Para 2022 se prevé un crecimiento del PIB de entre 1.6 y 3.2 por ciento, con una estimación puntual de 2.4 por ciento, mientras que para 2023 se anticipa una expansión del PIB de 2.9 por ciento, esto fue dado a conocer en el Informe Trimestral del Banco de México, correspondiente al último trimestre de 2021.
Los analistas del Banxico dan a conocer las razones para este ajuste en sus pronósticos. En primer lugar, que en el cuarto trimestre de 2021 la actividad económica continuó mostrando debilidad, registrando un crecimiento nulo y manteniendo un comportamiento heterogéneo entre sus diversos sectores.
En particular, los servicios se contrajeron nuevamente, en tanto que la actividad industrial presentó un crecimiento modesto. Si bien se espera que la economía retome una senda de recuperación a lo largo del presente año, persiste un entorno de gran incertidumbre respecto de la evolución de la pandemia, tanto a nivel global como nacional, así como de sus efectos sobre la economía y las cadenas de suministro, lo cual podría afectar negativamente el desempeño de la actividad económica en el país.
El informe también considera los riesgos presentes en el futuro cercano. Entre estos sobresalen: en primer lugar, que la persistencia de la pandemia de lugar a una recuperación económica menos vigorosa.
Un segundo riesgo sería que se prolonguen o se intensifiquen los problemas de cuellos de botella en las cadenas de suministro a nivel global que han generado escasez de insumos para algunos sectores en México. Del mismo modo, que la pandemia conduzca a mayores costos de insumos y de producción en diversos sectores de la economía.
Riesgos adicionales serían que se observen episodios adicionales de volatilidad en los mercados financieros internacionales que afecten los flujos de financiamiento para las economías emergentes.
También es posible que la recuperación del gasto en inversión sea menor a lo esperado o insuficiente para apoyar el proceso de reactivación de la economía y el crecimiento de largo plazo.
Sin embargo, también existen elementos que podrían ocasionar una mejor perspectiva. Entre estos destacan: en primer lugar, que un mayor control de la pandemia ante una mayor cobertura de la vacunación impulse una recuperación más vigorosa y generalizada de la economía.
Otras posibilidades son que los efectos de los estímulos a nivel internacional y nacional continúen apoyando al consumo y la inversión. y que, en el marco del T-MEC, México sea un destino atractivo para la inversión ante una reconfiguración global en los procesos productivos, con beneficios para su actividad económica y productividad.
Sim embargo, las recientes complicaciones geopolíticas originadas por la invasión rusa de Ucrania pueden complicar aun más el entorno de la economía mundial y, por consiguiente, la de nuestro país, por lo que es importante mantenerse al tanto de lo que ocurra en ese aspecto y sus relaciones con las diferentes variables económicas y financieras.
Esto ya se puede observar en los aumentos de precios del petróleo, el gas y diferentes materias primas, que seguramente repercutirán en la inflación y la actividad económica tanto mundial como de nuestro país, por lo que será necesario darle un seguimiento cercano a estos acontecimientos y sus consecuencias.
Empieza mal la industria
La producción industrial creció apenas 1.0 por ciento en enero de 2022, en relación al nivel que tenía en diciembre. La minería creció 7.0 puntos porcentuales, pero la construcción cayó en 0.2 por ciento y las manufacturas mostraron un crecimiento de solamente 0.3 puntos porcentuales.
En términos anuales, la producción industrial creció 4,3 por ciento, pero se observan tasas negativas en algunos sectores. Así, vemos que la construcción en edificaciones disminuyó en 2.9 por ciento en comparación con enero de 2021, la fabricación de productos textiles disminuyó 4.7 puntos porcentuales, mientras que la fabricación de maquinaria y equipo registró una tasa negativa de 2.6 por ciento.
Sin embargo, también hubo sectores que mostraron tasas positivas, entre estos se encuentran la fabricación de productos derivados del petróleo, la industria del plástico y la fabricación de equipo de computación, con crecimientos de 15.5, 9.4 y 7.0 por ciento, respectivamente.
El autor es economista de la UANL, con Doctorado en la Escuela de Graduados de Administración y Dirección de Empresas (EGADE) del ITESM. Es profesor de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-Conacyt.