Sin dejar a nadie atrás

La amistad y las finanzas

La educación financiera nos permite evitar malentendidos y tensiones que pueden surgir por cuestiones de dinero, lo que nos ayuda a ser mejores amigos.

Leemos en la bellísima Mishné Torá que “cuando una persona que ha pedido prestado dinero se encuentra con su acreedor, no tiene permitido saludarlo primero, tampoco hablar bien de él en público, ni visitar su casa”. De esta manera, Maimónides, en el siglo XII, buscaba resolver algunos conflictos derivados de la relación asimétrica que surge de un contrato de deuda: un acreedor podría intentar incrementar su ventaja y un deudor podría asumir que debía algo más que la cantidad nominal del préstamo. Sentencias como las anteriores encontramos en los textos que versan sobre contratos de préstamo; la clara concurrencia entre la sociabilidad y las finanzas era de vital interés para las comunidades antiguas, y podemos estar seguros de que para las nuestras también lo es.

Un estudio publicado hace un par de meses por Bread Financial, compañía de servicios financieros radicada en Ohio, concluye que, en promedio, perdemos una de cada cinco amistades debido a cuestiones de dinero. Esto es decisivo porque la felicidad depende, sobre todo, de la calidad de nuestras relaciones interpersonales. Conclusión a la que llegaron los investigadores del Harvard Study of Adult Development, el análisis longitudinal más duradero de la historia que, durante 80 años, ha demostrado que la salud de los individuos coincide con su capacidad para cultivar vínculos sociales significativos. Uno de los factores que más impactan en la sociabilidad, según el estudio antes citado, es la estabilidad financiera: unas finanzas desatendidas pueden empañar nuestras relaciones, y entonces podemos entender la urgencia con que Maimónides elaboró normas que, por lo visto, no son tan extrañas.

Extraño sería hacer caso a Shakespeare cuando aconseja en Hamlet lo siguiente: “Ni pidas ni prestes, por prestar a menudo perdemos lo prestado y al amigo, y por pedir entorpecemos el manejo del hogar”. En el mundo moderno las actividades y necesidades financieras no se detienen y ¿en quién podemos confiar si no es en nuestros amigos? La raíz del asunto está en que el vínculo que mantenemos con el dinero incluye una dimensión emotiva que muchas veces pasamos por alto. Mantener las finanzas en orden es, por analogía, requisito de una mente y salud equilibradas. Cuando desatendemos la relación personal y emocional que tenemos con el dinero, y no lo valoramos en la pluralidad de sus aspectos, es más probable que termine afectando la convivencia con las personas que nos rodean. Faltar a una fecha de pago equivale a romper una promesa, por ejemplo, y todos procuramos lo mejor para nuestros amigos. Sin embargo, la naturaleza impredecible de las necesidades financieras puede encauzarse mediante la elaboración de un presupuesto, el control de las deudas, la adquisición de seguros y todo aquello que conforma una sensata, cuidadosa y empática relación con nuestro dinero y el de los demás.

Las normas antiguas sobre los contratos de préstamo estaban encaminadas, principalmente, al bienestar y mantenimiento de la comunidad. Afortunadamente ya no tenemos que recurrir a la suspensión momentánea de la amistad cuando hay un préstamo de por medio. Hoy en día, la educación financiera nos permite evitar malentendidos y tensiones que pueden surgir por cuestiones de dinero, lo que nos ayuda a ser mejores amigos: considerados y confiables. Tratemos abiertamente los asuntos de dinero porque, al final, nadie es mejor que todos juntos cuando la amistad y las finanzas caminan de la mano.

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