NUEVA YORK. Cuando Pablo Álvarez empezó a enviar invitaciones a una reciente fiesta de aniversario de Vega Sicilia, la histórica bodega que dirige en la región de Ribera del Duero en España, ofreció una a su padre, David Álvarez, quien compró la bodega en 1982. La fiesta seguramente sería un éxito, con 700 invitados.
Pero David Álvarez no aceptó la invitación. Había organizado un evento rival para el mismo día en su residencia en Madrid y había invitado a muchas de las mismas personas.
Según Pablo Álvarez, la bodega pronto empezó a escuchar de invitados que estaban molestos por las invitaciones rivales. "Poco pudimos hacer más que disculparnos en nombre de nuestro padre", dijo.
Nacido en una humilde aldea de 600 personas en el noroeste de España pocos años antes de la guerra civil del país, David Álvarez, ahora de 87 años, convirtió a un pequeño local de mantenimiento en Grupo Eulen, un imperio multinacional de servicios a empresas que hoy tiene 82 mil empleados y casi 2 mil millones de dólares en ingresos anuales.
A lo largo del camino, se convirtió en uno de los hombres más ricos de España, codeándose con el expresidente del gobierno español, José María Aznar, y se convirtió en dueño de Vega Sicilia, la bodega más ilustre de España.
Pero el triunfo de David Álvarez oculta una filtrada agitación de disfunción familiar. Durante los últimos cuatro años, Álvarez y cinco de sus siete hijos han estado involucrados en una batalla campal de sucesión llena de demandas y acusaciones desagradables.
David Álvarez está esperando una decisión de la Suprema Corte sobre una demanda que le permitiría expulsar a sus hijos de El Enebro, un conglomerado de empresas inmobiliarias, cárnicas y vinícolas. Mientras, sus hijos impulsan una propuesta de accionistas que pondría fin al control que él ejerce sobre Grupo Eulen, la multinacional de servicios a empresas separada que fundó y erigió.
Mientras tanto, los miembros de la familia continúan reportando, aunque incómodamente, al mismo edificio de oficinas en Madrid.
UNA JOYA DE LA VINICULTURA
En el centro del drama de los Álvarez está la pequeña pero principal joya del imperio familiar, Vega Sicilia.
Fundada en 1864 a unos 161 kilómetros al noroeste de Madrid, la bodega produce lo que el crítico Robert Parker llamó el "vino más grandioso" de España en 2008.
La familia Álvarez tomó el control de Vega Sicilia cuando España estaba en una crisis económica anterior y cuando el dueño venezolano de la bodega, Miguel Neumann, estaba ansioso por vender. Un amigo de David Álvarez había sido puesto a cargo de la venta, y pidió a Álvarez que encontrara un comprador extranjero. Álvarez decidió hacer él mismo una oferta.
"Mi padre compró Vega Siciia porque era la bodega más prestigiosa que había en España", dijo el hijo de David, Pablo, quien la dirige desde 1985. "Si no hubiera existido, él nunca habría entrado en el mundo del vino". (David Álvarez declinó múltiples solicitudes de una entrevista.)
Planear la sucesión de una empresa familiar a menudo es tenso, especialmente cuando la empresa es tan grande como la multinacional de David Álvarez, Grupo Eulen, cuando están involucrados siete herederos y cuando el fundador está acostumbrado a mandar como rey.
"No era un dictador, pero era muy dominante", dice de David Álvarez Mariano García, que fue enólogo de Vega Sicilia por 30 años hasta 1998. "Recuerdo que en la reuniones nadie hablaba. Nadie. Un día se me ocurrió señalar una diferencia sutil, y él no dejó de hablar".
Los problemas de la familia Álvarez empezaron alrededor de la época del tercer matrimonio del patriarca, a fines de 2009. David Álvarez había estado pasando responsabilidades administrativas a sus hijos durante varios años, y su quinto hijo, Juan Carlos, estaba dirigiendo a la compañía grande, Eulen, con su padre fungiendo como presidente ejecutivo.
