“El 26 de septiembre no se olvida. Es de lucha combativa”. El grito hizo retumbar al centro de la Ciudad de México durante la marcha a nueve años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
En los alrededores del Ángel de la Independencia, comercios pusieron tablones para protegerse.
Las vallas que pusieron, al igual que las estaciones del Metrobús, fueron el lienzo perfecto para las pintas. “Nos faltan 43″, “justicia por Ayotzinapa” y “fue el Estado”.
Los padres de los estudiantes encabezaron la marcha. Enojados por la falta de actuación del presidente Andrés Manuel López Obrador, reclamaron falta de apertura.
Antes de salir, Mario César González, padre de César Manuel, le reclamó al mandatario que haya buscado separarse de los gobernantes del pasado, aunque “ha actuado de la misma manera”.
“La confianza se la iba a ganar sabiendo la verdad, pero desafortunadamente él dice que es diferente y que no lo echáramos en el mismo saco, pero él sólo se echa”, sentenció.
Así como ésta, se escuchaban diferentes quejas por la falta de información. También se veía a normalistas de diferentes partes del país que se unieron al reclamo.
Alumnos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos replegaban el puño descansándolo en su frente para después levantarlo rápidamente tres veces como un resorte.
Al mismo tiempo, encapuchados se colaban por todos lados. Caminaban en filas por las orillas y aprovechaban cualquier oportunidad para rayar una pared o pegar un letrero.
Al llegar a la glorieta de El Caballito, un par de sujetos renombraron la estación de Metrobús, y la cambiaron por Antimonumento +43.
Aquí mismo, los padres de los normalistas desaparecidos pasaron lista, recordando a cada uno de sus hijos. Después de cada nombre, reclamaban “aparición con vida”.
En medio del fuerte viento y la caída de la noche, continuaron la marcha que no pararía hasta llegar al corazón de la capital.
Mientras los manifestantes pasaban, se escuchaban los mismos reclamos de hace nueve años: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
Entre más se acercaba la protesta al Centro Histórico, más aparecían las barreras. Locales que estaban claramente abiertos, con gente en el segundo piso y con luces y música prendidas, se apresuraban a cerrar las pesadas cortinas de hierro.
La manifestación no se detuvo hasta estar al pie de Palacio Nacional, donde se escucharon dos estallidos. Un grupo de manifestantes aventó dos petardos por encima de la barda y tronaron a los pies de Palacio.
Los padres pidieron que la manifestación se mantuviera pacífica, y le dieron vuelta a la página al pedirle a la señora Hilda Hernández, madre de César González, que hablara, lo que comenzó con un duro reclamo al presidente López Obrador.
“Pensábamos que iba a ser diferente, teníamos una luz de esperanza. Desgraciadamente no fue así. Ellos tratan de dar una segunda verdad histórica”, subrayó.
A estos señalamientos se sumó Emilio Navarrete, padre de José Ángel Navarrete, quien se mostró decepcionado por López Obrador.
Frente a un Zócalo con las decoraciones de las fiestas patrias, Navarrete lanzó una pregunta al aire: “¿Qué pasos siguen cuando este tipo de gobierno, en lugar de dar justicia, quieren someterte? Te van a dar justicia, pero hasta que te vean besándoles los pies”, afirmó.
Las únicas luces que quedaban en Palacio eran las de la fachada. Esa oscuridad en todas las ventanas parecían un resumen de la actitud que han percibido del Presidente.