El huracán Otis en Acapulco no sólo trajo consigo destrucción y muerte, sino también al crimen organizado que, si bien ha estado ahí hace tiempo, con la tragedia se reinventó para seguir presente.
Juan Carlos es dueño de una gasolinera en la colonia Progreso y narró a El Financiero cómo huachicolearon miles de litros de combustible de su negocio.
“Había gente organizada, con líderes que decían a quién se le daba la gasolina y a quién no”, dijo, y refirió que esas personas también encabezaron las acciones para correr a elementos de la Guardia Nacional.
La versión es consistente con la de Santiago, dueño de un negocio de alitas y hamburguesas, quien contó que en un recorrido para buscar gasolina en la colonia Cumbres, se acercó a una estación donde había una fila de personas con bidones para llenarlos de combustible.
Al fondo, en una camioneta, había un sujeto que, al verlo, sacó una pistola y, mostrándosela, le dijo: “¡Órale, a chingar a su madre, usted no es de aquí!”, narró.
Al acudir a otra zona en busca de gasolina, halló otra estación de servicio en la que la gente llenaba bidones, pero al lado de las bombas, un sujeto armado y malencarado era quien decidía a quién darle el combustible. “Se los daban, no se los vendían, era un auténtico huachicoleo”, aseguró Santiago.
Autoridades federales advirtieron que el crimen organizado en Acapulco se está reinventando, y ante el cierre de comercios, la extorsión ha caído, pero han buscado otras forma de estar presentes.
Dijeron que fueron los criminales quienes, en principio, azuzaron a la población a cometer los saqueos y robos, miles de personas los siguieron y la ciudad se volvió un caos.
En la central de abasto y en los mercados de Acapulco, según refirió un elemento federal a este diario, el crimen organizado ha estado controlando los precios de los productos, una actividad que tras el paso del huracán se ha acentuado.
En tanto, vecinos de colonias populares de Acapulco se armaron con machetes, silbatos y campanas para enfrentar a la delincuencia.
Tras reuniones vecinales, decidieron poner barricadas para cerrar sus calles. El objetivo es evitar el robo de lo poco que les quedó.
En la colonia Progreso, Marco Antonio Luna, profesor de bachillerato y sus vecinos buscan a como dé lugar salvaguardar sus bienes.
“Estamos en contacto vecinos en calles como Zacatecas, San Luis Potosí y Tamaulipas, tenemos campanas y silbatos... hace dos días un tipo se metió a una casa. Los dueños sonaron la campana y todo el mundo comenzó a salir en defensa”, contó.
Explicó que luego de que Otis azotó Acapulco, hubo escasez de alimentos y de agua, lo que provocó la rapiña en los negocios y luego intentaron pasar a las casas y abrir los coches para robarse la gasolina, las baterías y autopartes.
“Hay gente que se está metiendo a las casas, que las ven solas, porque mucha gente decidió emigrar a sus poblaciones de origen y dejaron sus propiedades solas”, agregó Marco.
Comparte que a quienes detuvieron intentando robar los golpearon y se fueron. “Sabemos que no podemos tomar la ley por nuestras manos, no somos ninguna autoridad, simplemente lo hacemos para salvaguardar lo nuestro, para prevenir, que ya no se atrevan”.
Otros vecinos aseguraron que hay poco patrullaje de policías municipales, estatales y fuerzas federales. Que esporádicamente pasa una patrulla supervisando, pero no ha sido suficiente.
Jonathan Álvarez compartió: “Estamos montando dos guardias, una de 11 de la noche a las 3 de la mañana, y otra de 3 hasta el amanecer. Esto fue desde un día que se metieron en una casa a robar. Lo único que estamos defendiendo es lo poco que nos quedó. La policía no ha hecho nada, sí pasan patrullando pero no ha servido”, dijo.
Silverio Valle, vecino de la Progreso, justificó el que incluso porten machetes. “Ya ves, hasta con machete nos tenemos que cuidar, pues hemos tenido varias experiencias y es por cuidarnos”.