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Jesús Aquino fue sentenciado a 50 años por un secuestro sin pruebas: ‘Llevé a toda mi familia a la cárcel’

Seis miembros de la familia Aquino García están en la cárcel pese a que no hay pruebas en su contra; esta es la historia de cómo fueron golpeados y amenazados por policías antes de ser sentenciados.

Jesús Aquino García fue condenado a 50 años por un secuestro que no cometió. (YouTube: Penitencia / Fotoarte: El Financiero)

Jesús Aquino García, un exmilitar que participó en desfiles frente a los expresidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, así como cinco miembros de su familia fueron sentenciados a 50 años de prisión. ¿El motivo? Ser responsables del presunto secuestro de un menor, según las declaraciones de policías ministeriales del Estado de México.

Si no hay pruebas más que las versiones de unos policías, ¿por qué seis personas deben pasar medio siglo en prisión? Todo se debe, según las víctimas, a que se trata de un caso fabricado y a que un juez determinó que su “profesión y religión” comprobaban su culpabilidad.

Los señalamientos sobre las irregularidades del caso y contra los policías ministeriales del Estado de México fueron hechos por Jesús Aquino, sus dos hermanas y su mamá —todos sentenciados a 50 años de cárcel— en el podcast ‘Penitencia’, conducido por Saskia Niño de Rivera.

A través de una entrevista, Jesús, sus hermanas —Raquel y Beatriz—, y su madre, Rosa Martha García González, narraron la violencia, los abusos y la injusticia a los que fueron sometidos por jueces, agentes ministeriales y la Fiscalía del Estado de México.


Esta es la historia de acuerdo con cuatro de las personas sentenciadas.

¿Quién es Jesús Aquino, el militar que se dice responsable de que su familia esté en la cárcel?

Cuando era adolescente, Jesús Aquino tenía tres opciones: Ser sacerdote, maestro o militar. Sus padres le enseñaron que trabajar para el gobierno le auguraba un mejor futuro; sin embargo, él inició su carrera como seminarista en San Francisco del Rincón, Guanajuato, pero “no pude, se me hizo tedioso”.

Tras cumplir 17 años, Jesús se enlistó en el Ejército y participó en “operaciones de alto impacto en estados donde era peligroso”. Según dice, algunos de los operativos fueron en San Fernando, Tamaulipas, así como en Ciudad Juárez, Chihuahua, y a lo largo de toda la frontera de México-Estados Unidos, hasta llegar a Tijuana, Baja California.

Uno de sus operativos más complicados ocurrió el 13 de septiembre de 2009. “Eran como 70 personas del Cártel del Golfo. Nos estaban tirando a 30 efectivos del Ejército Mexicano”. También se enfrentó con integrantes del Cártel de Los Zetas.


A los 21 años, Jesús se independizó y tuvo diferencias con sus padres, quienes le daban consejos sobre su estilo de vida, los cuales él no escuchaba. Jesús tenía la idea de que era “un imán de cosas buenas”.

“Era una persona muy presumida, muy creída, nada humilde, intolerante en todo, no pedía las cosas, las exigía, forzaba las cosas para tenerlas”, recuerda desde la cárcel.

Gracias a su trabajo en el Ejército, Jesús cumplió algunos de sus sueños. Tenía autos deportivos, con un buen sonido. Entre esos autos, asegura el hoy detenido, estaba la primera camioneta Hummer, propiedad de un habitante de Chalco, Estado de México.

A lo largo de su carrera militar, Jesús también trabajó como guardia del general Alfonso Duarte Mugica, quien actualmente está retirado y quien buscó una diputación federal en representación del PAN.

El joven dedicaba su tiempo libre a las fiestas y señala que había celebraciones de cumpleaños que “terminaban en Acapulco o Puerto Vallarta”. Además, Jesús se “ponía retos”: Manipular a mujeres.

Fue así que llegó a sostener relaciones hasta con 9 integrantes de una misma familia. “Soy un manipulador. Siempre tengo lo que quiero, hasta aquí en la cárcel lo he tenido”, asegura.

¿Cómo fue la detención de la familia de Jesús Aquino en Chalco?

Luego de embarazar a una de sus parejas, Jesús Aquino le propuso matrimonio y mudarse a San Cristóbal de las Casas, en Chiapas. La mujer aceptó.

Para ese entonces, el joven ya había tenido problemas con policías ministeriales del Estado de México, como represalia porque él había sostenido relaciones con las parejas de los agentes. Las golpizas recibidas eran un aviso, asegura Jesús, quien pensaba que venía una “bomba” en su contra.

La noche del 17 de agosto de 2017, mientras Jesús Aquino García compraba cervezas, recibió una llamada a las 22:30 horas del teléfono de su mamá. Contestó y solo escuchó: “Tú eres Jesús Aquino, ¿no? (…) Vente al Ministerio Público de Chalco si quieres volver a ver a tu familia”.

