En ocasiones, sin percatarnos, gastamos mucho más de lo debido, incluso con una forma ‘justificada’ de tomar las decisiones de compra y podría ser causado por el ‘efecto Diderot’ que proviene de una historia de 1769, pero está plenamente vigente. Te la cuento.
Denis Diderot fue un reconocido intelectual, escritor y filósofo, además de enciclopedista francés quien en un ensayo llamado ‘Lamentos por separarse de mi vieja bata’ describe cómo un obsequio le llevó a sentirse miserable. La lógica fue que la elegancia de su bata nueva opacó las demás posesiones, que le parecieron de mal gusto y se sintió insatisfecho, al grado de empezar a renovar su casa y le obligó a endeudarse.
Con todo y que el cuento fue redactado hace siglos, narra situaciones modernas de cómo se cae en una espiral de gasto porque un solo bien comprado demerita los actuales y aunque lo creyéramos ‘lógico’ en un inicio, podríamos estar sufriendo ese síndrome.
Lo anterior, se acrecienta con la invasión de la mercadotecnia a través de la infinidad de medios digitales. Una adquisición considerada ‘un pequeño lujo que me puedo permitir’, se convierte en una avalancha de compras, pues lo viejo ya es discordante; esto sucede con artículos como la ropa, los muebles o los aparatos electrónicos; prácticamente con cualquier cosa.
El fenómeno tiene sentido porque detrás de las posesiones de los seres humanos hay un principio de identidad individual y de pertenencia a un grupo, lo cual puede generar un consumo interminable. El problema surge cuando el enfoque de renovación evita el ahorro, la prevención y conduce a un endeudamiento rápido con tarjetas de crédito.
Esto lo saben los mercadólogos y los líderes de las marcas. Antes, por ejemplo, un argumento de venta era ‘te va a durar por siempre’; ahora, dicha postura es anacrónica y ‘aburrida’. Hoy, todo dura temporadas, la ropa es desechable, los dispositivos electrónicos son innovados en meses, vivimos en un mundo en donde la obsolescencia transcurre en un lapso demasiado corto, llevándonos a un gasto permanente si queremos estar a la moda o ser early adopters.
¿Cómo vencerlo? Como ya lo he argumentado, es importante reconocer que las decisiones están llenas de una elevada carga emocional y que la única salida es enfriarlas con una alta racionalidad; es decir, reflexión, análisis y evaluación.
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