Por tercer año consecutivo, México no mejoró su puntuación en el Índice de Percepción de Corrupción (IPC), revela el más reciente informe de Transparencia Internacional.
De acuerdo con la organización, el país es considerado con altos niveles de corrupción con una puntuación de 31 en una escala donde 0 es altamente corrupto y 100 es sin corrupción. Está en el lugar 126 de 180.
El informe señala que tras cuatro años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, aún no hay condenas contra funcionarios públicos de alto rango o ejecutivos del sector privado por corrupción.
El informe recordó que algunos de los casos que estarían bajo investigación “implican a integrantes de la red política” del propio Presidente.
Evidenció también la tensión política entre el Presidente y las instituciones autónomas responsables de garantizar el acceso a la información (Inai) y la organización de elecciones libres y justas (INE).
Señaló que esta tensión “se suma a la creciente tendencia de socavar el sistema de pesos y contrapesos necesarios para una democracia”.
De acuerdo con el IPC, la corrupción sigue siendo frecuente en América, donde los líderes no han tomado medidas decisivas ni fortalecido las instituciones públicas.
“Esto ha permitido que las redes criminales fortalezcan su control, ejerciendo un poder significativo sobre los políticos y agravando la violencia en la región con la tasa de homicidios per cápita más alta”, dijo.
Explicó que, para hacer frente a este tipo de violencia, algunos gobiernos están consolidando el control en el Poder Ejecutivo, socavando la transparencia y la rendición de cuentas, y amenazando los derechos humanos, lo que abre oportunidades para la corrupción y el abuso.
“La corrupción generalizada en las Américas alimenta las muchas otras crisis que enfrenta la región”, aseguró Delia Ferreira, presidenta de Transparencia Internacional.
Señaló que los gobiernos débiles no logran detener las redes criminales, el conflicto social y la violencia, y exacerban las amenazas a los derechos humanos, al concentrar el poder en nombre de la lucha contra la inseguridad. “La única forma de avanzar es que los líderes prioricen una acción decisiva contra la corrupción”.