ahí disputarle a las células delictivas de Los Chapitos el control de la siembra y trasiego de mariguana.
Pero el pasado 15 de julio, el Narco de Narcos fue sorprendido en la casa número seis del poblado de San Simón, por Max, un perro adiestrado de la Secretaría de Marina. Aquel domicilio —como dirían en México, “sin chiste”— se convirtió en el principio del fin del imperio criminal del hombre más buscado por la DEA.
Siempre cerca de sus tierras sinaloenses, custodiado por su gente y respaldado por la seguridad del Mayo Zambada, Caro Quintero puso en marcha el mecanismo de fuga: recorrió 100 metros por el arroyo San Simón en compañía de sus dos guardias, pero no lo consiguió, los Marinos lo atraparon y lo retornaron a su casa.