El desplome en el precio de las criptomonedas tiene un componente un tanto irónico; sus creadores querían deshacerse de la hegemonía de los bancos centrales y el control de los gobiernos, para democratizar el acceso a los mercados financieros y cayeron en manos del fraude y la malversación de fondos.
Entraron a una anarquía sin supervisión de las autoridades, que permitió el abuso en todos los sentidos, fueron utilizadas para lavar dinero; para hacer intercambio entre redes criminales; su minería condujo a exceso de consumo de energía y polución; y, finalmente, termina con grandes fraudes que generaron la quiebra de FTX, una de las principales comercializadoras, y se está llevando de encuentro a otros operadores igual de célebres.
Destaca el artículo de Paul Krugman, premio nobel de Economía, en el New York Times, quien nos recuerda que alcanzaron su punto máximo, con el comercial “La fortuna favorece a los valientes” de Matt Damon, patrocinado por la plataforma Crypto.com, con sede en Singapur. En ese momento, el bitcoin se vendía por más de 60 mil dólares y ahora cotiza por debajo de 17 mil; así, las personas que compraron después de ver el anuncio de Damon han perdido por arriba de 70 por ciento de su inversión.
En contrapartida, apunta que los precios caen todo el tiempo y pone de ejemplo el caso de Meta con pérdidas similares a las del bitcoin. Es decir, el desplome de su cotización no tiene por qué significar que las criptomonedas estén condenadas a desaparecer.
Sin embargo, señala, después de 14 años, las criptomonedas casi no han hecho ninguna incursión en el papel tradicional del dinero. Son demasiado incómodas para usarlas para transacciones ordinarias y sus valores son muy inestables.
Krugman advierte que, si el gobierno se mueve para regular las empresas de criptomonedas, les impediría prometer rendimientos imposibles de lograr y podría generar que estén pasando al olvido.
Por mi parte, considero que las criptomonedas podrían ser el futuro del intercambio financiero, pero deberán seguir evolucionando para dar transparencia y estabilidad al mercado. Sobre todo, la facilidad para transaccionar con ellas con una convertibilidad sencilla. Será entonces cuando se acerquen más a la definición de dinero.
El sueño de que el bitcoin podría llegar a los 300 mil dólares se esfumó. Sin embargo, reconozcamos, fue el atractivo para que muchos jóvenes se aventuraran a invertir en los mercados financieros y ahora pueden hacerlo en activos más tangibles.
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