Pero la subsecuente disputa se convertiría en leña para los periódicos españoles. Entre otras cosas, los diarios españoles dijeron que la boda de David Álvarez fue tensa porque los hijos estaban a disgusto de que su padre se casara con una de sus secretarias, la segunda vez que se casaba con una, y que su nueva novia, ahora de 61 años, fuera más joven que el más viejo de los hijos de David. Y reportes de prensa dijeron que estallaron los ánimos cuando Juan Carlos despidió a uno de los hombres de confianza de su padre mientras el patriarca y su nueva esposa estaban de luna de miel.
Pablo Álvarez, quien confirma que Juan Carlos despidió al hombre de confianza, rechaza como ficción que ocurriera durante la luna de miel y dice que no sabe qué originó esa versión. Pero Pablo dice que fue su padre quien llevó la disputa familiar a los medios. De cualquier manera, señala, la fractura familiar llevaba tiempo gestándose y no fue causada por el despido. (La oficina de prensa de Eulen declinó hacer comentarios sobre los orígenes específicos de la pelea, excepto para decir que Juan Carlos había "traicionado" la confianza de su padre; Juan Carlos declinó comentar.)
Lo que no se discute es que poco después de la boda, David Álvarez usó su propiedad mayoritaria de Eulen para forzar la salida de Juan Carlos y asumir la administración con María José y Jesús David, los dos hijos que aún lo apoyaban.
A principios de 2010, los otros cinco hijos de David –conocidos como los díscolos en la prensa española– expulsaron a su padre de El Enebro, en el cual poseían una mayoría de las acciones.
'MUCHOS MOVIMIENTOS DE AJEDREZ'
Aunque la disputa es un nudo emocional de resentimiento filial y generacional, la batalla oficial se ha desarrollado en su mayor parte en los tribunales. "En los negocios, hay muchos movimientos de ajedrez", dice Pablo Álvarez.
El primero fue hace años. Cuando David Álvarez cedió la propiedad de El Enebro a sus hijos después de la muerte de su madre en 1986, diseñó un contrato colateral que le dejaba derechos de votación mayoritarios en la compañía. Cuando posteriormente demandó a sus hijos, fue el lenguaje en ese contrato lo que le ayudó a ganar un fallo, en mayo de 2013, que le dio el control.
Los cinco díscolos impidieron que la decisión entrara en vigor apelando a la Suprema Corte. Con el fallo suspendido, aprovecharon su continuado control de El Enebro para idear un convenio ingenioso. A fines de 2013, los cinco votaron para que El Enebro comprara el 30 por ciento de Grupo Eulen que ellos poseían por 80 millones de euros. E insertaron una píldora envenenada en la transacción: pusieron 51 por ciento de Vega Sicilia como colateral, lo cual significó que si David Álvarez gana su demanda e impide que la compañía pague a sus cinco hijos rebeldes, ellos recibirán la bodega en compensación de cualquier manera.
Enfurecido, Álvarez padre añadió otra demanda a la disputa y acusó a sus hijos desobedientes de usar El Enebro como una alcancía personal.
Los cinco hijos negaron cualquier acto ilegal y dijeron en su propio boletín de prensa que habían ofrecido las acciones a su padre, lo cual él negó.
Ahora, los dos bandos esperan una decisión de la Suprema Corte, que aceptó el caso en febrero y se espera emita un fallo el año próximo sobre si David Álvarez puede usar sus derechos de votación para regresar al máximo papel administrativo en El Enebro. Es posible, sin embargo, que ganar el caso haga poco más que conferirle el derecho de jactarse. El papel de Vega Sicilia como garantía colateral en el acuerdo accionario pudiera atarle las manos. Y los cinco hermanos en El Enebro poseen juntos 70 por ciento de las acciones, lo que significa que aun cuando gane David Álvarez, pasaría un periodo difícil dirigiendo un negocio contra los deseos de sus dueños mayoritarios.
"Una cosa es ganar algo", dice Pablo Álvarez. "Otra recuperar el poder".
New York Times Syndicate