A casi 10 años de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, las protestas para exigir el esclarecimiento del caso continúan. El miércoles, en un intento por solicitar una reunión con el presidente Andrés Manuel López Obrador, manifestantes estamparon una camioneta en la puerta de Palacio Nacional que da a la calle de Moneda, logrando ingresar al recinto.
Mientras eso sucedía, el mandatario se encontraba dando su habitual conferencia matutina en el Salón de Tesorería. Tras enterarse de los hechos, inmutable, aseguró que no temía por su seguridad y advirtió que no atendería a los quejosos a los que calificó de “provocadores”.
“Lo que quisieran es que nosotros respondiéramos de manera violenta, no lo vamos a hacer, nosotros no somos represores, se va a arreglar la puerta y no hay ningún problema, lo que quieren es provocar”, comentó durante su conferencia del miércoles 6 de marzo.
Tras las declaraciones, Vidulfo Rosales, abogado de los familiares de los 43 desaparecidos, lamentó que el presidente se niegue a platicar con las víctimas y las trate como “disidentes políticos”, cuando el único objetivo de las protestas ha sido retomar el diálogo con el Gobierno.
“El presidente ha sido quien ha escalado la confrontación, él ha sido el que ha elevado el encono en la relación entre los padres y el gobierno”, sostuvo en entrevista con Ciro Gómez Leyva.
Queman puerta de Palacio Nacional tras desaparición de los 43
Casi 10 años atrás, un episodio similar ocurrió en la sede del Ejecutivo. En ese entonces, una marcha convocada en solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, terminó alrededor de la medianoche con la quema parcial de la puerta principal de Palacio Nacional.
La movilización, en la que participaron alrededor de 15 mil personas según La Jornada, se convocó el 8 de noviembre de 2014, en rechazo a la versión de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) que sugería que los 43 normalistas habían sido asesinados y quemados en el basurero de Cocula.
La indignación en ese momento se encontraba a flor de piel. Hacía apenas un par de meses que el crimen había sido efectuado y en la marcha se respiraba un ambiente de tristeza pero también de apoyo a los familiares de las víctimas. “¡Fue el Estado! ¡Fuera Peña! y ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, fueron algunas de las consignas de los asistentes.
Antes de que surgiera la propuesta de quemar la puerta, un grupo de activistas dio lectura a un comunicado en el que externaron su hartazgo por la impunidad y la corrupción que impera en México. Los ánimos se avivaron y las personas comenzaron a golpear el portón con las vallas metálicas que se encontraban en el lugar. Tras lograr abrir un boquete, arrojaron gasolina y encendieron fuego.
Las llamas fueron sofocadas desde el interior con chorros de agua y extinguidores. Luego, un grupo de granaderos se enfrentó contra los manifestantes y piedras volaron desde ambos bandos. El Financiero registró al menos 18 detenidos por los hechos. Todos fueron liberados al siguiente día.
En un mensaje a medios, el entonces presidente Enrique Peña Nieto condenó el uso de la tragedia para justificar actos de violencia y señaló que este hecho tan lamentable debía convocar a los mexicanos a un “esfuerzo colectivo de reflexión para emprender un camino que permita mejorar aquellas instituciones del Estado que enfrentan debilidad”.
“Los mexicanos decimos no a la violencia. Esta no es una expresión del gobierno, este es un sentimiento genuino de la sociedad mexicana que dice no a la violencia; decimos sí a la justicia, al orden, a la armonía, a la tranquilidad, decimos sí a la aplicación de la justicia ante estos hechos atroces y abominables”, declamó.
¿Qué otras protestas han terminado con daños en Palacio Nacional?
La sede del Poder Ejecutivo ha sido blanco de ataques desde hace al menos cuatro siglos. De acuerdo con el registro de Rafael Hernández Ángeles, subdirector de evaluación de Servicios Históricos del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm), que compartió para Proceso, el primer atentado en contra del recinto data de finales del siglo XVII, cuando la gente protestó en contra de las autoridades virreinales y lo quemó.
Ya en el siglo XX, el recinto recibió los balazos que se desataron durante la Decena Trágica (1913), cuando los generales Félix Díaz y Bernardo Reyes se sublevaron en contra del gobierno de Francisco I. Madero e intentaron tomar el lugar.
Fue a partir del movimiento estudiantil de 1968 que se empezaron a colocar las vallas metálicas para evitar que fueran colocados carteles en contra del gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz. La estrategia fue replicada por las administraciones sucesivas.
El 1 de mayo de 1984, un individuo lanzó dos bombas molotov, una hacia la Puerta Mariana y otra al balcón presidencial, mientras el expresidente Miguel de la Madrid presenciaba el tradicional desfile obrero. Varias personas resultaron heridas.
En la última década, el recinto ha sufrido algunos daños durante las protestas en apoyo a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, como las que se mencionaron, y durante las protestas lideradas por grupos feministas.
El 14 de febrero de 2020, un grupo de mujeres realizó pintas en la fachada del recinto en protesta por el brutal asesinato de Ingrid Escamilla y la filtración de las imágenes de su cuerpo. “Tu silencio es cómplice”, “Nos están matando” o “Presidente indiferente” fueron algunas de las reivindicaciones estampadas en la pared del inmueble.