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Con su cierre de giras, Ebrard inicia ‘el camino para ganar 2024′

El excanciller moviliza a personas de Tepito hasta Ixtapaluca,  así como a un fuerte contingente desde Acapulco, Guerrero

“Cuando tú pongas en la boleta (a) quién quieres, estás representando a miles y miles de personas porque en México en una elección votamos 63 millones, pero nada más le van a preguntar a 12 mil”, aseveró Marcelo Ebrard en su cierre de campaña. [Fotografía. Twitter/Marcelo Ebrard]

“Hoy iniciamos el camino para ganar las elecciones de 2024, para defender la cuarta transformación, para llevarla al siguiente nivel”, sostuvo Marcelo Ebrard, ante una Arena Ciudad de México llena, en el cierre masivo de sus recorridos por el país con la intención de convertirse en el coordinador de defensa de la ‘4T’ y, en los hechos, el candidato presidencial morenista.

Desde antes de las 10:00 horas, las calles aledañas al foro en Azcapotzalco lucían abarrotadas de autobuses de los que descendían cientos de personas, con jugo y sándwich en mano, y hacían fila en la banqueta.

Después, los grupos se juntaban en las escaleras del recinto para tomarse una foto antes de entrar a escuchar al aspirante que tanto criticó el acarreo de sus contrincantes.

A 10 días de que se defina al abanderado tras una encuesta, el excanciller insistió en que este acto marcaba el inicio de su camino hacia los comicios presidenciales, y reiteró sus promesas de lo que –según todos los aspirantes– no fue una precampaña.


En 2030 queremos tener seis millones de empleos más, que el salario mínimo sea más del doble de lo que hay hoy, queremos tener un sistema universal de salud con atención a todas y a todos, que nuestro país crezca a más del cuatro, cinco por ciento al año”, insistió.

Pero antes es necesario que gane la encuesta, por lo que pidió el apoyo de sus seguidores para que participen, ya que en sus manos quedará la decisión.

“Cuando tú pongas en la boleta (a) quién quieres, estás representando a miles y miles de personas porque en México en una elección votamos 63 millones, pero nada más le van a preguntar a 12 mil”, aseveró.

En el lugar había personas de diferentes lados, como Tepito e Ixtapaluca, aunque el apoyo más claro venía de Acapulco, entidad que es gobernada por Abelina López, fiel aliada del excanciller.


Ebrard dijo que su evento fue seguido por “más de 200 mil personas, incluyendo a quienes participaron en las ciudades del país y en las redes”.

Antes de salir, le dijo a la gente que “nos vemos el 6 de septiembre en el triunfo, en la fiesta, en el segundo capítulo de esta fiesta”. Su discurso duró poco menos de 15 minutos, a pesar de que citó a la gente a las 10 de la mañana y subió al escenario hasta la una de la tarde. Eso sí, los asistentes pudieron disfrutar de un concierto de La Sonora Dinamita antes de escuchar al aspirante.

Una vez afuera, en las banquetas, se instalaron puestos para vender productos del evento. Había gorras y chalecos de Morena. También Amlitos y hasta tazas con la imagen del Presidente.

Era difícil encontrar algo de Ebrard. Una señora, despistada y con su puesto desatendido, tenía un par de chalecos con la frase “Con Marcelo Sí”, en 350 pesos.

Dentro del recinto sí había más productos del excanciller. Se regalaban estampas, carteles y hasta bandas presidenciales con la leyenda “#MejorMarcelo”.

También había una mesa donde personal de la arena regalaba bolsas con un sándwich, agua y una bolsa de palomitas. “No los podemos repartir hasta la una”, dijeron al ser cuestionados si eran para todos. Había que dar lunch para el regreso.

La gente se fue como llegó. Muy pocos se quedaron a escuchar a la La Única e Internacional Sonora de Arturo Ortiz y Antonio Méndez (están peleando el nombre de La Sonora Santanera). Había que alcanzar el transporte que los llevaría a su casa.

Algunos de los asistentes se fueron subiendo a los camiones que ya los esperaban; otros, en el Metro Ferrería, caminaban con su lunch y souvenirs con el nombre de Marcelo.

Platicaban de su domingo, de la ruta que tomarían, o de la porra de los Pumas que, camino al estadio, hacía retumbar con sus brincos uno de los vagones. Ya no quedaba nada por hacer en el norte de la ciudad.

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