CIUDAD DE MÉXICO.- El día para Lucía empieza a las 4 de la mañana. A esa hora debe llegar al Gran Hotel de la Ciudad de México para que, con la ayuda de vestuario y maquillaje, dé vida a una calavera vestida de novia. Lucía es una de los mil 500 extras que fueron requeridos por la producción de la película Spectre, de James Bond, para grabar del 19 de marzo al 1 de abril algunas escenas en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Vale la pena aguantar el frío, el cansancio, y a veces hasta el hambre, pues los mil pesos diarios que le toca a cada uno, según Lucía, "para ser extra, está bien, ¿no? Nunca había sido uno, pero pensé que les iba peor". Mil pesos que, multiplicados por el total de convocados, arroja una suma de 1.5 millones de pesos por una escena que grabarán en uno, dos, tres, o hasta más días.
Ya son las 7 de la mañana y todos están en sus posiciones sobre la avenida 20 de Noviembre. Ahí, la recreación de un desfile por la celebración del Día de Muertos los ocupará hasta las 5 de la tarde.
Durante esas diez horas deberán de "actuar" (una y otra vez) una escena donde al ritmo de los tambores avanzarán bailando hacia la plancha del Zócalo. La canción dice algo parecido a: "Demos la bienvenida a los muertos. Vengan todos aquí, vengan todos aquí, los muertos vivos están, los muertos vivos están, siento ya su poder, enseguida llegarán". Y carros alegóricos con enormes calaveras y catrinas en movimiento los acompañan. Si los extras tienen suerte, la lluvia les dará un poco de descanso.
Segundos después, aparece James Bond (Daniel Craig) corriendo frente a la multitud. Se le ve unos segundos, la gente se emociona, y… ¡corte!, (gritan) mientras un helicóptero sobrevuela la zona.
A más de 40 metros de distancia, la gente se mantiene con la boca abierta. Niños y adultos miran con curiosidad y hasta sonríen al ver que el agente 007 se encuentra allá, a lo lejos, demasiado lejos.
Amontonados sobre las vallas que rodean la Plaza de la Constitución esperan de uno hasta 20 minutos parados, y no les importa si el sol está a punto de salir con tal de alcanzar a ver un poco.
Alfredo e Isabel se forman en una fila de 30 personas, están muy emocionados, si esperan unos minutos tendrán gratis una playera que muestra con grandes números las cifras 007, y arriba las siglas del gobierno de Mancera: CDMX.
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Después de recibir su regalo dicen a EL FINANCIERO: "Venimos a ver al Bons (así, Bons), a matar el tiempo, a distraernos… Trabajamos a tres cuadras de aquí y mis compañeros ya habían venido a ver… Me parece un buen momento para grabar, sobre todo para mejorar la economía".
Pero las opiniones entre la gente son más diversas. Mientras cientos sacan sus celulares para tomar fotos al helicóptero, Luis pasa detrás de ellos y les grita con molestia: "¿Ah verdad?, cómo ahora no se quejan porque les cierran las calles, como cuando hay marchas".
–¿Por qué les dijiste? – se le preguntó.
–Me encontré con que está todo cerrado y vengo caminando desde Pino Suárez. Yo vengo a comprar material, porque soy artesano. Es absurdo que a toda esta gente no les interese llegar tarde a su destino, por estar como babosos; pero si fuera una manifestación, ya estarían señalando con el dedo.
A unos metros, en la esquina de la calle 16 de Septiembre y 5 de Febrero, se encuentra José, de aproximadamente 70 años; usa huaraches y extiende su sombrero para que le den una limosna.
Para él, la euforia que causa el agente 007 en la Zócalo, da igual, pues dice: "muchos se amontonan ahí, pero no dan nada, ni un peso. Sale la misma chingadera. Ahí están parados, viendo a la cosa esa (la Catrina apostada en el centro de la plaza), pero no dan nada". Dice enojado, y camina hacia otra calle.