Marco Pérez

Marco Pérez: Pemex y CFE, empresas improductivas del Estado

En materia eléctrica, el desaguisado ya se venía venir, desde que se reformó la Ley que daba reversa a la reforma energética de Peña Nieto.

Como un cáncer que aniquila lentamente el organismo, la actual administración, con sus malos manejos en estas dos empresas, van inexorablemente deteriorando, primero los resultados financieros, para finalmente afectar la operación misma del negocio, poniendo en entredicho la viabilidad misma de estas empresas, tan estratégicas e indispensables para la marcha misma de la economía, sin que haya quien pueda poner un alto a este deterioro.

En materia eléctrica, el desaguisado ya se venía venir, desde que se reformó la Ley que daba reversa a la reforma energética de Peña Nieto, y ahora se le devolvía a la CFE la pre eminencia en el despacho de energía eléctrica, (sin importar el costo de producción) en perjuicio de los consumidores y de los inversionistas privados que habían invertido miles de millones de pesos, al amparo de las nuevas reglas de despacho, y que ahora, eran desplazados de manera ilegal y arbitraria, a pesar de que era evidente que esa reforma era inconstitucional.

En efecto, agotadas las instancias legales respectivas, esa reforma de la actual administración se declaró inconstitucional, pero el daño ya se había iniciado, porque se detuvieron las nuevas inversiones privadas, mientras la demanda de energía seguía creciendo, y era cuestión de tiempo para que el sistema no pudiera proveer la energía eléctrica requerida.

El resultado está a la vista, y la declaratoria de estado de emergencia en el sistema eléctrico nacional, es el corolario de esta deficiente decisión de pretender regresar el poder monopólico a la CFE, y restringir la participación de la iniciativa privada en la generación de electricidad.

Otro daño colateral importante de estos malos manejos, es la decisión de utilizar más combustóleo para generar energía eléctrica por parte de la CFE, debido a que Pemex está literalmente nadando en combustóleo, por la falta de plantas coquizadoras, que transforman el combustóleo en gasolinas.

Un rosario de malas decisiones que están generando muchos perjuicios y afectaciones sin un beneficio tangible, a un costo económico y social inconmensurable.

Incluso, hay algunos “adversarios” de esta administración, que han llegado a aventurar la tesis que bajo esta contingencia de cortes de energía eléctrica, se podría “apagar” el conteo de votos de las próximas elecciones, (como ya lo hizo anteriormente Bartlett) para dar tiempo a manipular y acomodar los resultados, aunque la verdad, nadie puede asegurar nada.

El caso de Pemex, la verdad ha sido un barril sin fondo para las finanzas públicas, y a pesar de los cuantiosos apoyos recibidos, desde transferencias presupuestales directas, hasta la reducción de su carga fiscal, principalmente por la vía de un menor derecho de utilidad compartida, el cual se ha reducido de un 65 por ciento al inicio de esta administración a un 30 por ciento actualmente, sus resultados financieros son simplemente desfavorables, a pesar del importante efecto positivo del menor tipo de cambio en el servicio de su deuda.

Mientras que en 2018 Pemex le aportó al Gobierno Federal unos 573 mil millones de pesos en contribuciones, el año pasado solo contribuyó con 159 mil millones, (72 por ciento menos) cantidad casi similar a la que recibió de apoyos gubernamentales directos.

Operativamente hablando, fracasaron rotundamente en la meta de incrementar la extracción de crudo, ya que sacar petróleo, no era tan sencillo como hacer “agujeros” en la tierra, mientras que el aumento en la producción de refinados fue principalmente gracias a la compra de Deer Park, pero registrando un déficit operativo, mientras que se disparó la producción de combustóleo.

Y ante la avalancha de vencimientos en su deuda que se vienen este año y en 2025, la Secretaría de Hacienda ya anunció que analiza un plan para absorber hasta un 40 por ciento de la deuda de Pemex, unos 40 mil millones de dólares, en un último intento para darle alguna viabilidad financiera en el corto y mediano plazo.

A este respecto, la calificadora de valores Fitch Ratings, ya ha externado que eso podría afectar a la baja la calificación de la deuda soberana del País, la cual ya está en riesgo con el déficit de casi 6 por ciento del PIB que están esperando para este año, situación que detonaría una nueva crisis financiera para el País.

Finalmente, con estos resultados a la vista, me es difícil entender que todavía haya quienes piensen que lo mejor para el País es la continuidad de la 4T, o serán solo los que están lucrando personalmente con esta destrucción económica y desmantelamiento de contrapesos y entes autónomos?

Marco Pérez

Marco Pérez

Economista especialista en finanzas públicas, Socio Director de Econometría Aplicada SC, Conferencista y Catedrático a nivel doctorado.

COLUMNAS ANTERIORES

Marco Pérez: El sexenio de AMLO será el segundo peor en desempeño económimco desde 1934
Marco Pérez: Acecha el fantasma de la estanflación

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.