NUEVA YORK.– Cuando hace poco se le pidió que describiera su estilo característico, la artista de "drag performance" Bianca del Rio lo llamó "payaso erótico"."Básicamente, quiero tener el aspecto más antinatural posible", dijo.
Ya estaba entrada la tarde de un viernes y Del Rio, también conocida como Roy Haylock, estaba sentada arreglándose el maquillaje y peinándose en un vestidor, en el teatro Gramercy, en Manhattan.
Llevaba puesta una sudadera con capucha, negra, con cremallera; una camiseta Topman negra, sin mangas y pants grises Zara ("Promociono esos", dijo, "para que me manden un botín"). Abajo llevaba puestos cuatro pares de mallas Capezio y, encima, medias de red color carne.
"Tengo que ocultar mi dulce", comentó Del Rio, de 39 años, la ganadora de la carrera "RuPaul's Drag". Se puso un par de pestañas del tamaño de mariposas que tomó de una mesa frente a ella, luego, empezó a pintarse las cejas. Después, empezó con la peluca rubia, a la que le dio vueltas, le hizo picos, esculpió y roció con laca hasta que adquirió la forma de un edificio de Calatrava, uno que podría derrumbarse y matar gente en cualquier momento. Para cuando terminó, el cuarto olía como una casa de retiro en Florida, y se había quemado un agujero mucho más grande en la capa de ozono.
En la sexta temporada de "Drag Race", Del Rio venció a 13 concursantes por el gran premio de 100 mil dólares. Muchas se veían más bonitas con vestidos; muchas podían dar patadas más elevadas, y muchas canalizaban mejor que ella los espíritus de Beyoncé, Barbara y Britney.
Los enfoques algo convencionales de sus competidoras en la gran tradición de los hombres con vestidos reflejaban algunas de las temporadas pasadas, cuando ganadoras como Tyra Sanchez y BeBe Zahara Bener caminaron hacia la victoria, sin satirizar a la femineidad y la condición de ser una diva, sino aproximándose a ella.
Del Rio, sin embargo, triunfó precisamente porque siguió la ruta contraria.
"A veces se siente que el 'drag' ha evolucionado a ser algo pulido y políticamente correcto", comentó Barbato. "Bianca le recuerda a la gente que también debería ser divertido, peligroso y desafiante".
Y, como resultado, Del Rio está llegando a una base de fans mucho mayor.
Después de 20 años de andar buscando por ahí, en una relativa oscuridad, primero con el diseño de trajes para espectáculos en Nueva Orleans (de donde es originaria) y luego con pequeñas presentaciones en el club XL en Nueva York.
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Del Rio se ha convertido en una celebridad muy solicitada en la escena mundial gay. Es presentadora de aperturas en centros nocturnos de ciudades tan lejanas como Londres, y presenta su espectáculo de cabaret en sitios donde casi se agotan las entradas por todo Estados Unidos. Ahí, lanza insultos a su público, sorprendentemente diverso, que la considera como una especie Joan Rivers del drag y abraza sus discriminaciones indiscriminadas.
"La gente hace fila para que la ofendan", aseguró Lady Bunny, la intérprete drag. Seguro, eso fue lo que hicieron esa tarde de viernes mientras Del Rio empezaba al iniciar su vuelta de la victoria con la apertura de su gira "Rolodex of Hate".
Del Rio se puso un vestido de terciopelo negro y se dirigió hacia afuera para conocer y saludar a la larga fila de quienes tenían boletos.
Un hombre de veintitantos años, de ascendencia libanesa, había llegado desde Salt Lake City. Otro era de Recife, Brasil, y rápidamente preguntó por qué no hacían una gira hasta allá. "Me consigues una chamba en tu selva tropical y estoy lista para ir", respondió Del Rio. "¿Realmente viniste aquí para esto? Estás loco".
Mientras los hombres se alejaban con un autógrafo, Del Rio avanzó hacia un par de lesbianas de unos 40 años, originarias del Distrito de Columbia, y a una mujer de veintitantos años de Nueva Jersey.
"Está bien", dijo Del Rio, refiriéndose al Garden State. "Todas tenemos cosas de las que nos avergonzamos".
Alrededor de las 7 p.m., tras casi haberse acabado el bolígrafo que utilizó para firmar las mercancías de casi 100 personas, Del Rio se dirigió de vuelta al vestidor, se cambió a un vestido rojo de lentejuelas y subió las escaleras para comenzar su rutina.
El contenido fue impenitentemente indecente e incluyó un monólogo sobre un romance que tuvo con su tío cuando ella era todavía una menor ("Viví muchos años buenos con ese hombre"), un agradecimiento público a una drag queen negra que le enseñó los pormenores del oficio desde un principio.
El espectáculo terminó como a las 8 p.m. y Del Rio volvió a retirarse a su vestidor. Esta vez se puso pensativa, casi filosófica. Había hecho varios chistes a costa de sus padres, pero no parecía preocupada por poder ofenderlos cuando, en diciembre, el espectáculo llegue a la ciudad donde nació.
"Soy su hija estrella", comentó. "Las mareas cambian".
Dado que gran parte de los boletos ya se agotaron, en la gira, ¿consideraría contratar a un maquillista para que pueda sentarse y relajarse antes de salir a escena?
"No", dijo. "Suena grandioso, pero de hecho es terrible. Es como tener relaciones sexuales con las luces apagadas y prenderlas luego para decir: '¡Aag! Eso no es lo que yo quería'".
Sacó un par de pantimedias de su bolso de lona, se untó algo de alcohol y empezó a quitarse las manchas de las uñas.
Zumbaba su iPhone con los mensajes de texto de sus amistades, incluido uno de Courtney Act, quien quedó en segundo lugar después de Del Rio en la "Drag Race".
Decía: "Espero que te rompas las dos piernas y termines en urgencias". "Perfecto", dijo Del Rio. Del otro lado de la puerta, la esperaban las intérpretes "drag" Sherry Vine y Joey Arias, que habían llegado a felicitarla.
Arias no ha sido siempre fan de la "Drag Race" porque dice que la dominan demasiado personas que imitan a Britney Spears y a Madonna.
Sin embargo, refirió que volvió a verla otra vez la temporada pasada debido a Del Rio, cuya victoria, según ella, un auténtico cañonazo, una indicación de que el "drag" podría estar a punto de ponerse más interesante y más escandaloso otra vez.
"Ella se presionó muchísimo allá, en una forma que es diferente", señaló Arias. "Es rápida y está alerta, y no es políticamente correcta. Si fuera un muchacho, no funcionaría, pero tiene un aspecto tan ajeno, tan de allá afuera, que te hipnotiza. Todo solo se junta. Me encanta".