Eran las siete y media u ocho, más o menos. Tenía que llegar con mi mamá a donde mi hermano practicaba karate y para eso debía bajar en la estación Impulsora y caminar un kilómetro y medio. Apenas empezaba a oscurecer. Estaba casi solo. Mientras caminaba en sentido contrario al flujo de personas un señor se acercó y tomó mi pierna. Me quedé en shock. Volví hacia la estación de policías que se encontraba en mi flanco derecho pero no había nadie. El agresor se echó a correr.
Para las mujeres, el espacio público nocturno representa un escenario amenazante en el que están expuestas a sufrir acoso, agresiones o incluso perder la vida.
Este miedo puede observarse en el uso del transporte público. En México, la cantidad de mujeres que se trasladan de noche -entre las 6:00 am y las 6:00 pm- es 35 por ciento menor a la de los hombres, una diferencia dramática si se compara con otros países de América Latina, según indica el Banco Interamericano de Desarrollo.
Mientras que en un estudio realizado en el Área Metropolitana de Guadalajara, las mujeres consultadas señalaron que los horarios más frecuentes para acosos y agresiones sucedieron en la noche, en un pico entre las 8:00 y las 11:00 pm.
Esto ha llevado a algunas personas a señalar las consecuencias negativas que tendrá la eliminación del horario de verano en el desarrollo de las mujeres.
La iniciativa propuesta por el presidente López Obrador y aprobada por la Cámara de Diputados implicaría que la oscuridad se presente más temprano y con esta, una mayor probabilidad de acoso u otro tipo de agresiones.
Sin embargo, el problema entraña cuestiones que no tienen que ver propiamente con la oscuridad sino con la obligación de ejercer ciudadanía dentro de los espacios públicos, señala la abogada Arlen Palestina.
“El tema de fondo tiene que ver con una situación de cómo ejercemos ciudadanía. La Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México nos emerge en derechos y obligaciones a los ciudadanos y a los ciudadanas, es decir, que la ciudad y las áreas comunes nos pertenecen a todas, a todos y a todes y esto genera entonces una actitud de responsabilidad para tener mayor cercanía con los espacios públicos”, explica en entrevista para El Financiero.
Arlen Palestina es una abogada feminista y especialista en Derechos Sexuales y Reproductivos. Su experiencia la ha llevado a representar legalmente a la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martínez, que lucha contra la trata de personas y defiende derechos laborales de trabajadoras sexuales desde hace más de 30 años.
Ahí se ha encargado de impulsar la reapropiación de los espacios públicos por parte de las mujeres, en especial de las trabajadoras sexuales, a través de múltiples ejercicios, como la entrega de despensas en sus lugares de trabajo o la implementación de comedores nocturnos.
“Lo que buscamos es que la mujer entienda primero que tiene que adueñarse del espacio público haya luz o no haya luz y que debe adueñarse de un proceso de ejercer ciudadanía”.
Para Arlen, asumir el papel de ciudadano y ciudadana es fundamental para construir una comunidad que retome los espacios públicos y los convierta en entornos seguros para las mujeres que los transitan, ya sea de día o de noche.
“El problema no es que la ciudad esté oscura, es cómo representamos la oscuridad, no todos los lugares son negativos en el área nocturna pero entonces a esa área la haces tuya y la haces transitable y la haces vivible”, destaca abogada.
¿El horario de verano afecta la salud?
El Dr. Raúl Roblero, investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, explica que cada vez que cambia el horario, ya sea de verano o invierno, las personas son susceptibles a experimentar dificultades en su adaptación. Esto debido que todos los seres vivos tienen un reloj circadiano ubicado en el hipotálamo del cerebro, que se encarga de coordinar a todo el organismo.
“Nos afecta, pero no nos hace daño. Nuestro cuerpo protesta por lo que está pasando, pero no nos hace daño en el sentido en que nos vamos a enfermar, a menos que tengamos un problema adicional”.
Entre los efectos en las personas que puede provocar el cambio de horario están:
- Irritabilidad
- Dificultad en la concentración
- Cambios de ánimo que desencadenan la depresión y ansiedad
- Somnolencia
- Retención de la memoria
Investigaciones realizadas por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la UNAM señalan que en los cambios de horario (verano e invierno) los individuos llegan a experimentar “una lucha con los cambios de humor, el funcionamiento cognitivo y el desempeño psicomotor, lo cual puede ser debido a la desincronización forzada que se induce entre el sueño y los ritmos autonómicos”.
¿Cómo revertir los daños a la salud?
El especialista recomienda cambiar hábitos alimenticios. “Nuestro reloj circadiano usa dos señales muy importantes para ponerse a tiempo. La primera es la luz del sol y la segunda es el horario de alimentación, lo vamos a sincronizar con el alimento”.
Es decir, que si una persona está acostumbrada a desayunar a determinada hora, deberá procurar, en la medida de lo posible, ingerir los alimentos a la hora habitual sin importar el cambio de horario. Esta práctica puede irse modificando poco a poco hasta adaptarse al nuevo horario, pero debe ser gradual.
Otra recomendación es procurar el ejercicio. “Ayuda hacerlo una hora antes o una hora después, dependiendo en qué cambio (de horario) estemos”.
“Lo más importante es la luz porque es el estímulo ubicuo está en todos lados, es importante que nos expongamos a la luz solar para poder ajustar el reloj”, explicó Raúl Roblero.