Este año Rogelio Ramírez de la O, recién nombrado secretario de Hacienda tendrá que elaborar una reforma fiscal que blinde a las finanzas públicas del país y ayude a fomentar el crecimiento económico. Las finanzas públicas hasta el momento se han comportado de una manera adecuada manteniendo un déficit fiscal moderado recortando el gasto público. De hecho, sorprendió que en plena pandemia la política fiscal en el país fue contra cíclica, es decir hubo un ajuste de gasto en recesión. Lo anterior provocó el cierre de cientos de miles de Pymes y desempleo.
Si bien es cierto que los ingresos federales se han mantenido en crecimiento, esto también ha sido por el uso discrecional de los fondos de ahorro que había dejado la administración anterior. Este año estos fondos ya se agotaron casi en su totalidad por lo que no existirá este recurso. Afortunadamente, los altos precios del petróleo están apoyando a las finanzas públicas este año, pero esta tendencia podría revertirse con un cambio en la tendencia del precio del crudo. La reciente tercera ola del COVID ya está provocando menores precios.
Así, la tarea de Ramírez de la O es monumental. Deberá consolidar los ingresos tributarios en un entorno donde el presidente ha mencionado que no habrá nuevos impuestos. Parece que, entonces, se tendrá que incorporar al sector informal al sistema tributario que en estos momentos representa cerca del 57 por ciento del total.
Además de ello, será importante que el gasto público esté dirigido para detonar el crecimiento económico del país. En estos momentos, la mayor parte del gasto público se dirige hacia el apoyo social, asistencialismo, que, si bien ayuda a proteger a ciertos sectores vulnerables de la población, no es un detonante de mayor crecimiento potencial. Para ello, es fundamental priorizar a la inversión como el componente más importante para elevar el crecimiento económico.
Otro rubro que se debe priorizar es la educación. Según las últimas pruebas PISA, México se ubica en el último lugar de la OCDE. Un sistema de educación promueve expandir la capacidad económica, pero además, contribuye con mayores remuneraciones. Los últimos datos del ENIGH del INEGI evidenció la brecha salarial entre los mexicanos con educación profesional del resto.
Por último, se deberá retomar el camino del fomento de la ciencia y tecnología. México invierte solamente 0.3 por ciento del PIB en este rubro versus un promedio de 2.5 por ciento en la OCDE. Los trabajos futuros estarán íntimamente relacionados con los avances tecnológicos. De hecho, los procesos manufactureros serán suplantados por robots. Los nuevos y futuros empleos estarán ligados con la economía del conocimiento.