La existencia de objetivos sustentables en proyectos carreteros es cada vez más importante para los inversionistas al momento de decidir capitalizar o no un proyecto. Establecer con claridad estos objetivos, así como la forma de alcanzarlos, es un elemento que actualmente están evaluando la mayoría, así como también el resto de las partes involucradas (reguladores, accionistas, empleados, proveedores y, en general, la sociedad civil).
En mi opinión, el establecimiento de estos propósitos empiezan con entender y resolver el siguiente problema: ¿cómo alinear los riesgos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) con la expectativa de un retorno financiero en proyectos de construcción, operación, conservación o rehabilitación carretera?
Dadas las circunstancias actuales del mercado mexicano, considero que la solución (en parte) de este problema empieza con aceptar que todo promotor, constructor, concesionario u operador (la empresa) deben trabajar bajo la premisa de generar información confiable, relevante y exhaustiva sobre los riesgos y oportunidades del proyecto en términos de sustentabilidad. Esta premisa esta alineada con las exigencias del mercado; es decir, los inversionistas empiezan a solicitar esta información y, por lo tanto, es responsabilidad de la empresa generarla.
Esto nos lleva al segundo problema que debe resolver la empresa y que se relaciona con la falta de conocimiento y de pericia para comprender y transmitir esta información. Sin embargo, es justo decir que este desconocimiento, en un futuro, no nos liberará del juicio de los inversionistas. Si la empresa no genera la información e incumple con los compromisos ASG, el mercado podría aislar al proyecto de las fuentes de financiamiento o penalizarlo, y con ello, provocar que los rendimientos esperados por los accionistas no se materialicen.
Ahora bien, aunque pareciera que la mayoría de los participantes del mercado están comprometidos con hacer inversiones sustentables; hay que reconocer que, para muchas empresas, operar bajo criterios ASG y con metas sustentables no es una tarea fácil, más bien es un proceso lleno de retos.
Hablando de los desafíos, y alejándonos de los temas técnicos o financieros, cada vez es más común que hoy los proyectos no inicien o se detengan por asuntos ambientales o sociales. Entre estos están: la liberación de derecho de vía, el cuidado de la biodiversidad, el cumplimiento de los estudios de impacto ambiental, los derechos humanos de las comunidades aledañas, la existencia en la zona de vestigios arqueológicos, el uso de materiales de construcción con impacto ambiental, entre otros. Además, está el hecho de que la empresa debe obtener las autorizaciones y cumplir con las regulaciones (federales, estatales y municipales), lo cual, sin duda, está ligado a su capacidad de gestión y gobierno corporativo.
Dicho esto, es una realidad que los riesgos ASG son ahora más visibles y por eso están bajo mayor escrutinio de los inversionistas. Por tal motivo, la tarea de las empresas es identificar estos riesgos, para que empiecen a analizar el impacto ambiental y social de sus actividades, las estrategias para mitigarlos y, en su caso, los beneficios que les generen en el futuro.
Basado en mi experiencia, en México, en el sector carretero, hay empresas que hacen análisis de riesgos ASG, con el fin de identificar su efecto sobre su reputación y competitividad, pues reconocen que su crecimiento depende de la transparencia y responsabilidad de su operación, mostrando que la sustentabilidad es un compromiso real.
Roberto Ballinez es director ejecutivo senior de Finanzas Públicas e Infraestructura en HR Ratings.