Lewis salió huyendo de Venezuela como perseguido político. Las autoridades del lugar donde vivía lo buscaban porque se negó a colaborar en actividades ilegales.
Una vez que ingresó a México, pensó que estaría a salvo. Sin embargo, se encontró una nueva amenaza, esta vez por parte del traficante que se supone lo llevaría a la frontera norte.
El joven cuenta a este diario que el gobierno del municipio de Jesús Enrique Lossada, en Zulia, al noroeste de Venezuela, lo quería obligar a traficar comida a Colombia y participar en lavado de dinero.
Una vez que Lewis se negó, empezaron a llegar las amenazas. Fueron tantas y tan constantes que tuvo que salir a refugiarse en Colombia, país vecino, únicamente para darse cuenta de que ahí tampoco estaba a salvo.
“Tuve que salir de Venezuela. Duré dos meses en Colombia (y) dieron conmigo ahí. Tuve que irme a Nicaragua. Lo hice en lancha, como normalmente hace una travesía un inmigrante que quiere un mejor futuro para su familia”, afirmó.
Después de haber atravesado Centroamérica, Lewis llegó a Tapachula, Chiapas, en agosto pasado.
“Normalmente uno busca lo que se llama pollero, que para nosotros son coyotes. Mi tía contrató a uno para que me llevara hasta la frontera norte”, explica a El Financiero.
No se habían presentado problemas en el viaje, hasta que llegaron a Ecatepec, en el Estado de México… tres ecuatorianos que viajaban con él habían denunciado al pollero.
“(El coyote) los quería matar porque no le querían pagar toda la cantidad de dinero que estaba pidiendo”, recuerda Lewis.
Lo detuvieron; las autoridades lo llevaron a la estación migratoria Las Agujas, del Instituto Nacional de Migración, donde pasó 45 días.
Al salir, gracias a la abogada Zandra Nava, volvió a recibir amenazas, esta vez por parte del coyote que lo llevó al centro del país.
Estas intimidaciones se sumaron a la falta de documentos, ya que, una vez que salió de Las Agujas, las autoridades se negaron a entregarle su pasaporte, argumentando que necesitaba presentar papeles de que estaba regularizado en el país.
La falta de identidad se sumó a las amenazas, por lo que decidió subirse a la Bestia, el tren que cruza por México para Estados Unidos.
“Es una experiencia horrible”, sentencia al recordar su viaje en el tren donde encontró a heridos, niños y hasta fallecidos por accidentes.
Ahora, desde una casa de una amiga que le dio refugio, espera cruzar hacia Estados Unidos, lugar donde espera, por fin, vivir tranquilo.