Jesús recibió la llamada luego de que agentes de la Policía Ministerial del Estado de México tocaron en la casa de sus papás. El padre de Jesús, quien falleció en prisión, abrió la puerta y desató la desgracia.

Siete agentes entraron al domicilio. Sometieron a ambos padres de Jesús, a las dos hermanas, al cuñado y a dos sobrinos menores de edad. Uno de los agentes ordenó revisar toda la casa, incluso hasta los tinacos, en busca del exmilitar.

Mientras unos agentes buscaban en todos los rincones, otros golpearon a los familiares, los encañonaron y amenazaron con asesinar a los dos niños.

“Nos apuntaron y con groserías me dijeron que me agachara. Yo les decía que por favor no me hicieran nada porque yo tenía cargando a mi niño de un año. Me respondió que no le importaba”, recuerda Raquel, hermana de Jesús y maestra de educación primaria con maestría en educación, gestión y administración educativa por la Universidad LaSalle.

Raquel, hermana de Jesús, pidió a los policías que se identificaran. En respuesta, dos de ellos la encerraron en un cuarto. Le dijeron que pagaría el “sentirse la chingona”. Minutos después, Raquel fue violada por uno de los agentes.

Luego de agredirlos, los ministeriales subieron a las siete víctimas a una camioneta y los trasladaron al Ministerio Público, donde quedaron detenidos. En ese momento se comunicaron con el militar

Tras recibir la llamada, Jesús Aquino se dirigió al MP, pero no pudo ingresar. En el lugar lo esperaba un grupo de agentes ministeriales. “Dos personas me agarraron y me metieron a un vehículo. Estuve privado de mi libertad dos días. Me anduvieron paseando, incluso creí que me iban a matar”.

Jesús ingresó al penal de Chalco dos días después de que sus familiares habían sido recluidos.

¿De qué delito declararon culpables a Jesús Aquino y su familia?

Las autoridades acusaron que Jesús Aquino y su cuñado secuestraron a una niña, quien supuestamente se encontraba en la casa donde vivían sus padres, en Chalco, lo que justificó la irrupción de los agentes ministeriales.

Según las versiones acusatorias, la madre de Jesús cuidaba a la menor secuestrada, en tanto que el arresto de Jesús Aquino se debió al delito de cohecho. La versión de los ministeriales fue que Jesús les ofreció 400 mil pesos en efectivo y drogas a cambio de la libertad de su familia.

¿Por qué habrían fabricado el caso contra la familia Aquino García?

Al ser cuestionado sobre quién lo quiere preso, Jesús Aquino insiste en que todo fue un montaje encabezado “por el comandante Moy” quien se vengó de una infidelidad entre “el amor de su vida” y Jesús.

Ese habría sido el motivo por el que se fabricó el delito; sin embargo, Jesús tiene una hipótesis adicional: Como no lo detuvieron aquella noche de agosto en la casa de sus padres, los ministeriales involucraron a su familia en el caso.

“Fue toda una serie de situaciones porque ellos planearon todo, fue premeditado (…) Lo que ellos no sabían es que ese día yo no estaba en casa de mis papás”.

–¿De qué eres culpable?, le cuestionó Saskia Niño de Rivera.

Soy culpable de todo lo que ha pasado en mi familia. De que estén en la cárcel siendo inocentes.

—¿De qué te acusan?

—De secuestro, delito que fabricaron los ministeriales, un comandante que ya falleció, un tal comandante Moy, él fue quien se encargó de cuadrar todo esto.

Sentencian a la familia Aquino a la ‘condena mínima’: 50 años de cárcel

Después de ser enjuiciados, Jesús Aquino y su familia escucharon su sentencia: medio siglo en la cárcel. El fallo del juez se dio pese a no tener pruebas de que son responsables del delito de secuestro.

Al argumentar su decisión, el juez explicó que la religión y las profesiones de los acusados eran pruebas suficientes. “Dijo que por falta de pruebas nos daban la condena mínima, que eran 50 años”, cuenta Raquel.

“Dijo que la profesión que teníamos era un motivo por el que lo habíamos hecho. Decía que como nosotras éramos maestras, teníamos trato con niños, y que mi madre, al ser enfermera, sabía tratar a un humano. Y por la religión, porque por eso podíamos engañar a la gente”, agrega.

Luego de seis de los 50 años que debe pasar en prisión, Jesús Aquino García se siente responsable de que su familia esté presa aún siendo inocente. Confiesa que lo que más le gustaría es ver a su madre y a sus dos hermanas en libertad, pero… “aquí las cosas no son como uno quiere, es como el Estado dice. Si el Estado dice ‘son culpables’, culpables somos”.

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