El encuentro programado entre los presidentes Enrique Peña Nieto y Barack Obama el 6 de enero es una oportunidad única para abordar la agenda externa del problema de la violencia y descomposición social en México. La relación entre México y Estados Unidos juega un papel muy importante en los hechos ocurridos en Guerrero, y en mucho del territorio nacional. Las "mafias" del narcotráfico mexicanas pelean a muerte los terrenos nacionales para la producción, transformación, y comercialización de la droga destinada hacia Estados Unidos (EU).
México es el mayor proveedor de mariguana, de metanfetaminas, y se ha vuelto el tercer proveedor de heroína de EU. La legalización de la mariguana en algunos estados del país del norte ha reducido su precio y restado atractivo a este cultivo, pero el mercado del opio y la heroína es de gran interés, e inclusive cultivos de amapola empiezan a sustituir algunos de mariguana en México. A lo anterior hay que agregar que más de 90 por ciento de la cocaína que entra a EU proviene del territorio mexicano. Finalmente, para completar la topografía de la violencia, hay seis mil 700 negocios de venta de armas autorizados cerca de la frontera de EU con México, desde donde se proveen los delincuentes de sus instrumentos para operar.
Sin duda, México requiere el apoyo de uno de los países más poderosos del planeta para superar los graves problemas de la violencia y la descomposición social que sufre actualmente, de la cual EU evidentemente es corresponsable. Pero, ¿qué tipo de ayuda? El prsidente Obama se ha ofrecido para ayudar a encontrar a los 42 estudiantes de Ayotzinapa, apoya a México en materia de seguridad vía el Plan Mérida, y acaba de unirse al plan anticrimen anteriormente firmado por México y Guatemala. La agenda hasta ahora es vaga, y se concentra en el tema de migración, economía, y seguridad. Si los esfuerzos se centran puramente en la seguridad serán totalmente insuficientes y seguirán desconociendo los orígenes de los agudos problemas por los que atraviesa hoy México y que requieren solución en sus verdaderas causas.
Los presidentes deberían discutir la renegociación del TLCAN y/o la activación de las cláusulas de excepción de ese acuerdo. El tratado, en su versión actual, si bien no permite la prohibición a la importación o exportación de un bien desde o hacia otro país firmante, sí autoriza hacer excepciones de acuerdo al Capítulo XI del GATT. El artículo 11-03 de este último, sobre seguridad nacional, establece que no se le impedirá a "una Parte que adopte cualquier medida que considere necesaria para proteger sus intereses esenciales en materia de seguridad".
Los campesinos que se concentran en la producción del maíz, como históricamente ha sido el caso de Guerrero, ha constituido el segmento más pobre entre los productores agrícolas. Su condición empeoró considerablemente a partir del TLCAN. Oeindrila Dube, Omar García-Ponce y Kevin Thom, en un estudio reciente muestran que la caída en los precios del maíz en México fue de 59 por ciento entre 1990 y 2005, lo que estimuló la sustitución del cultivo de maíz por el de marihuana y recientemente con mayor velocidad el de la amapola, base de la heroína. El 80 por ciento de la amapola en México se cultiva en Guerrero. Hay que notar que si bien la apertura del mercado mexicano al maíz iba a ser gradual y no se completaría hasta 2008 (con un arancel inicial de 206 por ciento en 1994), el ingreso de este producto comenzó a elevarse casi inmediatamente después de la firma del TLCAN. Ello respondía a intereses de sectores como las harineras y los molinos, según señalan Alicia Puyana y José Romero en su evaluación de los diez años del TLCAN. Las perspectivas actuales del precio del maíz son más negativas dada la sobreproducción de maíz y caída de sus precios a nivel mundial.
Es urgente que los campesinos mexicanos puedan tener opciones de cultivos lícitos que les provean una fuente de ingresos decente para vivir y, dadas las condiciones de atraso en que éstos se desempeñan, la recuperación del atractivo del maíz como cultivo es esencial. No sería el único: Japón y Corea del Sur protegen el mercado del arroz con grandes barreras en interés de sus campesinos. Si no se encuentra una forma en que los productores de marihuana y amapola sustituyan sus actuales actividades ilícitas, difícilmente habrá una solución al problema de Guerrero y otros estados de la República.
EU, por su parte, también debería prohibir las exportaciones de armas a México bajo la misma cláusula del GATT mencionada, por motivos de seguridad nacional e internacional. Si bien hay tráfico ilegal de armas y lo seguirá habiendo, una determinación gubernamental de EU ayudaría a disminuir el ingreso de las armas que han contribuido a la muerte de alrededor de 100 mil personas desde 2006 en México.
México tiene una gran tarea por delante para limpiar, transparentar y hacer más efectivas sus instituciones. Reorientar sus políticas económicas y sociales para detener el deterioro, pero necesita como aliado responsable a Estados Unidos en este proceso. Ahora es cuando México puede comprometer a EU a que haga su parte y acepte que México haga la suya para detener el deterioro económico y social del país, y la violencia que la acompaña.
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