Alberto Muñoz

El humanoide Optimus de Tesla y el robot Robbie Musk

Es muy injusto exigirle a Elon Musk que pueda mostrar un robot con capacidades superiores a las de Honda.

Elon Musk es un genio. Si uno revisa a detalle las tres horas del video https://youtu.be/ODSJsviD_SU podrá tener un resumen técnico de lo que es posible alcanzar considerando el estado del arte en robótica humanoide.

Nadie de la comunidad internacional de la robótica esperábamos alguna innovación disruptiva ni algún gran descubrimiento. OpenAI y Neuralink son otras empresas de tecnología fundadas por Musk relacionadas con lo que pudimos ver el viernes y en su momento han llevado a cabo experimentos interesantes, involucrado a los científicos y tecnólogos necesarios para demostrar el potencial - y límites - de sus empresas y sobre todo de su visión.

Sin embargo, Musk llega un poco tarde a la arena de las sorpresas. En 1996, la empresa japonesa Honda trastocó las tendencias en robótica humanoide al presentar a Asimo, su enorme robot en cuyo desarrollo la empresa invirtió -se dice- más de 100 millones de dólares durante sus casi 10 años de investigación. Recordemos que en los 80 el gobierno Japonés emprendió una sistemática política de inversiones en inteligencia artificial y mostraron su músculo con sus esplendorosos robots. La robótica humanoide traería a Japón el bienestar necesario para su creciente población adulta ofreciéndoles el soporte socioemocional y operativo a toda la tercera edad, sin necesidad de incursionar en soportar políticas migratorias de empleabilidad con ciudadanos del tercer mundo.

Es sin embargo muy injusto exigirle a Elon que pueda mostrar un robot con capacidades superiores a las de Honda si la física que rige ambos robots, tanto Asimo con Optimus, que obedece a los principios básicos descritos por Sir Isaac Newton hace más de 200 años.

Hasta que los materiales o mecanismos de los robots contengan elementos propensos a ser regidos por la física cuántica o las unidades de procesamiento decisionales igualmente alcancen velocidades a las esperadas a las del cómputo cuántico, difícilmente se podrán multiplicar X veces su desempeño.

Elon Musk -al parecer- no quiere que los mexicanos abandonen los campos de cultivo en California y poner robots a levantar naranjas. Ante la poca efusividad que generaría en las castas más sofisticadas de la Intelligentsia científico tecnológica del planeta -un porcentaje de ella estaba sentada en la presentación de Elon- enfocaría su discurso en un argumento más bien populista: habrá robots para todas y todos. Claro, a las y los que quieran invertir 20 mil dólares en un moderno Hombre de Hojalata

“Oye Alexa, dile a mi Optimus que busque el control de la tele y me lo traiga”.

Hoy día ya no soñamos con robots-aspiradoras, ya las compramos en Costco. Pero todavía le tenemos que pagar al contador, al abogado, al médico y a todas las profesiones que requieren la conjunción de saberes, la teoría y la experiencia aplicada con sugerencias y recomendaciones que todavía los sistemas de inteligencia artificial no convencen en su efectividad, aunque ya muchos de ellos sean más confiables en sus inferencias y pronósticos numéricos. Hay mucho que explorar todavía en las aplicaciones del estado del arte en robótica al sector servicios y sobre todo en el ámbito de la telerobótica, antes de que exigir al robot su total autonomía.

A mediados de 2021, el CEO de NVIDIA nos tomó por sorpresa y se presentó a dar su keynote vía un avatar: una simulación virtual del mismo personaje. Poca gente lo notó y menos gente lo sigue dudando. NVIDIA nos tomó el pelo. Aprovechó su exquisita capacidad tecnológica para mostrarnos de lo que es capaz con sus chips para procesar datos de manera paralela y gráficos de altísima calidad. El metaverso no requiere robots tan complejos como el mundo real.

Mientras, aquí les dejo el video de Robbie Williams https://youtu.be/bXj9rDwIRDk: ver a Elon Musk haciendo un cover de Robbie -o a Robbie Musk- sí me hubiera sorprendido. Quizás en cinco años veremos algo así, o en menos, quizás en 10. Mientras, yo ya quiero mi Optimus.

COLUMNAS ANTERIORES

Financiamiento y deep tech: Claves para el desarrollo del nearshoring y la competitividad de startups en México
La oportunidad de México en el desarrollo de ‘software’ avanzado y automatización con IA generativa

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.