En sintonía con el espíritu olímpico que celebramos este año, me gustaría abrir la columna de hoy con un par de citas pertinentes a nuestro contexto. En la Odisea, Homero escribe que “los dioses favorecen a quien se muestra hospitalario”, y también que “todo huésped proviene de Zeus”. El panteón griego estaría orgulloso: nuestra hospitalidad relumbra en el mapa del mundo. La pericia, el candor y la generosidad de nuestros recibimientos ha consolidado un epicentro global para espectáculos de primer orden, generando una impresionante contribución que atrae el desarrollo a la megalópolis.
Así, noviembre se perfila como un período extraordinario, con una estimación en la derrama económica que rebasará los 30 mil millones de pesos. Esto es posible gracias a la sinergia de episodios como la Fórmula 1, la NBA y el festival Corona Capital, entre muchos otros, de toda magnitud, para todos los públicos.
Sin duda, el Gran Premio de la Ciudad de México brilla como la estrella del calendario: con una contribución de 19 mil 550 millones de pesos, según datos de la Sedeco, habrá superado en un 13.8 por ciento la registrada en 2023. Este crecimiento refleja la admiración por el deporte, y también la creciente confianza en la ciudad para albergar competiciones de clase mundial. Por su parte, se proyecta que el partido de la temporada regular de la NBA generó alrededor de 758 millones de pesos, que suman a los 13 mil millones que tributó la celebración del Día de Muertos. En los próximos días, el Corona Capital distribuirá cerca de 700 millones a la economía local.
Estos eventos atraen a miles de visitantes nacionales y extranjeros, al tiempo que benefician a más de 225 mil unidades económicas, impactando positivamente a cerca de un millón de trabajadores en diversos sectores. La cadena de valor se extiende por toda la ciudad, desde la venta de boletos y souvenirs hasta los servicios de alojamiento, alimentación y transporte, incluyendo a pequeños comerciantes y artesanos junto a grandes cadenas y empresarios. Tan alegre variedad de festividades que alberga nuestra ciudad –convertidas en tradición– demuestra la versatilidad de la capital como anfitriona del mundo. Con ello construimos la imagen de una cosmópolis, donde tenemos un embajador en cada huésped que, a través de sus relatos y experiencias, promueve futuras visitas e inversiones. Una oferta tan vasta, más allá de posicionarnos como uno de los mejores anfitriones, eleva nuestra calidad de vida como ciudadanos.
El interés compartido entre el sector público y privado debe enfocarse en mantener y mejorar las condiciones de seguridad, movilidad e infraestructura que respalden a la ciudad como un destino atractivo para todos. Formar a la Ciudad de México como epicentro de hospitalidad y diversión nos ayudará en asegurar un futuro emocionante, donde los grandes espectáculos generen beneficios económicos inmediatos, mientras fundamentan un desarrollo sostenible a largo plazo. Mediante el compromiso de su alianza, el interés compartido de los actores involucrados y la enfática invitación de aquellos que faltan por sumarse, la Ciudad de México resplandece en el panorama internacional como un faro de humanidad y un modelo de unión y bienestar para nuestras ciudades hermanas.