El domingo 10 de diciembre tuvo lugar la renovación de la presidencia del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) para el periodo 2023-2026 en una sesión extraordinaria. Ello en un ambiente de ataques y continuos cuestionamientos como nunca se había observado en la historia del Instituto, desde su creación primigenia en 2003 cuando se creó el IFAI; lo que, aunado a la falta de consensos en el Senado de la República para nombrar a las tres personas comisionadas faltantes, hizo de este ejercicio un parteaguas en el devenir de la institución.
Quienes nos postulamos a la presidencia del INAI en este particular contexto político e institucional teníamos, más allá de nuestras credenciales profesionales, logros y experiencia, iguales y legítimas aspiraciones para encabezar los esfuerzos que nos permitieran hacer frente a los señalamientos, embates y desinformación vigente, ya que compartimos el deber de hacer valer la Constitución y defender al Instituto de cualquier ocurrencia e intento reformista que pretenda socavar e ir en contra de la garantía y el ejercicio pleno de los derechos de acceso a la información y de protección de datos personales de las y los mexicanos.
Bien es sabido que el INAI es una conquista social producto de la primera transición electoral en nuestro país y una piedra angular para la consolidación y el desarrollo de nuestra democracia, así como un referente a nivel internacional en distintas agendas que no se limitan solamente a tutelar los derechos antes mencionados, de modo que quien ocupará la presidencia del Instituto tendría la enorme responsabilidad de salvaguardar esta conquista democrática, reconociendo con humildad que siempre existirán áreas de mejora y oportunidad para fortalecer y profesionalizar al Instituto.
Así fue como se me concedió la oportunidad de dirigir estos esfuerzos en un ejercicio democrático apegado a la legalidad y a la normativa interna que rige nuestra autonomía.
Como lo expresé ese día, estas agendas no se transitan en solitario, sino que se trabajan en equipo. Por ello, estoy cierto que no estaré solo pues confío plenamente en que tendremos la madurez suficiente para trabajar en unidad como lo hemos hecho desde que asumimos nuestro encargo. Además, contamos con toda una familia que nos respalda y que día a día lo da todo por su institución, me refiero por supuesto a toda la familia INAI.
De tal suerte que, serán tres las principales vertientes que regirán mi actuar estos tres años: la interinstitucional, la interna y la externa. La primera se refiere a la necesidad que tenemos en el INAI de fortalecer y crear nuevas alianzas estratégicas con distintos sectores que nos auxilien a mejorar nuestra labor cotidiana. La segunda vertiente tiene que ver con la mejora continua y la implementación de procesos internos que nos permitan mejorar día a día, pues las instituciones no son estáticas sino dúctiles en el tiempo, por lo que habremos de adaptarnos a las nuevas realidades y contextos. Finalmente, la última vertiente persigue que todas las personas se apropien del Instituto, de modo que logremos hacer tangible el inmenso valor de su existencia y permanencia.
Por ello, aprovecho este espacio para cerrar diciendo que hoy más que nunca trabajaré con todo mi empeño y convicción en la construcción de un INAI para todas y todos. En un INAI cercano y receptivo que tienda puentes de comunicación y cocreación. Soy un firme creyente de la apertura institucional y de la imperante necesidad de abrir el gobierno, en cualquiera de sus facetas, a la participación efectiva, por lo que, no quepa duda que esa será mi principal bandera y que en mí encontrarán un aliado para construir en colectivo en favor de la institución y de las agendas que tutelamos en beneficio de México.
El autor es comisionado presidente del INAI