Nacional

Abuelas que vuelven a ser mamás: Madres de víctimas de feminicidio cuidan de sus nietos huérfanos

El Observatorio Ciudadano Nacional contra el Feminicidio estima que en el 75 por ciento de los casos, la víctima deja al menos una hija o hijo en orfandad.

En el 75 por ciento de los casos de feminicidio, la víctima deja al menos una hija o hijo en orfandad. (Foto: Sáshenka Gutiérrez/EFE)

Mujeres que perdieron a sus hijas y niños que quedan huérfanos por los feminicidios marcan este Día de las Madres en México, que atraviesa una ola de violencia machista con más de 10 asesinadas al día.

Desde el feminicidio de su hija, Nadia Muciño, hace 20 años en el Estado de México, María Antonia Márquez tuvo que volver a maternar a sus tres nietos, y ahora a su bisnieto, mientras no ha parado de buscar justicia por el crimen que desgarró a su familia.

La mujer de 63 años lleva más de 40 años bordando prendas de ropa para sostener su hogar, pero tras el asesinato de su hija se vio en la necesidad de doblar turnos y trabajar por las noches para sacar adelante a sus nietos.

“Fue demasiado complicado porque ellos presenciaron la muerte de su mamá, ellos vieron cuando su tío y su papá mataron a su mamá, y fueron tan cobardes los dos, porque después de quitarle la vida dejan a los niños con ella”, recuerda Márquez en una entrevista con EFE.


De ese episodio traumático, los tres niños desarrollaron graves secuelas, las cuales se exacerbaron por el trato que les dieron las autoridades, según expone la abuela.

Por ejemplo, en 2007, el testimonio de los hijos mayores de Nadia no fue suficiente para los magistrados, quienes tacharon sus declaraciones de “fantasiosas”, lo que provocó que uno de los feminicidas, el cuñado de Nadia, quedara libre.

Madre y bisabuela

Márquez considera que la falta de atención psicológica provocó un fuerte impacto, especialmente en la hija más pequeña, quien a partir de los 13 años comenzó a salirse de casa y hace 5 años le dejó a un bebé a su cuidado.

No obstante, resalta con una sonrisa que ese niño se ha convertido en su “gasolina”, misma que le impulsa a seguir luchando por justicia.


Como María Antonia, muchas madres no celebran el 10 de mayo, pues siguen enfrentando a un sistema que protege a los agresores y sostiene la violencia feminicida, que cada día se cobra la vida de alrededor de 10 mujeres en el país.

“Yo no quiero que haya más huérfanos que pasen lo que mis niños pasaron, que no pasen tantos años en encontrar justicia. Por eso queremos llegar a la Corte (Interamericana), esperamos una recomendación que pueda servir al Estado y lograr un cambio”, expone.

En los últimos seis años, se han registrado 16 mil 570 homicidios dolosos de mujeres y 5 mil 556 feminicidios, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

El Observatorio Ciudadano Nacional contra el Feminicidio estima que en el 75 por ciento de los casos, la víctima deja al menos una hija o hijo en orfandad, siendo principalmente las abuelas quienes asumen su cuidado.

Víctimas no reconocidas

La directora de la Red Nacional de Refugios, Wendy Figueroa, advierte a EFE que al no haber estadísticas oficiales de esta población infantil, es más difícil atenderla, ya que “lo que no se nombra no existe”.

Además, insiste en que los hijos en orfandad por este crimen son víctimas “directas” del delito del cual el Estado también es “cómplice y omiso” ya que muchas mujeres víctimas de feminicidio habían denunciado anteriormente y no se les creyó.

“Pudieron haberse identificado esas señales que se naturalizan, que se justifican en la violencia familiar, que hoy sigue siendo en nuestro país un tema que no está tipificado como un delito grave, y que en el caso de los refugios que integran la red, ni siquiera un 5 por ciento de los casos que atendemos están sentenciados”, afirma.

Como psicóloga, Figueroa destaca que los impactos emocionales de esta pérdida son profundos y recuerda el caso de una niña de entonces 11 años que llegó a uno de los refugios junto con su abuela y su tía luego del feminicidio de su madre, y ahora tiene 23 años y es abogada en otra casa de acogida.

“Garantizar el acceso a los estudios, a la salud, eso la llevó no solamente a concluir la carrera que ella eligió, sino a compartirse, procesar lo que ella había vivido (…) y romper con todas estas estructuras patriarcales”, resalta.

También lee: