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Fui vecino de un narcolaboratorio en Culiacán: ‘Era parte del paisaje de la ciudad; nunca vi una patrulla’

Mario Fernando relata cómo operaba un narcolaboratorio del que era vecino en Culiacán, Sinaloa; le dijeron que era una ‘fábrica de salsas’, pero nunca vio chiles y menos a la policía.

La presidenta Claudia Sheinbaum descalificó un reportaje sobre narcolaboratorios en Culiacán, Sinaloa, publicado por The New York Times. (Fotoarte: Andrea Noemi López Trejo)

En pleno vuelo con destino a Culiacán, Sinaloa, Mario Fernando recibió una advertencia. En la calle en la que vas a vivir hay una ‘fábrica de salsas’, pero “jamás vas a ver una salsa ni tampoco chiles. Nada de eso”, le dijeron. También le prohibieron ver a la cara a las personas que ingresaban a ese domicilio.

“A veces ellos te saludan, pero mientras no te metas con esas personas, ellos no se van a meter contigo”, agregaron sus compañeros.

Mario Fernando era alumno de maestría y necesitaba cubrir una estancia académica de 5 semanas en otra universidad. Ante la falta de visa de Estados Unidos y debido a que la mayoría de universidades estaban de vacaciones, el joven no tuvo otra opción más que elegir la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y ser vecino de un narcolaboratorio en Culiacán.

“Tenía muchas dudas. Culiacán era una ciudad en la que yo había estado una vez antes, durante unas seis horas, dudaba de la seguridad. Mi compañero me advirtió que en la cuadra había un lugar donde decían que fabricaban salsas, pero que todos sabían que no se trataba de eso”.


La plática previa a su llegada a Culiacán también incluyó instrucciones sobre los fines de semana. “Me dijo que el viernes y el sábado, uno de esos dos días, se pagaba un tipo de nómina en un terreno baldío y que no me sorprendiera cuando pasaba eso, que no anduviera como queriendo hablarles o asomándome ni nada, que los ignorara y que con eso íbamos a estar bien”.

En medio de la polémica sobre la producción de fentanilo en México, Mario Fernando —a quien llamaremos así por su seguridad— conversó con El Financiero sobre su estancia en Culiacán como vecino de un narcolaboratorio.

¿Cómo es ser vecino de un narcolaboratorio en Culiacán, Sinaloa?

Mario Fernando se mudó a Culiacán en enero de 2019 y durante 5 semanas habitó en el “departamento de unos amigos que estudiaban ahí”, el cual se encontraba a unos tres kilómetros de la UAS. Desde antes de poner un pie en la ciudad, la advertencia fue clara: “Nunca mirar fijamente a la ‘fábrica de salsas’ ni incomodar a sus trabajadores”.

En esas cinco semanas en Culiacán, Sinaloa, Mario Fernando vio “cómo ingresaban materiales químicos que eran transportados en camionetas blancas”.


Un grupo de hombres descargaba las camionetas y se dedicaban a ventilar la casa por las mañanas. Por las noches, solo se veían las luces del interior encendidas pero todo estaba cerrado. Para Mario Fernando, “ese narcolaboratorio de Culiacán era solo una parte del paisaje típico de la ciudad”.

De las pocas veces que el joven alcanzó a ver de reojo hacia el interior de esa ‘fábrica de salsas’ recuerda que había una fila de cuatro o cinco metros de “ollas como de esas pozoleras”, contenedores de más de un metro y ventiladores que apuntaban hacia la calle.

“No sé decir qué cantidad de personas entraban en esa casa, pero actuaban de lo más tranquilo del mundo. Había veces que nomás estaban parados, porque yo entiendo que estaban vigilando. Te decían ‘buenas tardes. buenos días’, o sea, era muy casual, la convivencia”, recuerda.

México y EU mantienen cooperación en el combate al fentanilo

—¿Qué opinión tienes de los reportajes del New York Times sobre los supuestos laboratorios de fentanilo en casas?

—Se me hacía muy informal ese tipo de cocinas, pero en aquel momento googleé y vi que sí era una realidad que pasaba en casas.

Mario Fernando agrega que la operación en la ‘fábrica de salsas’ se alteraba los fines de semana. Hombres que llegaban en pickups instalaban una carpa en un terreno baldío contiguo a la ‘fábrica’, mientras que unos 20 o 25 hombres hacían fila para recibir su pago. Toda esa operación era observada por otros sujetos que bajaban de las pickups. “Se veía que estaban vigilando, pero no se veían las armas y la verdad yo no volteaba”, asegura.

—¿Y los vecinos no comentaban nada?

En Culiacán la gente se acostumbra a vivir con eso y por eso no llaman al 911. Para los que vivían ahí, sí era una sensación de no nos van a robar, no pasa nada, responde.

Además de la operación de la supuesta ‘fábrica de salsas’, Mario Fernando quedó sorprendido por la falta de policías en Culiacán. “Lo que a mí me sigue impresionando hasta la fecha es que en esas 5 semanas que viví en Culiacán yo no vi ninguna patrulla y ningún policía en ningún lugar”, afirma el joven,

¿Qué dice el reportaje del New York Times sobre la producción de fentanilo en una casa?

Además de miles de muertes por sobredosis de fentanilo en Estados Unidos y en México, el tráfico de esta droga ha ocasionado amenazas de Donald Trump, próximo presidente de EU, y un intenso debate sobre la producción de esa droga.

Hace unos días, la presidenta Claudia Sheinbaum desmintió un reportaje del diario The New York Times, en el que presuntamente se presenció la producción del fentanilo en la cocina de una casa en Sinaloa.

Según el reportaje, publicado por las periodistas Natalie Kitroeff y Paulina Villegas, ellas dos y una fotógrafa entraron a un laboratorio clandestino operado por el Cártel de Sinaloa, el cual es señalado por el gobierno estadounidense como uno de los principales responsables de la epidemia de sobredosis de fentanilo en Estados Unidos.

El laboratorio improvisado, explican las reporteras, estaba equipado con quemadores, ollas, químicos y hasta una imagen de ‘La última cena’. En una mesa lateral, había un montón de polvo blanco —según los ‘cocineros’, fentanilo terminado— que pesaba más de medio kilo, cantidad suficiente para producir más de 200 mil dosis. A pesar de la precariedad de las instalaciones, la operación era meticulosa y eficiente.

El ‘cocinero’ principal, un joven de 26 años con aspiraciones frustradas de ser dentista, explicó el proceso de fabricación, mezclando ingredientes como hidróxido de sodio, acetona y tintas para colorear las píldoras.

La publicación del New York Times destaca cómo el negocio del fentanilo se ha convertido en una fuente económica clave en la región. Según el ‘cocinero’, el narcotráfico en México no se detendrá pese a la presión de las autoridades mexicanas y estadounidenses. “Esto es lo que nos tiene con dinero”, afirmó el joven que quería ser dentista.

La investigación del New York Times señala que las operaciones de los narcolaboratorios en México son ajustadas continuamente debido a la persecución militar y la violencia entre grupos rivales. El día en que las reporteras del diario ingresaron al lugar, el ‘cocinero’ y sus compañeros desmantelaron la cocina rápidamente y huyeron, dejando todo en pausa hasta que pudieran reanudar la producción en otro lugar, tras recibir una alerta de una patrulla cercana del Ejército mexicano.

La publicación del reportaje sobre la fabricación de fentanilo ocurre en un contexto de creciente violencia. En septiembre, una guerra entre ‘Los Chapitos’ y ‘La Mayiza’, facciones del Cártel de Sinaloa, desató la ola de violencia en Sinaloa, que ha provocado cientos de muertos y pérdidas económicas millonarias en el estado, mientras que el gobierno mexicano intensificó los operativos. A inicios de diciembre, Omar García Harfuch presumió la mayor incautación de fentanilo en la historia del país: 20 millones de dosis.

De acuerdo con el reportaje, los grupos del crimen organizado han encontrado formas de adaptarse. La movilidad de los laboratorios, la rápida producción en nuevos sitios y su capacidad para evadir al Ejército son prueba de la resiliencia de estas organizaciones.

¿Qué respondió Claudia Sheinabum al reportaje del New York Times sobre el fentanilo?

Durante la conferencia mañanera del 30 de diciembre, la presidenta Claudia Sheinbaum, tachó de “poco creíble” el reportaje de The New York Times sobre la producción de fentanilo en un presunto narcolaboratorio en el centro de Culiacán.

“No es muy creíble este reportaje por cómo se está presentando y lo vamos a demostrar científicamente”, declaró.

Tres días después, Claudia Sheinbaum desmintió el reportaje sobre el fentanilo con ayuda de integrantes de la Secretaría de Marina y del sector salud.

La teniente Juana Peñaloza, química analista de precursores en campo de la Secretaría de Marina, explicó que el reportaje no menciona el nombre de los precursores químicos que se utilizaron y puso en duda que el hombre que supuestamente produce el fentanilo solo se proteja con una tela y un cubrebocas de tres capas.

“Si hubiera sido fentanilo lo que estuvieran produciendo, el operador habría durado cuatro segundos y habría caído fulminado producto de los vapores que presenta la síntesis del fentanilo”, añadió Alejandro Svarch, director general del IMSS Bienestar.

Horas más tarde, el diario estadounidense publicó un nuevo mensaje sobre su investigación. “The New York Times sigue respaldando todos los aspectos de nuestros informes sobre la producción y realización de pruebas con fentanilo en México, para los que nuestras periodistas reportaron –con gran riesgo personal– el alcance y operaciones de estas instalaciones. Si bien peligrosa, la síntesis de fentanilo ilícito en México bajo condiciones improvisadas similares a las vistas por el Times está bien establecida. El papel del periodismo independiente es documentar el mundo tal como es, sacando la verdad a la luz en beneficio del público en todas partes”, afirmó.

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